Encerar, pulir
GRANDES MAESTROS DE TODOS LOS TIEMPOS
[AVISO URGENTE DEL BLOGGER: No sé cómo pedirles disculpas a todos. Ayer por la tarde tratamos de colgar este post pero la tecnología se ensañó hasta hace unos minutos con este pequeño blog y nos dejó con el post incompleto y sin la opción de comentarios. Afortunadamente, ya pudimos arreglar el problema. Ojalá que no haya causado mucha incomodidad este impase. Allí va el post, espero que les guste (y que no sea demasiado tarde). Un abrazo. PC]Necesito un maestro Miyagi. He llegado a la honesta conclusión de que no sé nada. Me siento un cinturón blanco (con la mente en blanco). Oh, gran maestro, me siento tan perdido. Me cortaron las piernas y aún queda un round más (el decisivo). Necesito una palabra sabia, necesito esos años que aún no he vivido. Quiero encerar y pulir, pintar toda la cerca, quiero comenzar de cero. Busco a un sensei que me escuelee, porque la fuerza ya no está conmigo.
Cuántos grandes patriarcas, cuántos ancestros que te enseñan la delgada línea entre el bien y el mal (y nosotros buenos rebeldes que nunca les hacemos caso). Cuántos maestros, todos viejos, cabezas de nieve, con el evangelio escrito y sacramentado. De este recuento, me quedo con el criollo y travieso maestro Miyagi (el nunca tan bien querido Pat Morita), porque Yoda era demasiado irreal y porque el Amo del Calabozo en lugar de entregarme tranquilidad, me perturbaba.
Todo peleador sin ley merece su voz interior, su Pepe Grillo senil. Entonces, al inofensivo y torpe Daniel-San (en Karate Kid) se le aparece, el maestro e irónico Miyagi para arreglarle la bicicleta destrozada y enseñarle primero a matar una mosca con palitos de comida oriental antes de ilustrarlo en las recónditas artes de la fulminante grulla.
Antes de Miyagi, ese guerrero que muchos tenemos dentro escuchó las prédicas de ese apóstol del refrán llamado Yoda. Con el discurso siempre al revés pero con el decálogo de los grandes soldados: “hazlo o no lo hagas, pero nunca lo intentes”. Gracias maestro Yoda por señalar el camino y por ser el pensamiento que enciende la luz. El lado oscuro no podrá conmigo, simpático y liliputiense Yoda. Tengo una libreta para escribir quinientas veces tus indicaciones. Porque sé que un gran maestro es una parábola en tránsito, un ave de paso que por su fugacidad queda grabada para siempre.
(…)
Estoy tan cansado, quiero escribr más cosas pero no puedo. Solo pronuncio “salud, maestro” y cierro los ojos. Mi álbum de “grandes docentes de la calle de todos los tiempos” sufre alguna extraña alteración y en medio de tantos viejos queridos alucino que se me acerca Fito Páez (quien por tanto exceso, no desentona en este asilo de sabiduría y poder). Con su acento argentino, y acomodándose la cola (me lo imagino noventero, como en circo Beat), Fito me canta: “no es bueno nunca hacerse de enemigos que no estén a la altura del conflicto”. Tanta verdad, tanta música. Escucho “Al lado del camino” y he decidido a partir, a saldar esas viejas cuentas que se imponen en tiempos donde todos contra todos.
Todos alguna vez tuvimos (o tenemos) un Lex Luthor, un Guasón favorito, un Cobra Kai. O quizá un Vegeta o un Cell, o mejor un Arles o un letal Darth Vader. Hay que salir a enfrentar, hay que amarrarse el cinturón y elegir la mejor de las espadas. He salido de casa para enlorarme en un ejército donde soy el único que falta. Pero siento que no sé nada, que desconozco lo esencial. No tengo armas y hace mucho tiempo me entregaron por treinta monedas.
Me siento perdido y busco voces a pesar de que hace mucho no escucho. El escenario ideal es una suerte de Consejo Jedi (sí, igual como presentaron los premios Oscar a mejores actores). Uno a uno, hacen su aparición: Miyagi, Joda, el Maestro Yaga de Los Thundercats, el maestro Roshi de Dragonball y en el fondo una pantalla con el padre de Febo (del Vengador). Quizá en este consejo donde vale el saber haga falta el maestro del Caballero Dragón o Splinter de las Tortugas Ninja, quizá me falte un póster de Bruce Lee (para que después aparezca en su versión bamba como en “Retroceder nunca rendirse jamás”).
