La valiente mujer que arriesgó su vida para salvar a sus hijos y nietos de morir carbonizados en un incendio en la Lima de los 80
El siniestro se inició cuando una vela prendida cayó sobre una maleta de cuero que estaba llena de ropa en su casa de Comas. La madre de familia sufrió quemaduras en el rostro, cuello y pecho.
Eran finales de 1984, cuando un suceso estremeció a todos los peruanos. Esa vez, Teodora Muñoz Borja arriesgó su vida para salvar a sus hijos y nietos de morir carbonizados en un incendio ocurrido en su casa de Collique, en Comas. Este valiente acto le ocasionó quemaduras en el rostro, cuello y pecho.
Su hijo menor también sufrió quemaduras de primer y segundo grado. El siniestro barrió con toda su casa y la dejó sin cosas materiales. Sin embargo, la ayuda de los vecinos, Defensa Civil, INABIF y El Comercio, hicieron que, poco a poco, reconstruyera su nuevo hogar.
Voraz siniestro
A las seis de la mañana del miércoles 31 de octubre de 1984, un incendio de grandes magnitudes se inició en una casa de la avenida Revolución, en Collique, Comas. Dentro del domicilio, estaban durmiendo Teodora Muñoz Borja, de 42 años de edad, junto a sus hijos y nietos. Al darse cuenta del fuego, la madre de familia se levantó rápidamente de su cama y empezó a sacar, uno a uno, a los más pequeños. El humo hacia complicada la labor. Podía morir en el intento.
Por eso, Teodora despertó a sus hijas mayores, quienes la ayudaron a evacuar a casi todos los menores que faltaban. Solo quedaba rescatar a Cristhian, el hijo más pequeño de nueve meses de nacido. Es así como Muñoz entró al cuarto y vio que la cuna de su retoño estaba rodeada de fuego. No lo pensó dos veces y sacó al bebe de su cama. Este valiente acto le causó quemaduras en su rostro, cuello y pecho.
El pequeño también tuvo quemaduras de primer y segundo grado. Por eso, ambos fueron trasladados de inmediato a distintos nosocomios limeños. El menor fue internado en el Hospital del Niño, en Breña. La valerosa madre fue trasladada al Hospital Arzobispo Loayza, en el Cercado de Lima. Allí la atendieron, pero la mandaron a su casa “porque no habían camas”. Su increíble accionar había logrado sacar con vida a sus siete hijos y seis nietos del terrible siniestro.
Declara para El Comercio
Horas después de empezado el siniestro, los bomberos llegaron hasta la casa de Teodora en Collique. Allí lograron apagar el incendio con la ayuda de los vecinos de la zona. Los hombres de rojo revelaron que una vela prendida sobre una maleta de cuero con ropa fue la que ocasionó la tragedia. Horas más tarde, la admirable madre y sus hijos fueron acogidos en una casa vecina. Su rústico hogar había quedado completamente destruido.
Hasta ese lugar, llegó un reportero de El Comercio. El cronista del diario decano logró entrevistar a la valiente mujer: “No me importó lo que me pudiera pasar. Yo solo quería sacar a mis hijos y mis nietos, quienes estaban durmiendo tranquilamente y podían morir carbonizados”, dijo Teodora, mientras se recuperaba de sus graves heridas.
Según Muñoz, el fuego se inició en su cuarto. “Al ver el peligro me paré rápidamente de mi cama y empecé a sacar uno por uno a mis hijos y a mis nietos, quienes estaban durmiendo”, añadió. Al ver que el incendio se extendía rápidamente, gritó logrando despertar a sus hijas mayores. Minutos después, tuvo que arriesgar su vida por salvar a su bebe de pocos meses de nacido: “Mi hijo menor, Cristhian Castro Muñoz, estaba en su cunita y logré sacarlo a pesar del fuego. Un poco más y moría carbonizada”.
Finalmente, Teodora reveló que tenía diez hijos y que su esposo, Víctor Castro Julián, había salido a trabajar una hora antes del siniestro. Esa tarde, los hijos y nietos de la osada mujer fueron a su casa para ver que podían rescatar entre los escombros. La familia temía haberlo perdido todo.
Clama por ayuda
Al día siguiente, el 1 de noviembre de 1984, Teodora Muñoz le confesó a El Comercio que necesitaban ayuda porque habían perdido todo lo que tenían. Al punto que sus hijos y nietos solo contaban con la ropa que llevaban puesta y no poseían nada para comer. Los vecinos del lugar estaban ayudándola dándoles un poco de comida y algunos abrigos. También los hospedaron en una casa.
“Al iniciarse el incendio yo pensé en sacar a mis hijos y nietos para que no mueran carbonizados. En esos momentos ni intenté salvar mis pertenencias. Cuando me di cuenta todas mis cosas estaban destruidas”, dijo la madre de 42 años. El trabajo de su esposo, que era vendedor ambulante, no les alcanzaba para reconstruir su casa. Además, ellos vivían con sus tres hijas que estaban casadas.
Los recursos económicos de ellas tampoco les servían de mucho. “Nuestra situación es realmente desesperante. Hemos perdido todo en el incendio. Ahora yo recurro a la sensibilidad humana para pedir alguna ayuda que permita reconstruir nuestro hogar”, dijo, consternada, Muñoz.
Muestras de solidaridad
El viernes 2 de noviembre de 1984, las cosas cambiaron rotundamente para Teodora y su familia. Defensa Civil llegó hasta Collique e instaló dos carpas grandes en el terreno donde sucedió el incendio. Además, les entregó camas, ropa, comida y varios juegos de ollas. Horas antes, la ama de casa fue llevada al Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (INABIF) para recibir más ayuda.
En lo que quedaba de su casa de Comas, su esposo Víctor, junto a sus hijos y nietos, estaban terminado de limpiar el terreno donde les instalaron las carpas. Ellos agradecieron a El Comercio por la difusión de su pedido e indicaron que estaban muy felices por la ayuda recibida. “Teniendo provisionalmente donde dormir, comida y vestimenta, empezaremos de nuevo a levantar nuestro hogar. Tendremos que trabajar duro pero lo lograremos”, dijo Castro.
También reconocieron el apoyo de los vecinos, quienes desde el primer momento se preocuparon por ellos. “Felizmente no nos abandonaron. Hemos tenido suerte, a pesar de todo”, dijo Víctor. De esta manera, empezaron a reconstruir su nuevo hogar con la ayuda de varias instituciones. Es así como finalizó la historia de coraje de una valiente mujer que arriesgó su vida para salvar la de sus hijos y nietos de morir en un incendio en Lima hace más de 30 años.
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