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No crece el Perú
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La inversión privada podría llegar al 10%. Lo ha dicho el doctor Julio Velarde, presidente del directorio del Banco Central de Reserva.
El BCR ha sido una de las pocas instituciones que han cumplido su misión: dar estabilidad a la moneda y evitar la inflación. El Perú debe agradecerle al doctor Velarde (y a su equipo) todos estos años de solidez monetaria.
Sin moneda sana, no hay nada. Eso no quiere decir, por supuesto, que baste la moneda sana para que todo funcione, para que haya desarrollo.
Los exportadores, los mineros, los banqueros pueden estar felices. No lo está el resto del país. Un país de infelices no tarda en reventar.
Lo principal va por buen camino: crecer. El otro problema fundamental se ahonda cada vez más: se empobrece el país.
La clave de esta paradoja está en la política y sus instituciones. Está en la corrupción, la burocracia, el gasto público absurdo, la demagogia.
Una minera puede exportar y ganar mucho. La teoría decía que el canon y las regalías compensarían a las poblaciones aledañas y a las más extensas del país. Eso no ha sucedido.
Los gobiernos regionales han recibido el dinero. No han invertido en las obras de infraestructura. Ha campeado la corrupción.
El 84% de los gobernadores tiene procesos penales en curso. Las obras para los Bolivarianos, en Ayacucho, por ejemplo, quedaron al 20% de ejecución. Esa plata se perdió.
En realidad, no. Solo fue a otros lugares. A bolsillos personales, empresariales y partidarios.
Mientras tanto, no hay hospitales, no hay carreteras, no hay obras de saneamiento. No hay comisarías, no hay colegios.
La obra para la reconstrucción del centro histórico de Piura lleva un avance del 2%. Las de drenaje pluvial, 0,2%. Por eso en el Perú las lluvias causan catástrofes, mientras en otros países se arreglan llevando paraguas.
Qué bueno que haya crecimiento de la inversión. No sirve de nada, sin embargo, si no arreglamos las instituciones. La corrupción y el delito, la ilegalidad y la criminalidad nos están comiendo.
No tiene libertad el bodeguero, el jalador de buses, el transportista, el boticario. Son asaltados, extorsionados y abusados. No son libres para realizar sus actividades y labrarse un futuro.
Sin libertad no hay crecimiento que valga. El crecimiento se va por el drenaje de la corrupción.
Por eso hay tantos candidatos: todos quieren estar donde está el poder de expoliar al Perú.

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