![](https://elcomercio.pe/resizer/v2/LHHGJLL6VZAVHNI3RCEURIDKP4.png?auth=aea4814d106234d57d71f9f689e8c6531b68d3f4982629cdbe54c09500706b42&width=2320&quality=75&smart=true)
La inhabilitación definitiva del partido Antauro por parte de la Corte Suprema ha reconfortado a varios: principalmente, a potenciales competidores electorales, pero también a quienes pensamos que este sistema político disfuncional no lo es tanto, que aún tiene resortes para defenderse y que, por ende, somos una democracia menos boba de lo que pensamos.
Todo bien con eso. La pregunta es si bloquear esta candidatura presidencial autoritaria, antidemocrática y disruptiva vale lo mismo que una golondrina en el verano.
Me explico. No es casualidad que el freno a las aspiraciones presidenciales de Antauro Humala haya provenido de un órgano judicial y no político (al menos en teoría). Este Congreso, al que ya no le alcanzan los sótanos para seguir cayendo, pudo haber logrado lo mismo por la vía legislativa. Pero, como es por todos sabido, su hiperfragmentación impidió que no se alcanzaran los votos debido a que varios vieron una oportunidad de bloquear a su adversario favorito. Resultado: suma cero.
La consecuencia de lo anterior es que Humala no podrá postular a Palacio, pero nada impide (de momento) que encabece una lista senatorial o de diputados (como invitado), representando a una alianza de organizaciones de izquierda, en calidad de locomotora electoral, incluyendo a sus camaradas del partido Antauro.
Otra consecuencia es que el voto duro presidencial del etnocacerista probablemente migrará hacia opciones similares (¿Guido Bellido? ¿Guillermo Bermejo? ¿Aníbal Torres?). Pero, considerando esos perfiles y por las actuales circunstancias de crimen desbocado en el país, una alternativa como la de Rafael López Aliaga podría resultar un destino más orgánico, por llamarlo de alguna manera.
Donde el sistema sigue siendo extremadamente bobo es en seguir permitiendo que la proliferación de pseudopartidos se normalice como fenómeno democrático. Razón por la que hay 41 inscritos y en octubre deben inscribirse no menos de 20 fórmulas presidenciales para la carrera.
O, mejor dicho, no es que las normas no hayan existido, sino que una buena mayoría de los congresistas que usted coloca ahí con su voto, estimado lector, hace lo que le viene en gana para evitar los filtros, topes y condiciones, y repetir una y otra vez que decenas de pigmeos que no representan a nadie jueguen a la Tinka cada cinco años.
Y, en ese caso, no hay Poder Judicial que nos libre. Somos los electores, la ciudadanía y la sociedad civil los que debemos aprender a no poner al gato de despensero. Quizás en ese momento dejemos de ser bastante menos bobos que ahora.