Invadidas por la maleza y al borde del derrumbe, las casas abandonadas o con “dueños fantasma” han proliferado en Japón en los últimos años hasta alcanzar cifras récord, y son uno de los síntomas más visibles del declive demográfico del país.
El número de casas desocupadas ascendió a 8,46 millones el año pasado, lo que representa el 13,6 % del parque total de viviendas en el archipiélago nipón y duplica la cifra registrada tres décadas antes, según los últimos datos del Gobierno.
Las viviendas unifamiliares con signos visibles de abandono abundan sobre todo en áreas rurales del país, pero también pueden verse en muchos barrios de la superpoblada Tokio, una de las ciudades del mundo donde el suelo es más caro, con precios de hasta 57 millones de yenes por metro cuadrado (468.200 euros).
Este fenómeno es una consecuencia directa del acelerado envejecimiento de la población nipona, pero también está relacionado con una legislación que dificulta el traspaso y registro de inmuebles y con los nuevos estilos de vida de los japoneses.
UN FENÓMENO GLOBAL EXARCEBADO EN JAPÓN
Aunque la despoblación de las zonas rurales y suburbanas afecta a muchos países desarrollados a raíz de la pérdida de empleos en la agricultura y la industria, el problema se acentúa en Japón por sus particularidades demográficas y normativas, explica a Efe Chie Nozawa, profesora de ingeniería en la Universidad de Toyo.
Cada vez son más los japoneses que viven solos en grandes urbes y las familias que se mudan a la ciudad y alquilan o adquieren nuevas viviendas allí, mientras que sus padres y abuelos permanecen en los hogares habitados durante sucesivas generaciones hasta su fallecimiento.
"Cuando les toca heredar, los hijos ya tienen su propia casa", señala Nozawa, quien añade que las nuevas generaciones de japoneses están rompiendo con la arraigada tradición de conservar el terreno donde siempre han vivido sus antepasados, debido al debilitamiento de los lazos familiares.
También influyen un impuesto sobre herencias que tasa entre el 10 y el 50 % del valor de las propiedades, y el constante suministro de nuevas viviendas en las grandes ciudades, según Nozawa, autora del libro publicado en Japón bajo el título “Casas envejecidas y ciudades en deterioro: El destino de una sociedad con excesiva oferta residencial”.
CASAS DECRÉPITAS Y “PROPIETARIOS FANTASMA”
En barrios populares y céntricos de Tokio conocidos como "shitamachi", llama la atención la presencia de casas decrépitas a la espera de ser demolidas y reconvertidas en modernos bloques de pisos, aunque este proceso no siempre es fácil ni rápido pese al atractivo de esos terrenos para los promotores inmobiliarios.
Muchas de estas viviendas pertenecen legalmente a herederos que no pueden asumir la carga fiscal de la propiedad antes de revenderlas, mientras que en otros casos sus propietarios han fallecido sin sucesión, señala Nozawa.
También existen propietarios aquejados de demencia senil, discapacidades o problemas económicos que les impiden hacerse cargo de casas muy antiguas y con graves desperfectos, e incluso abundan los casos de "propietarios fantasma" a quienes las autoridades no logran localizar debido a que no existen registros desde hace años.
El deterioro de estas viviendas supone en algunos casos un peligro para sus moradores -si los hay- o para los vecinos por el riesgo de incendios y derrumbes, lo que llevó al Gobierno a impulsar una normativa específica en 2015 para acelerar los procedimientos de desalojo y de derrumbe.
En 2018 se derribaron 67 viviendas declaradas "peligrosas" en todo el país, según datos recopilados por la cadena estatal NHK, mientras que un estudio recogido por el diario Nikkei sitúa la superficie total de terrenos con propietario desconocido en 4,1 millones de hectáreas, mayor que todo el territorio de Taiwán.
UN PROBLEMA QUE APUNTA A PEOR
Ante la proliferación de viviendas vacantes, el Gobierno tiene previsto aprobar el próximo año una ley que facilitará la reagrupación de estos terrenos -a menudo de reducidas dimensiones- para destinarlos a infraestructuras públicas y uso residencial o empresarial.
Pero las tendencias demográficas apuntan a un “notable aumento del número de casas vacías” en Japón, advierte la antes citada experta.
Japón registró en 2018 su mayor descenso demográfico en medio siglo, con una pérdida de más de 400.000 habitantes debido a la continuada caída de la natalidad.
El retroceso de la población afecta a todas las regiones del país con la excepción de Tokio y otras grandes ciudades, las únicas que vienen registrando un incremento neto de habitantes en las últimas décadas.
Se prevé que para 2040 el 35 % de la población nipona sea mayor de 65 años conforme envejezca la última generación de “baby boomers” que vio la luz en Japón, lo que dejará aún más casas vacías entre otros muchos desafíos sociales y económicos.