Hace un tiempo informamos cómo la democracia bolivariana luchó tenazmente contra rumores maliciosos, esparcidos por una ONG estadounidense, que aseguraban que las hijas de Chávez habían encontrado consuelo dentro de una tragedia personal y nacional en los US$2 mil millones de patria que heredaron de su padre. Aunque ese rumor fue pronto enterrado, aparece ahora una nueva amenaza.
Resulta que ahora un diputado opositor ha filtrado que los gastos de la progenie del comandante y del presidente sucesor Maduro son de unos US$3,6 millones diarios. Así, el traidor parece implicar que sería incorrecto que las hijas del presidente sigan siendo mantenidas por el presupuesto del Estado, a lo que respondemos: ¿por qué? Además de quitarles el sueño de la revolución (sincerémonos: Maduro no está dando la talla y está un poco chiflado), ¿debemos quitarles su seguridad militar, su sala de ‘bowling’, sus choferes, su pista de baile, sus piscinas, sus cocineros y sus viajes en el avión presidencial, con lo difícil encima que está ahora viajar en vuelos comerciales en Venezuela?
Por otro lado, cabe resaltar un hecho que el traidor oportunamente dejó de mencionar: no es que las señoritas estén allí rascándose la barriga, no. Recordemos que Rosa Virginia Chávez fue designada –y no por nepotismo porque no lo hizo su papá sino Maduro– como jefa de una fundación. Y María Gabriela, tan esforzada ella, ha logrado –sin tener mayor capacitación profesional para el cargo– ser nombrada a puro punche embajadora alterna ante la ONU.