“Él me lo decía todo el tiempo.‘Si me interno en la clínica, no salgo vivo'. Y yo le respondía: ‘Pero tú estás loco, ¿qué te pasa? Es la vesícula, nada para volverse tan desquiciado de miedo’. Igual insistía, aterrorizado. Tenía este presentimiento; era leo. Hasta que una vez, cenando en un restaurante, tuve que ponerme firme. Me avisó que finalmente se iba a operar. ‘No saldré’, repitió. ‘No hables estupideces. Vas a salir vivito y coleando. Ya vas a ver que nos vamos a reír de esto...’. Pues entró y nunca más salió... Fue un shock para todos”, rememora Carmen D’Alessio en torno a una de las últimas veces que vio a su íntimo amigo Andy Warhol. El 6 de agosto se cumplieron 92 años del nacimiento del artista estadounidense, uno de los más influyentes del siglo XX. Y la limeña, leyenda de la noche neoyorquina, corazón y cabeza del legendario club Studio 54, lo echa genuinamente de menos. Eran cómplices. Confidentes. “Y voyeurs, entre tantas otras cosas que teníamos en común. Cuando íbamos de fiesta nos sentábamos tranquilos... a observar. Mirar, mirar, mirar. Nos regocijábamos la vista viendo a la gente pasar, bailar, tomar. ‘Mira, qué guapo este, aquel, este otro...’”, narra y hace una pausa. Luego, resuelve: “Él iba muy bien conmigo. Y yo muy bien con él”.
HISTORIAS POP
Celebrar. Celebridades. La amistad de Andy y Carmen está desbordada de fiestas, anécdotas y personajes universales desde el día uno. Se conocieron en Roma, en 1970, en el evento de un diseñador italiano de nombre Valentino. Para entonces, Warhol ya era una figura consolidada en el círculo cultural y del jet set de su país. Durante los años 50 se había alzado como un cotizado experto en diseño publicitario; y para los 60, en un afamado transformador de imágenes cotidianas en obras de arte (con sus inmortales y repetitivas latas de sopa Campbell’s o botellas de Coca-Cola). Luego vendrían los retratos de los famosos y su consolidación como uno de los más emblemáticos exponentes del movimiento Pop Art. También se dedicaba al cine, la literatura y la fotografía. Carmen, en tanto, había sido contratada por Valentino después de que este conociera su fama como la mejor relacionista pública en el gremio de la moda de la Gran Manzana. A esta última ciudad llegó a los 18 años para trabajar como intérprete en las Naciones Unidas (ella, además del castellano, habla inglés, francés, italiano y portugués). Más tarde migró al mundo de la ropa, las tendencias y las pasarelas. Conversadora, amiguera, casamentera, parrandera. Pilas. Conectar gente para ganarse la vida: el más sabroso camino que vio para transitar por ella.
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Aunque no a cualquier mortal, aclara ella. Rich, famous, young and beautiful only. VIP, solamente. D’Alessio no es nada modesta al respecto, ni le interesa ocultarlo: “¡Yo creé el Studio 54!”, afirma con relación a la discoteca más famosa de Nueva York durante los años de la música disco y el libertinaje sexual. “También el concepto de las listas... Era la persona más importante con la que se tenía que tratar”. Habla fuerte y es inevitable que uno quede absorto en el relato porque en este intervienen mitos como el pintor Salvador Dalí (fue el padrino de su primer matrimonio); el rey de otro tipo de pop, Michael Jackson (le organizó el cumpleaños 21); o la actriz y cantante Liza Minnelli (a quien contrataba para eventos). Y así. “Andy era glamoroso y muy selectivo con quien quería estar. Estaba en Europa porque se encontraba filmando una de sus películas, ‘Frankenstein'. Cuando nos presentaron quedó fascinado conmigo. Era de origen polaco, humilde, había ascendido muy rápido y le encantaban los personajes cosmopolitas. Ahí estaba yo, una peruana que hablaba cinco idiomas, que vivía entre Roma y Nueva York”, recuerda. Siguieron en contacto y cuando ella volvió a Manhattan en el 76 a trabajar como promotora de clubes, se juntaron del todo.
LIVIN LA VIDA LOCA
A pesar de su obsesión por no perderse nada de lo que ocurriese, es curioso que Warhol fuera extremadamente tímido. La socialité confirma esta particularidad suya, aquella que se hizo famosa gracias a los monosílabos y frases cortas con las que enfrentaba las entrevistas. “Nunca bailaba, pero le encantaba socializar. Íbamos a cuanto evento chic hubiese. Como él decía: “Hasta a la apertura de un sobre'. Ya, con el tiempo, ni nos poníamos de acuerdo, era por telepatía. Siempre terminábamos encontrándonos”. Así, mientras ella iba a almorzar a La Fábrica, el estudio de arte de Warhol, él le regalaba cuadros con dedicatorias. “Pintó uno con mi rostro para mi cumpleaños de 1979. Lo tengo en mi departamento en Nueva York, donde vivo hace más de 50 años. También me dio un Mao [una serigrafía del líder chino], pero lo vendí. Él mismo me dijo una vez: ‘Los artistas nos regalamos obras unos a otros para dejarlas ir cuando sea necesario”. Warhol, de hecho, habla de ella en tres de sus libros. Es en ‘Exposures’ donde consigna: “Carmen tiene una lista que vale una fortuna. Posee los nombres (deletreados correctamente), las direcciones (de casas de verano, invierno, ciudad o campo) y los números de teléfono (con códigos de área incluidos) de todos aquellos que estén hermosos, jóvenes y forrados”. También sentenciaría en esas páginas: “Carmen es el jet set”, frase que ella está considerando poner en su epitafio. Ella vive en Estados Unidos, donde hasta hace tres años, cuando Somos conversó con ella, organizaba cenas al atardecer en las terrazas más solicitadas de Manhattan.
“Además, casi nos volvimos socios. A tantas fiestas y lugares íbamos, que pensamos poner una agencia de modelos. Iba a llamarse Twinkies (que en inglés significa pastelillos o bomboncitos), solo de hombres jóvenes. Yo no iba a mirar mujeres para reclutar ni él tampoco. Seguíamos pensando cómo cuando murió”. El artista nunca ocultó su homosexualidad, pero mantuvo en perfil bajo su fe católica (hasta tiene una foto del artista visitando a Juan Pablo II). De ahí que, tras su muerte, se hiciera una misa en su honor en la catedral de San Patricio de Nueva York, la cual fue todo un acontecimiento por la cantidad de celebridades que asistieron. “Fue como él lo hubiese querido. Tanto así que hay un libro de fotos solo sobre esa mañana: El día que murió La Fábrica. Allí aparezco con gafas oscuras, un peinado Jackie O, toda de negro, incluso la piel que llevaba encima. Era invierno”. //
SEPA MÁS
ANDY Y LA MUERTE
- A los 9 años, Andy Warhol sufrió el ‘mal de San Vito’, una enfermedad que le ocasionaba incontrolables movimientos en las extremidades. Guardó cama por largas temporadas. De ahí su aversión a los doctores y hospitales.
- Hubo polémica en torno a su muerte. Primero se pensó que había sido un infarto tras una operación a la vesícula, pero los familiares sostienen que los enfermeros no lo atendieron como se debía.
- La escritora Valerie Solanas le disparó a Warhol tres veces en la entrada de su estudio en 1968. Un año antes ella le había entregado el borrador de una obra y este nunca se lo devolvió. Tras entregarse, fue internada en una clínica psiquiátrica.