Le costó decidirse a escribir un tercer libro autobiográfico que detallara su recorrido profesional en el Perú. La pandemia, sin embargo, le dio el gran empujón. Y qué bueno, piensa. El periodista argentino Guillermo Giacosa, pionero de los programas de conversación en la televisión nacional, locutor de radio, columnista y docente universitario, acaba de publicar el e-book Crónicas de un despedido crónico (Planeta). Con Somos habló de este y de todo un poco, como no podía ser de otra manera.
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–Hay un capítulo del libro titulado “Una duda, ¿habré traicionado a mi madre?”, que da cuenta de un artículo que usted publicó en Selecciones, revista que a ella no le gustaba nada. Lo entrañable del relato es el motivo por el que le desagradaba y el texto en cuestión referido a su primera experiencia en el transporte público de Lima...
Sí, mirá, mi madre no compraba jamás Selecciones porque ella era bibliotecóloga y profesora de literatura y pensaba que todos los grandes autores, tipo Cervantes o Quevedo, salían allí resumidos. Le parecía eso un crimen para vender más. Y me pregunto si la traicioné porque un día saliendo de una radio aquí, una señora se me acercó y me ofreció publicar un artículo mío escrito para un medio peruano en Selecciones. Me quedé asombrado y le dije que sí. Es un artículo en tono de humor, pero cuando salió en Selecciones, acá me atacaron muchísimo. Que si no me gustaba trasladarme en ómnibus, que me fuera, como si yo fuera un pituco. Al final yo seguí usándolo. Y mi mamá se mataba de la risa con todo.
–¿Cómo se llamaba ella?
Amanda María Amalia Eleuteria. Cuatro nombres tenía. Y, ¿sabés? Mi papá se llamaba Lorenzo Nolberto Giacosa. Mi hermano mayor: Federico Augusto Lorenzo. Por eso un día le planteé a mi vieja: “¿Por qué yo tengo un solo nombre?”. Y ella, que siempre tenía la respuesta perfecta, me dijo: “Guillermito, tu nombre es tan tan importante que no puede ser acompañado por otro” [risas]. A partir de ahí lo porto con orgullo. Ella nunca tuvo tendencia a la tragedia, todo lo resolvía alegremente.
–Qué lujo, ¿no?
Sí, claro... Una vez estaban pintando la casa y toda la cristalería había sido puesta sobre una mesa. Entonces viene mi hermano menor y comienza a sacudir una de las patas con mucha fuerza hasta que logra vencerla. Toda la cristalería de la familia, la que le regalaron en su boda, se hizo añicos. ¿Sabes cómo reaccionó Amandita?: “Vamos a almorzar y después recogemos esto”… Era formidable. A veces me decía: “Tú eres mi hijo, pero no eres mío”... Yo no puedo hablar de ella sin lagrimear, como lo estoy haciendo en este momento…
–¿Cómo le hacía saber que la quería?
Se lo decía. Y, bueno, una vez… Yo empecé a militar en el peronismo. Me fui a vivir en un barrio obrero por 10 años. Ya trabajaba en televisión y ser periodista en Argentina era medio peligroso en esa época. Empecé a recibir muchas amenazas de muerte. Mi vieja, que nunca se enfermaba, una noche se descompuso terriblemente. La llevo al médico al día siguiente y le pregunto: “¿Qué tiene, Amandita?”. Respondió: “Nada que usted no pueda curar. A su mamá la llaman para decirle que lo van a matar y sabe que a usted también lo llaman”. Justo, poco antes, yo había recibido una propuesta para trabajar en la FAO fuera del país. Salí del consultorio y acepté el puesto. Le dije a mamá al rato, como si no supiera nada, que me iba a vivir a Roma. Nunca me voy a olvidar su cara de felicidad. Y me fui.
–Usted ha cumplido 81 años y odia la palabra ‘octogenario’. ¿Cuántos siente que tiene?
