Durante toda su vida, don Teófilo Gonzales Jinchuña, de 66 años, y su esposa, doña Honorata, de 63, han cultivado papas, quinua, habas, forraje y otros productos agrícolas. Ello les ha generado ingresos económicos regulares. Sin embargo, por primera vez este año, decidieron cultivar ajo. Los resultados han sido auspiciosos: su producción ha sido de calidad y será comercializada en Lima.
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La semana pasada, en unas parcelas ubicadas a orillas del lago Titicaca, en el distrito de Acora, fueron cosechadas alrededor de 30.000 toneladas de ajo orgánico. Luego, entre el sábado y domingo, el producto fue envasado para trasladarlo al mercado de Santa Anita, en la capital del país, para su comercialización.
“Esta actividad [cultivo de ajo] es un emprendimiento para impulsar la reactivación económica tras la pandemia del COVID-19″, subraya a este Diario Jean Uber Apaza Cutipa, presidente de la novísima Asociación de Productores de Ajo de Acora, quien agrega que por el coronavirus, la mayoría de familias tiene pocos ingresos, incluso algunos han migrado a regiones vecinas en busca de empleo.
Son 47 productores agropecuarios de distintos centros poblados de Acora, situado al sur de la provincia de Puno, quienes se sumaron al emprendimiento del cultivo de ajo. Lo hicieron con dudas y temores, pues nunca antes se había sembrado esto en la zona y tampoco tenían idea sobre esta actividad.
La población acoreña que ahora cultiva ajo está asentada a lo largo de una franja de tierras agrícolas ubicadas a orillas del lago Titicaca. El lugar cuenta con un clima especial, apto para el cultivo de ajo. Además, destaca por sus bellos paisajes, con roquedales, eucaliptos, cipreses y otros arbustos.
Nuevas experiencias
“En enero vino un ingeniero [se refiere a Raúl Chata Aparicio, promotor de la siembra de ajo en Acora]. Me dijo que yo podía sembrar ajos en mi parcela; vio que tenía agua de pozo perforado. Me convencieron y sembré unos 400 kilos en un poco más de media hectárea y ahora estoy cosechando más de 3.000 kilos”, refiere muy contento don Teófilo Gonzales, quien en plena cosecha da mano de obra a 12 personas.
No era para menos la alegría de don Teófilo. Sembrando quinua, papas, habas u otros productos, al año podía obtener hasta S/4.500 de ganancia. Con el ajo calcula que obtendrá unos S/10.000.
“Hacer la chacra de quinua o papas es trabajoso y mantener el ganado es muy molestoso. El ajo había sido más fácil, solo necesita corear [deshierbar] y fumigar, que es un trabajo ligero. Mis tres hijos que están en Tacna, están deseosos de regresar para participar de esta actividad, que es sencilla”, indica don Teófilo, cuya parcela está ubicada en Socca, en el centro poblado de Acora.
Según el dirigente Apaza Cutipa, las ganancias y la facilidad con que se siembra el ajo, en comparación a los cultivos tradicionales, despertó el interés de otras familias, por lo que se espera que para la siguiente campaña se triplique la cifra de 47 agricultores en esta actividad.
“Lo mejor de todo es que garantizamos nuestra producción de ajo orgánico, es decir, no usaremos productos químicos tóxicos como fertilizantes o fumigación”, asegura Apaza.
Producto de calidad
Irene La Torre Vilca es una negociante mayorista dedicada al comercio de ajo, cebolla y otros productos de panllevar con que surte a los mercados de Lima y Arequipa, incluso realiza exportaciones. Ella asegura que el ajo de Acora es de muy buena calidad. “Tiene color, tamaño y es orgánica, lo que demanda el mercado de la agroexportación”, comenta a este Diario, durante una visita a la zona de producción de Acora, en donde acopia 30.000 toneladas de ajo para llevarlas a Lima.
La Torre subraya que el ajo de Acora es un producto que competirá con las cosechas de otros grandes centros de producción del país, como los de Huancayo y Arequipa, que gozan de muy buena reputación.
“Ajo de altura”
Raúl Chata Aparicio, el técnico promotor del emprendimiento de siembra de ajo en Acora, confiesa que no sabe a ciencia cierta cómo nació el interés de cultivar esto en el distrito. En cambio, recuerda que el alcalde del distrito acoreño, Lucio Istaña Ramos, lo visitó en su vivienda, ubicado en el distrito de Chucuito, para pedirle que iniciara el proyecto.
“No sé cómo se habrá enterado de que tenía conocimiento en siembra de ajo; yo tengo mis parcelas en Tambo [Arequipa], donde cultivo ese producto. Es a pedido de esta autoridad que inicié este emprendimiento”, señala Chata Aparicio.
El proyecto, que por ahora aglutina a 47 productores, en esta primera etapa comenzó con la siembra de unos 7.000 kilos de semilla de ajo, proveniente del valle de Tambo, en parcelas que suman unas 3.5 hectáreas.
Algunas de esas parcelas de ajos están ubicadas sobre los 4.000 metros de altura, donde el clima es muy frío y caen las heladas. Sin embargo, las plantas mostraron una gran resistencia a esto. Es por ello que la comunidad pretende darle la denominación de “Ajo de altura” al ajo que cultivan.
El alcalde de Acora Lucio Istaña Ramos, subraya que la Municipalidad de Acora brindó la asistencia técnica y monitoreó el proceso de producción del cultivo de ajo (sembrado, crecimiento, cosecha y comercialización) y que fueron los propios comuneros agricultores quienes compraron la semilla con sus fondos familiares.
“Aquí no les regalamos el pescado, si no les enseñamos a pescar”, enfatizó.
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