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César Miró, a 25 años de su partida: recordando al compositor de ‘Todos vuelven’

César Miró murió hace 25 años, el 8 de noviembre de 1999, a los 92 años, pues había nacido en Miraflores, el 7 de junio de 1907. Su figura como poeta, compositor, escritor y periodista, un hombre de letras muy completo, aún perdura en la memoria de los peruanos, sobre todo por un vals que compuso y dio la vuelta al mundo: “Todos vuelven”.

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César Miró vivió 92 años, hasta que en la tarde-noche del 8 de noviembre de 1999, al final del siglo XX, dejó de existir. Su vals "Todos vuelven" es u himno del migrante peruano. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
César Miró vivió 92 años, hasta que en la tarde-noche del 8 de noviembre de 1999, al final del siglo XX, dejó de existir. Su vals "Todos vuelven" es u himno del migrante peruano. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
Carlos Batalla

Su nombre completo era César Alfredo Miró Quesada Bahamonde, pero todo el Perú y el mundo lo conocía como César Miró. En el Perú fue amigo cercano de José Carlos Mariátegui, y en Francia, en París, donde estudiaba, hizo buena amistad con César Vallejo. Hombre de fuerte temperamento y a la vez de una enorme sensibilidad, César Miró estuvo preso en 1927 (dictadura de Augusto B. Leguía) en la Isla San Lorenzo y luego deportado junto a Jorge Basadre, acusados falsamente de conspiradores. Su vida acabó hace 25 años, a las seis de la tarde del 8 de noviembre de 1999. Pero su memoria ha quedado intacta.

César Miró no solo fue un periodista culto y un literato de rica sensibilidad, fue también un exquisito dibujante. Estudió en el Colegio La Inmaculada, a inicios de los años 20, y desde allí, en esa hermosa casona de la avenida La Colmena (Nicolás de Piérola), caminaba hasta la avenida Abancay para leer, horas de horas, en la Biblioteca Nacional del Perú (BNP).

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¿Qué leía el joven Miró? Sus amigos han dicho que en esos años Miró revisaba febrilmente los poemas de Francisco de Quevedo, y también los cuentos y novelas de los rusos Fedor Dostoievski y Leon Tolstoi. Pero su autor predilecto era, sin duda, el novelista francés Marcel Proust, a quien admiró al punto de hospedarse en Francia en los lugares por donde este pasó en vida.

Lima, 30 de junio de 1960. El escritor y compositor peruano César Miró recibió el Premio Amancaes de Oro. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
Lima, 30 de junio de 1960. El escritor y compositor peruano César Miró recibió el Premio Amancaes de Oro. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
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CÉSAR MIRÓ: EL AMIGO DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

Aún en el colegio, César Miró participó en la elaboración de periódicos escolares, pero sorprendió más cuando poemas suyos de la adolescencia se publicaron en la revista “Amauta”, que dirigía Mariátegui, quien le tenía una gran consideración personal. Como el propio Miró dijo en una entrevista: “El aprecio era a la persona, no a su ideología”.

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Luego, esos juveniles poemas aparecerían en Buenos Aires, Argentina, bajo el título de “Cantos del arado y de las hélices” (1929). La publicación se debió a las gestiones del poeta peruano Alberto Hidalgo, residente en tierras gauchas. El gobierno de Augusto B. Leguía (“oncenio”) lo apresó “por motivos políticos”, junto con Jorge Basadre, encerrándolos en la isla San Lorenzo. Después, los deportaron a México.

Una faceta poco conocida de César Miró nos llevará a Hollywood, Los Ángeles, California, donde trabajó para la Paramount como escenógrafo de una cinta relacionada con el Perú: “El tesoro de los incas”; también se aventuró a actuar en la película “El milagro de la calle mayor”; y hasta participó en la elaboración del guion del filme: “El Cadillac amarillo”.

Lima, 2 de febrero de 1971. Miró cumpliendo una labor social y homenajeado a la vez. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
Lima, 2 de febrero de 1971. Miró cumpliendo una labor social y homenajeado a la vez. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
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Al regresar al Perú, colaboró en el diario El Comercio con artículos y notas en las que se hizo conocido justamente como ‘César Miró’. Fue un buen lector y dedicado estudioso de nuestro tradicionalista Ricardo Palma, de quien se volvió un especialista investigador.

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CÉSAR MIRO: FINAMENTE CRIOLLO

Casi podría decirse que hoy no hay ningún peruano que no haya escuchado, alguna vez en su vida, el vals ‘Todos vuelven’ (’Todos vuelven a la tierra en que nacieron, / al embrujo incomparable de su sol, / todos vuelven al rincón donde vivieron, / donde acaso floreció más de un amor… “).

