Los presidentes de Venezuela, Cuba y el Perú, en ese orden, exhiben la mayor desaprobación en América Latina. Lo revela una encuesta conducida por Ipsos en la que participaron 297 líderes de opinión de la región.
No es casual que en Cuba y Venezuela no exista democracia. Son regímenes donde las libertades han sido conculcadas, especialmente la libertad de prensa y expresión. Tampoco es casual que, en el Perú, el gobierno del presidente Pedro Castillo se haya enfrascado en una permanente y tenaz ofensiva contra medios de comunicación, periodistas y comunicadores.
En poco más de un año de gobierno, el Colegio de Periodistas del Perú ha contabilizado y denunciado más de 80 agresiones y afectaciones a la libertad de prensa. Los reclamos, en todos los casos, han caído en saco roto. No hay propósito de enmienda y menos de rectificación.
Muy por el contrario, a tenor de los mensajes de los voceros gubernamentales, la prensa se colude con el Congreso y el Ministerio Público para desestabilizar el país. Claro, no se exhibe prueba alguna, pero la maquinaria de desacreditación y deslegitimación ataca con agravios y consignas hostiles a los esfuerzos periodísticos por buscar la verdad en esa telaraña de acusaciones y denuncias en las que está atrapado el presidente Pedro Castillo, sus familiares más cercanos y su círculo del poder.
No es extraño, por eso, que seis de cada diez líderes de opinión de Latinoamérica consideren que en el Perú existe una democracia deficiente. Y es que un régimen como el de Pedro Castillo, que no respeta a plenitud la libertad de expresión, que culpa a la prensa bajo la etiqueta de “show mediático” de la ingobernabilidad, a contracorriente de lo que manda la Constitución y la Convención Americana de los Derechos Humanos, solo dibuja ante propios y extraños un retrato intolerante y autoritario.
El Colegio de Periodistas del Perú, desde un inicio, ha exhortado permanentemente al gobierno a dar un golpe de timón en su estrategia informativa. Ha pedido al presidente fortalecer su relación cotidiana con la prensa, le ha sugerido construir opinión pública. Nada de eso, lamentablemente, ha ocurrido.
Recientemente, el ministro de Trabajo, Alejandro Salas, ha anunciado que el gobierno redireccionará su política de comunicación. Es de esperar que así sea. No obstante, de cara a los antecedentes, nuestra orden ha convocado también a los medios de comunicación, a las instituciones que los representan, a los gremios periodísticos y a los periodistas y comunicadores a trazar una línea de defensa unitaria del ejercicio del periodismo y la comunicación.
Nuestro lema: “Aquí, estamos todos”. El argumento, uno solo. “Una sociedad mal informada, conduce irremediablemente a una democracia mediocre”.
Aún estamos a tiempo, bajo la divisa de la libertad y la verdad, de construir un país mejor.