El fuego en la Amazonia y la salud pública
Desde el 1 de enero hasta el 24 de agosto de este año, el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE), ha documentado 76,620 incendios causados por el hombre en la Amazonía brasileña, un número 80% mayor, que el registrado durante todo el año pasado. El humo es tan abundante que puede verse desde el espacio e hizo que la tarde se vuelva noche en la ciudad de Sao Paulo la semana pasada. Es decir, la selva amazónica -que produce 20% del oxígeno del planeta, representa más de la mitad de las selvas tropicales y tiene la mayor biodiversidad del mundo- se esta incendiando. Hoy veremos cómo este hecho, enfrenta nuevamente a la ciencia con la política y los negocios.
Efecto invernadero
Una de las sensaciones mas agradables -en el invierno- es entrar a un automóvil que ha estado estacionado durante algunas horas a pleno sol. El aire adentro del vehículo se siente mucho mas tibio que el frío aire de la calle. Ese es el efecto invernadero. Lo que ha sucedido es que los rayos solares que entraron a través de los vidrios, calentaron los materiales dentro del carro, generando calor. Debido al diferente tipo de radiación, ese calor no puede salir a través de los vidrios, por lo que se acumula dentro del vehículo, calentando su interior. Aprovechando de ese mismo fenómeno, horticultores europeos, construyeron habitaciones con techos de vidrio desde el siglo XVII, y empezaron a cultivar frutas tropicales, que por el frío clima, no hubieran podido hacer. Esas construcciones fueron llamadas invernaderos, por su capacidad de generar y almacenar calor en su interior.
Ahora imagine, estimado lector, a nuestro planeta como un gigantesco invernadero. En este, los rayos solares ingresan, calientan la superficie de la tierra y generan calor, calor que rebota a la atmósfera, la que, actuando como un gran vidrio, hace que parte del calor se vaya al espacio, pero retiene parte de el, permitiendo la vida. Se calcula que si no tuviéramos atmósfera, la temperatura en la superficie de la tierra sería de -33 C°. Gracias a ese natural efecto invernadero, la temperatura promedio es 14 C°.
Ahora, imagine que debido a la acumulación de ciertos gases producidos por el ser humano (gases de efecto invernadero) -que actúan como un aislante- se impida que parte del calor generado en la superficie, abandone la atmósfera. Sin duda, eso haría que aumente progresivamente la temperatura en la superficie de la tierra, un fenómeno llamado calentamiento global, realidad que se viene documentando desde hace 150 años.
Entre los varios gases de efecto invernadero, el mas importante es el dióxido de carbono (CO2), gas que tiene mucho que ver con los incendios en la Amazonía.
Curva de Keeling
En 1958, el científico norteamericano Charles Keeling, desarrolló un método para medir la concentración de CO2 en la atmósfera y empezó a documentar su variación diaria. En 2016 -y después de millones de años- se sobrepasó el nivel de 400 partes por millón (ppm). Para entender ese número, veamos que la primera medición en 1958, fue de 313 ppm, y la última, del 21 de agosto, es de 409.51 ppm. Se considera que antes de la revolución industrial, la concentración de CO2 era de solo 280 ppm.
Dos son los fenómenos que explican el enorme aumento del CO2 en la atmósfera (y por tanto responsables del calentamiento global), el uso de combustibles derivados del petróleo y la deforestación.
Ciclo del carbono
Para entender el papel que cumplen los bosques en la regulación del medio ambiente, es muy importante recordar el ciclo del carbono. Primero, la atmósfera se llena de CO2 proveniente de la respiración de animales y el uso de combustibles derivados del petróleo. Segundo, una gran parte de ese CO2 es usado por las plantas para -mediante la fotosíntesis- producir energía (azúcar) y oxígeno. Tercero, en su búsqueda de energía, los animales comen plantas y se comen entre ellos, intercambiándose el carbono. Cuarto, al morir, los animales y plantas se descomponen en las selvas, convirtiéndose en depósitos o sumideros de CO2, impidiendo que el gas vaya masivamente a la atmósfera. Parte de ese CO2 va a la atmósfera y se repite el ciclo.
De ese ciclo, vemos entonces la extraordinaria contribución de los bosques, quienes -al usar el CO2 del aire y actuar como sumideros de CO2- disminuyen el nivel de CO2 de la atmósfera. Ahora entendemos entonces, que con menos Amazonía, la concentración de CO2 seguirá subiendo, aumentando el calentamiento global y los problemas de salud asociados. También de ese ciclo, podemos ver que la humanidad esta ejecutando sin misericordia, las dos acciones que mas elevan el nivel de CO2 de la atmósfera, el uso de combustibles fósiles y la deforestación.
La política del cambio climático
A pesar de todas las evidencias científicas, muchos políticos, entre ellos Donald Trump y Jair Bolsonaro, han expresado públicamente que creen que el calentamiento global es un invento que interfiere con sus políticas de desarrollo económico.
En el caso de Brasil, Bolsonaro ha expresado claramente su apoyo a los agricultores y ganaderos que están deforestando la Amazonía para propiciar los negocios. Al publicarse los datos del número de incendios en la Amazonía, Bolsonaro despidió al jefe del INPE, acusándolo de fabricar datos para perjudicar los negocios del país.
Es decir, una vez mas, la ciencia y la salud pública -esta vez la salud global de la humanidad- están enfrentadas contra la política y los negocios. El problema es, que esta vez, la selva Amazónica podría convertirse en una gran sabana, destruyendo nuestra propia existencia.