La odio, sí. ¡Es horrible! Yo siento que tengo 55. Me siento bien, con ganas de ir para adelante. Eso sí, no paro con viejos. Solo se quejan de que les duele algo, que la cita con el médico [risas]. Me gusta mucho conversar con los jóvenes. He sido profesor muchos años, además. Aprendo de ellos como no tienes idea, tienen medio siglo menos que yo, qué interesante es para mí conocer cómo ven el mundo. Todo es novedad. Estoy fascinado con la mentalidad que tienen.
–Dentro de su larga experiencia conduciendo programas de TV y radio, no podemos obviar Informalísimo. ¿Por qué cree que fue un show de TV que la gente recuerda hasta hoy?
Sí, me impresiona que vengan chicos como de tu edad y me digan que se acuerdan de que lo veían de pequeños. El éxito radicó en la naturalidad. La única forma de llegar al otro es ser uno. Yo hablo igual siempre, digo lo que siento. Soy absolutamente transparente. Si meto la pata, salgo a contárselo a todo el mundo. Creo que los tres conductores éramos tal cual salíamos y eso a la gente le agradaba.
–Aldea global fue otro programa de radio también recordado. Allí coconducía con el escritor y periodista Renato Cisneros. ¿Cómo se conocen y qué lugar tiene él en su vida?
Renato fue alumno mío en la Universidad de Lima. Esto que te voy a contar es cierto. Yo en clase le dije una vez a sus compañeros: “Ustedes en el futuro van a contar que estudiaron con Renato Cisneros”. Desde jovencito siempre fue talentoso. Cuando terminó, lo jalé a que trabajara conmigo en varios espacios. Hoy es mi gran amigo, yo lo quiero mucho. Aunque el desgraciado diga que soy “un tronco útil” cuando jugamos pichanga [risas]. El cariño es recíproco, creo. Él ha contado alguna vez que yo le enseñé a hacerse el nudo de la corbata, que eso lo sintió como un gesto muy paternal; tanto, que pensó que le estaba sacando la vuelta a su padre… Es un tipazo.
–¿Ser fiel a usted mismo le ha costado muchos despidos?
Sí, pero no me quejo. No tengo casa, auto, nada. Pero no me importa un pito porque estoy bien. He sido siempre fiel a mí mismo y eso no lo considero un mérito o virtud. De hecho, es una boludez. No es que yo no quise dejar de serme fiel: es que no puedo. No puedo. Me agarran ataques de culpa.
–¿Cómo ha pasado su pandemia?
Bueno, nunca pensé que iba a ser una cosa tan horrible como la que estamos viviendo. Estuve acompañado por un amigo y su novia durante una etapa, luego ellos se fueron y estoy solo. Yo soy un ser particularmente sociable. Necesito hablar con la gente, abrazarla. No soy un robot. Por eso me hizo muchísimo daño al principio. Pero... hace como 40 años que no tengo una gripe, y este virus es de la familia de las gripes. Yo sé que muchas de estas enfermedades son de origen psicosomático. Te empiezan a contar los síntomas y empiezas a sentirlos. Hasta ahora lo he llevado bien, esperemos seguir así.
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–¿Se ha vacunado?
Aún no. El médico me lo ha recomendado. La vacuna todavía no está completa. Fíjate que Pfizer ya anunció que habrá una tercera dosis. Ahora tienen más información y me parece perfecto. Igual, yo me vacunaría –y no soy comunista– con la rusa. Me parece la mejor de todas. Los rusos, esta gente trabaja en serio. No sé, me inspira más confianza.
–Ha dicho que usted es un optimista trágico. ¿Qué razones sobre el futuro hay para optimistas pero bien parados en la realidad?
El tema fundamental que nos moviliza a todos los seres humanos es la supervivencia. Si yo dejo el optimismo de lado, me muero en cuatro días. Tienes que tener proyectos, buena compañía, querer aprender cosas y creer que todo está incompleto todavía. ¿Por qué trágico? Bueno, porque sé que el final será el mismo de una u otra forma y no lo podemos cambiar.
–¿Cuánto tiempo le dedica a leer noticias al día?
Hay días que mucho, una hora o más. Pero hay otros que tengo que apagar la computadora. Son tan negativas y se escriben tantas barbaridades. Hay una deshonestidad en ciertos medios de comunicación que me lastima.
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–Últimamente ha estudiado mucho la neurociencia. ¿Qué es lo más asombroso que ha descubierto de ella?
Empecé a leer sobre ella de manera informal, pero después me sumergí porque comencé a encontrar respuestas a muchos problemas. Uno puede aprender a conducir sus emociones. Lo que yo hago en mis cursos en línea es hacer que la gente trabaje sus emociones para que estas no te terminen manejando. Eso es muy peligroso. Cuando uno responde inmediatamente con una emoción, siempre la va a fregar. De lo mucho que he leído, lo que siempre se destaca es que no hay ningún comportamiento que no se inicie con una emoción. Aristóteles decía que nosotros pensamos con el corazón y tenía razón, porque en el corazón hay 80 mil neuronas también. Y decía, además, que el cerebro servía para enfriar la sangre, las emociones. Para que hagas una pausa y te preguntes, no te dejes llevar por el odio. A veces uno oye o lee a algunos muchachos en los medios y hablan con un odio…
–Cuánto de eso en Twitter...
Ah, es horrible. Me deprimen. Están tan poco pensadas las cosas que pone mucha gente. Son reacciones viscerales. Tengo respeto por la ideas ajenas, pero hay cosas que se dicen totalmente falsas. Las fake news me tienen enfermo. Sigo siendo más trágico que optimista respecto al futuro...
–¿Y con respecto al presente peruano?
Ay, Dios mío.. yo no voto, pero vivo desde hace 40 años acá y creo que tengo derecho a decir lo que pienso. Creo que son tan agresivas las campañas. Salen cosas terribles.
–¿Qué piensa de cada uno de los candidatos?
Mira, no conozco a Castillo. Tiene algunas dificultades para expresarse, pero Evo Morales también las tenía e hizo cosas interesantes. No hace falta ser un gran orador para ser gran gobernante. Y bueno, aquí se dice mucho: “Ellos no sabrán gobernar”. Pero decir eso en un país donde los que se supone que saben gobernar en los últimos 20 años terminaron presos o suicidados, con qué derecho dicen que no sabrán gobernar. No sé si Perú Libre sabe gobernar, pero sé que el fujimorismo no sabe gobernar.
–Finalmente, ¿qué tiene muchas ganas de hacer?
¿Te digo la verdad? Me quisiera enamorar. Es el único estado en el cual uno se siente flotando. Y no es que no se puedan enamorar de mí, porque soy encantador [risas]. Tener satisfecha esa necesidad de vivir y compartir ternura, respeto dentro de este colmo de situaciones adversas, sería sublime. Igual no tengo tendencia a la depresión. Amandita no me lo permite [risas].
HOMBRE DE MEDIOS
- Guillermo Giacosa empezó a trabajar en radio y TV en Argentina. Vivió en varios países ocupando distintos puestos. Ha sido asesor de organizaciones como Unesco o la FAO. Radica en Perú desde hace 40 años.
- Ha conducido, solo y en compañía, varios programas de TV. Entre los más recordados se cuentan Informalísimo, Mapamundi, 7.com. Todos emitidos por TV Perú.
- Asimismo, ha sido presentador de numerosos programas radiales. Entre ellos, Aldea global, Noche abierta, etc. También columnista en diarios y profesor en distintas universidades peruanas.
- Tiene otros dos libros autobiográficos: Jugar a vivir (2005) y Sábados en familia (2008).
CLASES ON-LINE
- El periodista dicta hoy un curso virtual para aprender a hablar en público (abordado desde la neurociencia y el manejo de las emociones). Ello a través de la plataforma www.clasepopular.com. El costo es de 39,99 soles.
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