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La historia del Estandarte de Pizarro obsequiado a José de San Martín y que Francisco Bolognesi trajo al Perú en 1862

En una nota publicada en El Comercio el 18 de enero de 1862, se daba cuenta de la llegada al Perú del coronel Bolognesi y del teniente García y García con tan valioso encargo.

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Miguel García

Entre los pasajeros del vapor “Bogotá”, que arribó al Callao en enero de ese año, se encontraban el coronel y el teniente de artillería Vidal García y García, comisionados ambos por el embajador del Perú en Francia para entregar al presidente de la República el Estandarte de Pizarro, que la Municipalidad de Lima obsequió al general José de San Martín (1778-1850) y que este ordenó en su testamento le fuera devuelto al Perú, señalaba la nota del decano.

El general argentino José de San Martín había escrito en su testamento una cláusula adicional por la que expresaba su voluntad de que al fallecer el Estandarte de Pizarro que él había recibido en calidad de obsequio de parte de la Municipalidad de Lima, fuese retornado al Perú, deseo que se cumplió escrupulosamente después de morir.

“Es mi voluntad que el estandarte que el bravo español don Francisco Pizarro tremoló en la conquista del Perú sea devuelto a esa República, siempre que su gobierno haya realizado las recompensas y honores con que me honró su primer Congreso”, consignaba en su testamento.

Libertador José de San Martín. (Foto: Museo Histórico Nacional/Internet)
Libertador José de San Martín. (Foto: Museo Histórico Nacional/Internet)

Voluntad de José de San Martín

Su voluntad fue cumplida puntualmente en 1861, en tanto fue en ese año que tan valioso objeto fue puesto en manos de un funcionario del Perú. Este luego lo entregó al futuro héroe de Arica, quien realizaba una misión importante en París. En noviembre los restos de San Martín habían sido trasladados de la Catedral de Bolougne Sur Mer a la Iglesia de Brunoy -a 25 kilómetros de París- para depositarlos en la tumba de su nieta. Esta decisión fue tomada por Mariano Balcarce y Mercedes San Martín de Balcarce, hija del libertador.

Para el traslado no hubo ceremonia oficial, pero la hija de San Martín hizo cubrir el féretro con el Estandarte de Pizarro otorgado por acuerdo unánime en abril de 1822, en reconocimiento a su obra libertadora.

Culminada la inhumación de los restos del libertador, la comitiva se dirigió a la residencia de los esposos Balcarce-San Martín. Allí en ceremonia solemne se devolvió el Estandarte al embajador del Perú en Francia, Pedro Gálvez.

Texto de El Comercio que indica la llegada del coronel Bolognesi con el histórico Estandarte de Pizarro. (Foto: GEC Archivo Histórico)
Texto de El Comercio que indica la llegada del coronel Bolognesi con el histórico Estandarte de Pizarro. (Foto: GEC Archivo Histórico)

Como Bolognesi se encontraba esos días en París, el doctor Gálvez le confió la caja que contenía el inestimable objeto con una inscripción que decía: “Estandarte real del conquistador Pizarro regalado al excelentísimo señor José de San Martín, fundador de la libertad del Perú, por la Municipalidad de Lima, el 3 de abril de 1822″.

Apenas Francisco Bolognesi llegó a Lima, hizo entrega de lo recibido en París al presidente Ramón Castilla, quien dispuso que se conservase en una sala del Ministerio de Relaciones Exteriores, que ocupaba una parte de Palacio de Gobierno que daba a la calle Pescadería.

Allí estuvo hasta el 6 de noviembre de 1865, cuando triunfa la rebelión encabezada por el coronel Mariano Ignacio Prado contra el gobierno del general Juan Antonio Pezet, por haber firmado con España el lesivo Tratado Vivanco-Pareja. En medio de los desórdenes, el pueblo invadió Palacio de Gobierno destruyendo el histórico Estandarte de Pizarro.

Presidente Ramón Castilla. (Foto: Internet)
Presidente Ramón Castilla. (Foto: Internet)

El otro Estandarte

Pero con los años los historiadores han concluido que la prenda obsequiada a José de San Martín no fue exactamente la que trajo Francisco Pizarro al Perú, al conquistar el Imperio de los Incas.

El Estandarte que pasó a manos del libertador como muestra de agradecimiento del Cabildo de Lima era el estandarte real que se sacaba en procesión por las calles de la capital cuando tenía lugar la celebración de algún importante acontecimiento, estandarte que tenía una antigüedad semejante a la de Lima (y no por ello menos valioso que el primigenio).

Según una versión no confirmada, el que trajo Francisco Pizarro fue dejado por él en la Catedral del Cusco, donde la encontró el mariscal Antonio José de Sucre, al llegar victorioso después del triunfo de Ayacucho. Sucre, tras conocer la existencia de este símbolo de la dominación española, se lo envió a Simón Bolívar.

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