Donald Trump y el papa Francisco. (Foto: AP)
Donald Trump y el papa Francisco. (Foto: AP)
Redacción EC

El día que asumió como 45 presidente de Estados Unidos, una mujer rubia de abrigo rojo y discurso optimista fue la encargada de bendecir el momento. Era Paula White, su pastora personal, y ese día, ante millones de personas en todo el mundo, pidió por él: "Dios misericordioso, revela a nuestro presidente la capacidad de conocer la voluntad, tu voluntad, la confianza para conducirnos y la compasión para ceder ante nuestros mejores ángeles".

Desde los inicios de la su campaña, el actual mandatario de Estados Unidos dice y asegura ser una persona religiosa. Lo demostró con las dos biblias que usó en la asunción, la de Abraham Lincoln y otra especial que le había regalado su madre cuando tenía 9 años; también con la foto que publicó en Facebook, en la que se lo ve de pequeño en la iglesia de Queens; y con los muchos discursos que dio en distintas iglesias tanto evangélicas como católicas.

También con su cercanía a la pastora evangelista Paula White. Ella se convirtió en su consejera espiritual hace 14 años, cuando él la buscó tras ver sus sermones en televisión. Su relación creció con el tiempo, luego de un primer encuentro en la Torre Trump. Se profundizó en momentos en que Trump quería sumergirse con mayor profundidad en las enseñanzas de la Biblia, cuando White llegó a tomar vuelos privados para ir a verlo a Atlantic City, una de las cunas de su tremenda fortuna generada por los casinos, para darle sesiones personalizadas. La imagen es contundente: Trump, el ruido tintineante del dinero a montones, la lujuria del exceso y el sagrado evangelio en mano.

— Su religión —

Si su padre fue el encargado de formarlo como hombre de negocios, fue su madre quien se encargó de darle iglesia. "Soy cristiano protestante, soy presbiteriano. He tenido una buena relación con el cristianismo. Creo que la religión es algo maravilloso. Creo que la mía es una maravillosa religión", declaró en 2011 al ser entrevistado por un canal cristiano.

Los presbiterianos creen en Dios, en Jesús como su hijo único y en el Espíritu Santo. Jesús, para ellos la manifestación humana de Dios, nació de la virgen María, murió en la cruz y resucitó. Los presbiterianos son una rama del protestantismo y creen que los buenos y justos al fallecer estarán junto a Dios, mientras que los que no lo sean serán enviados al infierno. Los presbiterianos están seguros de la predestinación, de que Dios ya los eligió y les trazó el rumbo. A diferencia de los católicos, rechazan la veneración de imágenes, las oraciones por los difuntos, la intercesión de los santos difuntos y la autoridad del Papado. Aunque, vale aclarar, eso no se traduce en una relación tormentosa con la Iglesia católica.

"Creo que la gente se sorprende cuando se enteran que soy cristiano, que soy una persona religiosa. Me ven rodeado de tanta riqueza, que a veces no asocian eso con ser religioso. No es preciso", escribió en su libro Great Again, publicado durante las primarias republicanas.

El 2,8 por ciento de la población estadounidense es presbiteriano. Sin embargo, en las presidenciales de noviembre, según encuestadoras privadas, Trump consiguió que el 81 por ciento de los hombres religiosos y el 64 de las mujeres votaran por él. Además de ellos, muchas otras personas lejanas a la religión del magnate lo eligieron.

"La religión ya no importa. Lo que la gente quiere es seguridad, bienestar financiero, salud y terminar con las amenazas dentro y fuera de la nación. Ellos saben que pueden dejar la religión para el ámbito privado", dijo al diario La Nación el historiador científico y miembro de la Universidad Chapman Michael Shermer.

— Su fe —

Donald Trump es presbiteriano, pero sigue a un gurú especial. De joven se interesó por los discursos del predicador Norman Vincent Peale, artífice de la teoría del pensamiento positivo y autor del primer libro de autoayuda.

"Como presbiteriano autoproclamado, algo que él describe como «una maravillosa religión», Trump asiste nominalmente a la Iglesia Marble Collegiate de Nueva York, que fue el único púlpito que tuvo Norman Vincent Peale, autor del mega bestseller El Poder del Pensamiento Positivo", aseguró Shermer.

"Tú puedes ser desdichado si quieres. Si, por el contrario, te dices: 'Elijo la felicidad', puedes estar seguro de que la obtendrás", es la idea principal de los sermones de Peale.

Fue tal la adhesión de Trump a estas máximas, que convocó a Peale para oficiar su primer casamiento, cuando se unió a Ivana, madre de Donald Jr., Ivanka y Eric, y para encabezar los funerales de su madre y su padre. "Él creía que yo era el mejor estudiante de todos los tiempos", dijo el magnate tiempo atrás.

— Su relación con el papa —

Entre todas sus creencias, Trump también piensa que hay que construir un muro en la frontera con México para evitar que entren violadores a EE.UU.; que los refugiados de Medio Oriente no deben ser ayudados porque son terroristas; que las mujeres se rinden siempre a la fama y al dinero. Fueron estas inconsistencias las que llevaron al papa Francisco a cuestionar su fe.

Tras su visita a México, cuando aún Trump no era presidente, el sumo ontífice dijo que cualquier persona que hable de muros "no es cristiano".

Y Trump no se quedó callado: "Parece increíble que un líder religioso pueda poner en duda las creencias de un ciudadano americano".


— El presbiteriano y su hija judía —

Ivanka es la hija predilecta de Trump aunque abandonó su educación cristiana. Por amor. La segunda heredera del empresario se convirtió al judaísmo al casarse con Jared Kushner, actual asesor del presidente, en 2009. La modelo y emprendedora se sometió a una complicada evaluación para dejar sus creencias y ser judía: debió aprender a leer hebreo, todas las normas de la doctrina judía y cambiar por completo su estilo de vida.

El judaísmo acompañó a Trump hasta la Casa Blanca. El presidente estadounidense dejó en manos de Kushner uno de los temas más delicados de su agenda exterior: la paz en Medio Oriente. Esta semana, en su primera gira internacional, el magnate estuvo en Israel junto a su hija y su yerno, a quien describió meses atrás como la persona ideal para encargarse del asunto pese a que nunca tuvo un cargo público.

Kushner, un judío ortodoxo, fue una de las mentes detrás del discurso que en marzo de 2016 el mandatario republicano brindó ante el Comité Judío-Americano de Relaciones Públicas, cuando insinuó mudar la embajada de su país a Jerusalén, "la eterna capital del pueblo judío", lo que hubiera sido entendido como una fuerte provocación a los palestinos. Finalmente, Trump dio marcha atrás.

Fuente: La Nación, GDA
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