Inmigración en el Perú: cuando 626 europeos llegaron al Callao huyendo de la II Guerra Mundial
El 24 de febrero de 1948, el primer grupo de inmigrantes europeos víctimas de los horrores de la guerra llegó al país por un convenio realizado por el gobierno peruano y el Comité Intergubernamental de Refugiados.
A finales de la década del 40, Europa aun vivía las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Sin hogar ni trabajo, cientos de personas decidieron dejar sus ciudades para buscar un nuevo futuro. Este es el caso de los 626 inmigrantes europeos que llegaron al Callao la mañana del 24 de febrero de 1948.
Este grupo de personas llegaron a bordo del navío norteamericano ‘General W. M. Black’ que partió a principios de febrero del puerto italiano de Nápoles. Este sería el primer grupo de inmigrantes europeos que llegaría a nuestro país gracias al convenio realizado por el gobierno peruano y el Comité Intergubernamental de Refugiados.
Funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores y el prefecto del Callao Nestor Gambeta subieron a inspeccionar la nave y constatar el buen estado de salud de los viajeros.
De los 626 inmigrantes europeos, la mayoría eran yugoslavos y los demás polacos, checoslovacos y húngaros. De los 552 adultos, unos 399 eran varones y unas 153, mujeres. La gran mayoría eran agricultores que venían contratados para trabajar en algunas haciendas. Además habían mecánicos, obreros, sastres, especialistas en viticultura, torneros, panaderos y personas de diversos oficios, siendo muy reducido el número de servidores domésticos.
A pocas horas de llegar al puerto del Callao, dos mujeres embarazadas dieron a luz a dos niñas. Las madres y sus bebes fueron trasladadas en ambulancias hacia la Maternidad de Lima.
Después de sortear algunas dificultades por el idioma y el nerviosismo de los viajeros, periodistas del decano lograron obtener algunas declaraciones sobre sus expectativas en nuestro país.
Primeras impresiones del Perú
Carevic Ivo, un joven con aspecto de atleta, declaró ser un mecánico de automóviles. “Lo único que tengo que ofrecer es mi trabajo, mis brazos que saben su oficio”. Uno de los agricultores yugoslavos dijo saber que los campos del Perú eran muy productivos. Él venía contratado para trabajar en una hacienda y deseaba cuanto antes trabajar.
Un grupo de polacos manifestaron que no dudaron en aprovechar la oportunidad de emigrar al Perú. Ellos querían dejar atrás el infierno que habían padecido en la Segunda Guerra Mundial. Sabían que en tierras peruanas había gente muy hospitalaria y podrían trabajar tranquilamente.
A un fundidor y su esposa, ambos húngaros, solo se les entendía la palabra Perú. Sus rostros reflejaban mucha alegría de haber llegado sanos y salvos. Mientras nuestros periodistas conversaban con estas personas, se escuchaban algunos cantos yugoslavos.
Antes de ser trasladados al colegio militar Leoncio Prado, todos grandes y chicos almorzaron por última vez a bordo. Para muchos su destino final era Arequipa, Junín, Huánuco y Cusco.