Ian Vásquez

Paul McCartney, el ex-Beatle, acaba de iniciar una gira por América Latina y Europa. Empezó en Montevideo, tocó en Buenos Aires este fin de semana y tocará en Lima a fin de mes. Su gira lo llevará a ocho países de la región.

Hoy es común que los artistas musicales sean conocidos y monten conciertos alrededor del mundo. Pero no siempre fue así. En un nuevo ensayo, el experto en comercio internacional Clark Packard documenta cómo los Beatles fueron el primer grupo musical popular que fue un fenómeno verdaderamente global. La banda fue el producto de una globalización incipiente y, a la vez, influyó en la globalización cultural.

McCartney y los otros miembros de los Beatles se criaron en la Inglaterra de la posguerra, cuando la venta de los álbumes de música rock –en sí, una mezcla de influencias africanas, europeas y americanas– empezó a explotar. Fueron artistas estadounidenses como Chuck Berry y Buddy Holly los que más influyeron en los jóvenes músicos y los que escucharon por primera vez por Radio Luxembourg que, desde el continente, pudo romper el monopolio legal de la BBC en Inglaterra.

La banda se originó en Liverpool, pero se fue a Hamburgo, Alemania, en 1960, donde adquirió mucha experiencia y donde, influida por una moda francesa, cambió su estética antes de regresar a Inglaterra en 1962. Dijo el Beatle John Lennon: “Crecí en Hamburgo, no en Liverpool”.

Los Beatles publicaron su primer álbum en su país en 1963. Tuvo mucho éxito allí y para fines de ese año su música encabezó las listas de éxitos en otros países europeos, además de Australia, Nueva Zelanda y Hong Kong.

Conquistar el mercado estadounidense fue más difícil al principio. Las empresas discográficas tenían menos interés en la banda, en parte porque no era estadounidense. Varias empresas tenían derecho a distintas canciones de los Beatles, pero no fue hasta 1964 cuando la banda tuvo su primer éxito en EE.UU. y muchas de ellas agarraron vuelo a la vez (un resultado que una sola empresa con todos los derechos típicamente evita). Es así que en abril de 1964 las cinco canciones más populares eran de los Beatles.

Para principios de 1965 la banda había vendido más de 100 millones de álbumes a nivel mundial. Hicieron giras mundiales –algo poco común para entonces– por toda Europa, Estados Unidos, Japón, Filipinas y Hong Kong. En 1967 tocaron en la primera emisión internacional de un programa de televisión que llegó a verse en 24 países en vivo.

Packard reporta cómo en 1965 los Beatles soltaron la primera canción de música popular en Occidente (“Norwegian Wood”) en la que figuraba el sitar, un instrumento musical indio. En los años siguientes usaron el sitar en numerosas canciones e inspiraron a otras bandas a hacer lo mismo. El viaje a la India de los Beatles en 1968 también promovió la globalización cultural, ayudando a que la meditación y el yoga se expandieran en Occidente.

Los Beatles fueron pioneros y mostraron que la globalización de la música, como en otras áreas culturales, no se trata de imponer una sola cultura, sino de diversificarla alrededor del mundo y hacer conocer otras tradiciones a través del intercambio cultural.

De hecho, las nuevas tecnologías de servicios de streaming como Spotify y las redes sociales hacen que miles de millones de personas puedan escuchar casi cualquier canción en cualquier idioma.

Packard resalta el éxito que han tenido los músicos hispanos. En el 2022 las canciones de Bad Bunny fueron escuchadas en Spotify 18,5 mil millones de veces. Seis músicos de lengua española fueron escuchados cada uno más de mil millones de veces en el 2023. Cuatro de los diez músicos más escuchados en Spotify el año pasado fueron hispanos.

Por haber abrazado e influido en la globalización, Paul McCartney y sus compañeros pioneros merecen nuestro aprecio especial.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Ian Vásquez es vicepresidente de Estudios Internacionales y director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute