Es la temporada para revisar tu lista de regalos de fin de año. Tienes que decidir a quién le vas a dar uno, pero también cuánto gastarás y, quizás también importante, qué resultados tendrá.
Si bien dar regalos puede hacerte feliz e incluso fortalecer las relaciones, un regalo no tan bueno puede tener el efecto contrario.
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“Elegir el regalo equivocado puede ser un poco arriesgado para las relaciones porque dice que no tienes nada en común”, dice Elizabeth Dunn, profesora de psicología en la Universidad de Columbia Británica, Canadá, y coautora de Happy Money: The Science of Happier. (“Dinero feliz: la ciencia del gasto feliz”).
Su investigación también mostró que los obsequios no deseados a veces pueden afectar negativamente la percepción del destinatario sobre el futuro de la relación.
Ya que no es deseable que un regalo cause más daño que bien, ¿cómo estar seguros de elegir un presente que le guste a la otra persona? La psicología puede tener la respuesta.
No te preocupes por el precio
La investigación ha demostrado que gastar más no siempre garantiza que un regalo sea bien recibido.
Un estudio encontró que cuanto más caro es un regalo, quien lo entrega espera que el destinatario más lo aprecie.
Pero por el contrario, quienes lo reciben no asocian el precio con su nivel de apreciación.
“Parece bastante intuitivo que si gastas más, darás un mejor regalo. Resulta que no hay evidencia de que los destinatarios sean sensibles al costo de un regalo cuando calculan cuánto disfrutarán de ese regalo”, dice Jeff Galak, profesor asociado de mercadotecnia en la Escuela de Negocios Carnegie Mellon en la ciudad estadounidense de Pittsburgh.
Galak, que estudia el comportamiento del consumidor y la toma de decisiones, reconoce que es normal que la gente gaste cierta cantidad debido a la tradición o las expectativas.
Pero una vez que alcanza ese costo, "no importa si compra algo más costoso", dice. El regalo en sí es lo que más importa.
Piensa a largo plazo
Galak dice que el truco para dar un buen regalo es pensar más allá del momento fugaz de entregarlo, un concepto que él y sus colegas Julian Givi y Elanor Williams descubrieron que es un tema común en los estudios sobre presentes.
“Cuando las personas dan regalos, intentan visualizar el momento en que lo entregan y la sonrisa en la cara del destinatario justo en ese momento”, dice Galak.
"Pero lo que les importa a los destinatarios es cuán valioso será el regalo a lo largo de un periodo más amplio", añade.
En otras palabras, puede que no sea emocionante ver a un amigo o familiar recibir una suscripción a un servicio de streaming de películas, por lo que es menos probable que alguien regalo eso.
Pero quien lo recibe realmente puede amarlo, ya que es un regalo que se puede disfrutar a lo largo del tiempo.
Olvídate de lo único
Galak también sugiere no obsesionarse con dar el regalo más exclusivo que existe. A veces, algo que muchas personas desean puede ser exactamente lo que la persona quiere.
Un estudio mostró que tendemos a centrarnos en los rasgos y la personalidad únicos de un receptor cuando les compramos algo.
Pero esta hiperespecificidad nos lleva a ignorar otros aspectos de sus deseos y necesidades, lo que puede hacernos comprarles un regalo menos valioso.
También tendemos a querer comprar regalos diferentes para varias personas, a pesar de que todos podrían estar felices con lo mismo.
Según Galak, para sentirse bien al dar obsequios, las personas sienten erróneamente que necesitan diversificar los regalos, incluso si con eso se pierde la oportunidad de dar un mejor regalo, más adecuado.
También se puede pasar por alto el comprar algo que la persona ya tiene, lo cual no es malo necesariamente.
¿Deberías regalarle esas zapatillas de entrenar que tanto ama tu amigo? Por supuesto, no evites regalar un par de reemplazo solo porque quieres ser único.
Comprar basado en intereses compartidos
Para comprar mejor, la profesora de psicología Dunn sugiere comenzar con algo que tengas en común con quien lo recibe.
“Las personas son mejores para elegir algo para sí mismas”, dice ella, “así que si tienes algo en común con alguien, busca algo que compartan, con la misma afinidad, porque lo que te gusta probablemente sea algo que le guste a esa otra persona”.
Para hacer un mejor regalo, piensa en un interés común que compartan y compra algo que la otra persona pueda experimentar, por ejemplo, entradas para conciertos o una clase de cocina.
La investigación también ha demostrado que regalar experiencias puede acercar a las personas, incluso si no disfrutas el momento con ella o él.
Preguntar qué quiere
¿Qué pasa si no hay nada en común?
Dunn recomienda simplemente preguntarle a la persona lo que quiere. De hecho, investigaciones muestran que las personas aprecian más los regalos que piden que los que no pidieron.
"La gente quiere ser creativa y sorprender al destinatario", dice Dunn, "pero el mejor regalo será lo que diga que quiere".
Galak está de acuerdo en que la forma más sencilla de hacer feliz a una persona con un regalo es preguntarle directamente.
No es una respuesta que le guste a la mayoría de las personas, dice, porque se supone que los buenos regalos son una "sorpresa", a pesar de que la ciencia ha refutado esto.
"Preguntarle a alguien lo que quiere es visto como un tabú. Y eso es una pena", señala.
"Todos estaríamos mejor si le diéramos a las personas lo que quieren".
No lo pienses demasiado
Al final del día, no te preocupes demasiado por dar un mal regalo: los presentes verdaderamente malos son raros.
A menos que algo sea muy inapropiado, la otra persona sentirá cierto nivel de apreciación.
Galak dice que en el transcurso de su investigación ha preguntado a miles de participantes sobre los regalos que han recibido, y rara vez escucha a alguien hablar sobre un mal regalo.
E incluso si le das un regalo por debajo de la media a alguien cercano, puedes ser salvado por tu consideración.
Eso ocurre porque cuando alguien da un mal regalo, hace que el receptor piense por qué la otra persona lo eligió.
"Cuando alguien hace algo desconcertante que debe explicarse, como dar un mal regalo, es cuando piensas en lo que piensa la otra persona", dice Nicholas Epley, profesor de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago.
Su investigación muestra que si su destinatario siente que al menos pasó mucho tiempo haciendo su selección, apreciarán el esfuerzo que se hizo.
En otras palabras, el viejo adagio "la intención es lo que cuenta" realmente podría ser cierto.
E incluso si no recibes el regalo correcto, alguien se sentirá bien en esa situación: tú.
"Cuando las personas que regalan ponen mucho esfuerzo en un regalo, se sienten más cercanas al receptor", dice Epley.
“Incluso si el receptor no se ve muy conmovido por la consideración, quien lo da sí”.
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