Es su más conocida composición, con música de Alcides Carreño. La canción no fue escrita en un lugar del Perú, sino en los Estados Unidos de América, y en un primer momento no fue un vals, sino una canción pensada para el guion de una película que no llegó a filmarse nunca.

El 29 de agosto de 1959, Cesar Miró entrevistó a un invitado en un set de televisión en Lima. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
El 29 de agosto de 1959, Cesar Miró entrevistó a un invitado en un set de televisión en Lima. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
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A su retorno de Norteamérica, César Miró la transformó en un auténtico vals. Y así lo cantó, por primera vez, en 1943, la intérprete peruana Jesús Vásquez. Por una rara coincidencia, la otra canción famosa que compuso, “Malabrigo”, también la hizo pensando en una película que supuestamente haría con la colaboración de su amigo José María Arguedas. La canción quedó para la gloria del autor.

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Miró era un limeño de los de antes: con gracejo e ingenio a flor de piel. Por eso, su vínculo con el criollismo musical no sorprendió a nadie. A “Todos vuelven”, el canto del inmigrante, y al triste con fuga de tonderoMalabrigo”, se sumaron canciones como “Se va la paloma”, dedicado a la Virgen del Carmen de Barrios Altos.

CÉSAR MIRÓ: UN HOMBRE DE ESPÍRITU INQUIETO

El escritor y compositor fue también un conspicuo miembro de la Academia Peruana de la Lengua y de la Sociedad Bolivariana; así como embajador del Perú en la Unesco. No obstante, en el fondo, César Miró tenía el espíritu de un viajero impenitente.

En la década de 1950, trabajó en el Ministerio de Educación, en la Dirección de Cultura (antecedente del Instituto Nacional de Cultura - INC); asimismo, enseñó Historia de la cultura y obtuvo el grado de doctor en Literatura en Francia. Su tesis se tituló: “La imagen del Perú en Voltaire”. Miró sería incluso presidente vitalicio de la Asociación Peruana de Autores y Compositores (Apdayc).

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Aunque suene extraño decirlo, y a pesar de haber hecho todo lo enumerado, César Miró tenía un curioso título profesional: el de Contador Público, pero nunca ejerció la carrera. Lo que sí disfrutó hacer fue radio y televisión.

Esos medios de comunicación fueron unos imanes para él, se sentía un comunicador nato, y sin duda fue uno de los primeros “promotores culturales” del país. De eso podían dar fe personajes como Humberto Martínez Morosini y Luis Jaime Cisneros, con quienes trabajó codo a codo.

La muerte de César Miró enlutó a todo el país, en ese momento finisecular. Todos recordamos las letras de sus valses, "Todos vuelven y "Malabrigo", entre otros. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
La muerte de César Miró enlutó a todo el país, en ese momento finisecular. Todos recordamos las letras de sus valses, "Todos vuelven y "Malabrigo", entre otros. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)

Miró siempre vivió orgulloso de sus orígenes, porque intuyó que su dedicación a las letras y al periodismo provenía de la fuente nutricia familiar. Fue hasta el último momento un hombre agradecido con la vida y nunca dejó de expresar su profundo amor al Perú.

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Su visión de la vida, más allá del arte, incluía la búsqueda de una vida familiar. Se casó, en primeras nupcias, con la poeta uruguaya Blanca Luz Brum, la viuda de Juan Parra del Riego. Luego contrajo matrimonio con Carmen Montoya Parodi, con quien tuvo un hijo, un nito y un bisnieto.

Una semana después de su muerte, en el Suplemento El Dominical, el editor y escritor Alonso Cueto recordó una frase del compositor: “Para mí no hay nada mejor que levantarme una mañana y escribir algo”. César Miró representó eso: el placer maravilloso de una vida sencilla.

Cuenta la historia - La casa de El Comercio
En este episodio de Cuenta la Historia, se narran detalles de la construcción de uno de los íconos arquitectónicos de Lima, el edificio del Diario El Comercio. Para ello, Gonzalo y el abuelo se remontan a 1919, año en que una turba instigada por el entonces presidente Augusto B. Leguía atacó e incendió parte del local donde funcionaba la redacción de El Comercio. En respuesta, don José Antonio Miró Quesada ordenó construir un nuevo edificio en la misma locación, que sea tan imponente como una fortaleza. Este año, la casa de El Comercio cumple 100 años de inaugurada y lo celebramos rememorando algunos momentos y personajes históricos que pasaron por ahí.

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