Escucho al Consejo Jedi y me dicen que sí se puede, que concentre la energía, que sepa esperar, que sorprenda al otro. Voy a ser el mejor corazón valiente. Tengo una misión y la cumpliré grandes maestros. Tú que me estás leyendo. Ya estoy listo. Encerar, pulir. ¡Nat-Su-Kao! (el grito de Kickboxing). Aquí te espero. No habrá kriptonita ni kamehameha que me venza. Estaba exhausto pero esas voces sabias fueron el aliento y sus mensaje fluyen en la sangre que circula más roja que nunca.
Soy un padawan naciente, un caballero sin armadura, pero ya no me siento desorientado. Me cortaron las piernas pero mis maestros me dan la mano para seguir adelante.. Recorreré todas las estaciones y te encontraré. Te arrepentirás siempre, te arrepentirás ahora.
Aquí estás, aquí estoy.
(…)
¿Cuál fue tu gran maestro? La televisión y el cine están copados por la sabiduría y las leyendas. Grandes maestros de tu vida y la mía. Aquellos que siempre fueron viejos. Aquellos eternos, sorprendentes, diminutos, pero siempre más fuertes que tú (karate no aquí, karate aquí). Disciplina, filosofía, bibliotecas que respiran, oráculos que sí ven. Son como parte infaltable de una escenografía preestablecida. Nunca debe faltar el viejito chato y sabelotodo, aquel que pondrá las pruebas más absurdas para enseñar lo más importante.
Me caen bien estos señores de túnica y bigotes interminables. La vida es una cadena donde debería estar prohibido retener el conocimiento. Algunos leen a Freud, otros se castigan con Coelho, otros usan la línea 0-800 y otros como yo sueñan con ese Consejo Jedi (con invitados).
Frases geniales como “hazlo o no lo hagas, pero nunca lo intentos” de Yoda o esta “mejor forma para evitar golpe, no estar allí” de mi maestro Miyagui, añorado Pat Morita (Arnold de “Los Días felices”). He mencionado a algunos cuantos pero siempre hay más. Seguiré ensayando la grulla imposible, seguiré buscando la energía que no tengo.
Confieso mi repetida debilidad por las clases magistrales, tengo la repentina alucinación de que con tantas moralejas, en un día lejano, pueda decir que al final algo aprendí.
¿Cuál es el maestro de la televisión o el cine que más recuerdos te trae? ¿Miyagi o Yoda? ¿Obi Wan Kenobi o Splinter? ¿El padre del Vengador o el Maestro Roshi? ¿Qué nombres agregarías a esta lista? ¿Rescatarías algunas frases de estos grandes maestros? ¿Les gustó mi Consejo Jedi con invitados?
Ahora sí, la palabra es de ustedes (los leo)
[La escena memorable de "encerar, pulir". Lo encontró solo en esta versión en inglés. Igual está buena]
[Pequeña muesta de la verdadera sabiduría que contagiaba el Maestro Yoda al buen Luke Skywalker]
[El mañosazo del Maestro Roshi en lo que fue el primer "kamehameha". La traducción no me parece que sea exacta]
[Uno de mis favoritos, el Maestro del caballero Dragón de Los Caballeros del Zodiaco]
EL NOSTÁLGICO DE LA SEMANA
[Esta canción sí me gusta mucho. El eterno Buddy Richard y esa certera advertencia llamada “Si me vas a abandonar”. Me quedo con esta versión del cantante chileno, hace 27 años, una mezcla de Eddy Santiago con Guillermo Francella (pero con vozarrón). Prefiero olvidar a ese pelado-Mario Bros-árbitro de Soccer que vino a Lima hace un par de años. Como dice la letra, “solo me resta decir adiós y que seas muy feliz”. Bailo en blanco y negro. ¿Quién se une?]
LO MÁS CURSI
[Un controvertido ampay de televisión me obliga prácticamente a poner esta canción, himno de amores imperfectos. Me los imagino (sí a los dos) cantando esta canción. Seguimos con los dúos, ahora Guillermo Dávila y Kyara con el hit "Tesoro mío". Va para ese guerrero felino golpeado injustamente. La vida personal no cuenta, importa lo que vimos en la cancha, estamos contigo]