Amores perros
LA NOSTALGIA DE LAS MASCOTAS QUE NO ESTÁN O DE LAS QUE QUIEREN IRSE
En memoria del buen Skipy
¿Es verdad lo que mamá me dice? El otro día cuando te sentaste a mi lado presentía que tu cansancio no era normal. Saque la cuenta y calculé que debes tener unos 70 años si seguimos con la cronología humana. Aún corres, aún te alegras, aún me reclamas mordiendo mis zapatos por haberme ido de casa y dejarte sin tu cómplice justo y necesario. Me dicen que estás muy enfermo, que ha aparecido una suerte de tumor cerca de tu abdomen y que está creciendo. Creo que tendremos que ir a la doctora, es inevitable y ya sé que no te gusta. Sé que tienes tanto miedo como yo pero vamos a ser valientes, carajo. Es un simple bulto, no será nada más. Llegaste hace diez años, en el mejor momento, cuando quizá yo más te necesitaba. Cuando estuve de viaje me comentaban en casa que ya había llegado la nueva mascota. “Es un perro que ladra como loco”, me dijo mi hermana Pilar. Al escucharlo por el teléfono me imaginé a un enorme perro ovejero, o en el peor de los casos a un bulldog. O un boxer o un pastor alemán. Regresé contento, había servido salir de Lima para la aceptación posrompimiento e iba a tener un perro para salir a conquistar al mundo. Quería verte, comprarte tu primera correa, sacarte al parque Castilla o al Olivar. Y entonces sucedió.
Eras lo menos parecido a un perro guerrero, cazador y recolector. Según los reportes de la casa de amigos de los animales donde fuiste rescatado, tu madre era “cruzada” y tu padre un exquisito Jack Rusell terrier (léase la raza del perro Wishbone o del perro de la Máscara). Yo no te quería. Los cavernícolas de 19 años no caminamos con perros “manchaditos”, me decía. Pero apenas nos presentaron, siempre tan sabio, corriste hacia mí y te trepaste, casi pidiendo una oportunidad. Obvio que te la di, y hoy que me dicen que estás muy enfermo me siento asustado. No quiero que sufras, no quiero despedirme de ti. No te vayas, Chavo.
Contigo aprendimos a establecer una especial sociedad afectiva. Yo te soltaba en todos los parques para que hagas lo que mejor sabías hacer: fastidiar a las cachorras vecinas. Tú, a manera de pago en especies, me acompañabas con la mejor cara de perro-que-parece-de-peluche a la casa de M. Habíamos terminado pero como ella vivía a una cuadra de mi casa era inevitable que me vea llevándote en momentos de paseo. ¿Te acuerdas de M.? ¿Te acuerdas cuando me dijo que se había enamorada de otro chico y que me quedé sentado en la banca del parque y tú en lugar de saltar hacia mí (como siempre) solo atinaste a poner tu carita sobre mi rodilla? Tan buen amigo, caracho, no te va a pasar nada, no hay forma. Yo te voy a cuidar.
Siempre has sido un perro escandoloso, las chicas que nos dieron tu adopción nos decían que parecías un perro de circo. Bailas cuando mi papá o mamá ponen merengue, cantas cuando el heladero pasa por casa y eres rapídismo. Nunca ningún perro manganzón pudo contigo. Nunca te agarraron palomilla, siempre fuiste más. Yo sé por qué te molesta tanto ese bulto. Te encanta saltar y hacer piruetas. Ahora te cuesta, ahora te duele.
Antes de conocerte, me encariñé mucho con Peluche, el perro de mi abuelo Reynaldo. Ese llegó a casa cuando yo solo tenía 4 años y recuerdo que nos acompañó hasta 1998, justo un año después que la abuela Juana falleciera. Tuvimos que sacrificarlo porque tenía un tumor maligno y ya no podía respirar bien. Por eso, una parte de mí, siento temor de esa visita a la doctora. No quiero que sea igual. Contigo no. Ese bulto debe ser un tumor benigno. Fácil ni operación necesitas. Confía en mí.
Te extraño mucho, mi Fito, muchísimo. Desde que me mudé extraño ir a la puerta de mi cuarto y saber que ibas a esperar sentado a que despierte. Ahora no hay nadie, estoy en un departamento muy pequeño. No tengo espacio por ahora pero tenemos que pasar por esta para planear nuestro 2010 y quizá estar juntos de nuevo. Nos queda tiempo, vida y muchos parques. No me juzgues, no me reproches. Me fui porque tenía que hacerlo y cada vez que voy a buscarte solo pienso en jugar y seguir jugando.
Todos tuvieron un compañero de infancia, o de adolescencia. Un amigo pequeño a quien recordar en este día de las mascotas. Yo te encontré a ti. Pensaba que no iba a superar lo de la partida Peluche pero contigo la complicidad fue más fuerte. Es más, cuando te veo aún rebelde, aún independiente, siento que en algo te terminaste pareciendo a mí. Siempre fuiste un pleitista pero cuando te hablaba parecía que escuchabas porque te sentabas y me mirabas para terminar con un pequeño ensayo de aullido.
Fuiste testigo de muchas muertes (las mías), te pedí que nunca hagas aspavientos porque los viejos se preocupaban. Yo solo cerraba la puerta de mi cuerta y te dejaba entrar (porque sino llorabas). Tienes que recuperarte Fito, tienes que levantarte y jugar conmigo de nuevo. Tengo que presentarte pronto a alguien, alguien que se pondrá muy contenta (y quizá melancólica) cuando lea la parte inicial de este post. Le he hablado de ti y de este homenaje a mi valiente soldado jamás caído. Porque ni dos peleas con Pitbull te vulneraron, mucho menos esa combi asesina que te convirtió en bala perruna (viajaste dos metros).
Después que te atropellaron no caminaste por casi dos meses. Con mi hermano Rafo ya habíamos resignado la causa. “Este perro no camina más”, dije en voz alta y mirándote. Cuando me paraba del sillón escuché a Rafael decir “espera, Pedro, mira eso”. Eras tú, terco y orgulloso. Te pusiste de pie, dejaste en el suelo las hojitas de yantén que mi madre te acomodaba en el abdomen y te acercaste a mí. Eso ocurrió hace 6 años. Creo que fue la última vez que lloré de alegría.
Vamos a ir a la doctora y eso no será nada más que un trámite. Tenemos muchos pendientes. ¿No lo ves? Si una vez me culparon de inexpresivo e invulnerable no quisiera que esas mismas personas me vean desde cerca cuando tú hayas decidido irte. He soportado muchas cosas pero no sé si esté listo para que el ‘manchadito’ viaje para siempre. Quizá allí recién colapse como los hombres. Tienes que ser fuerte y mirarme firme para cuando te dé la noticia que ese tumor solo es benigno y que la operación será inofensiva. Y si eso no pasa, vamos a ser valientes igual. Ya hemos resucitado juntos muchas veces. Esto será solo un juego, ya te salvaste de varias. No vas a sufrir. Eso sí sería algo que jamás perdone.
¿Te unes la nostalgia en el día de las mascotas? ¿Algún perro, gato, canario u otro amigo que ya no está? ¿Perros o gatos? ¿Tienes alguna mascota peculiar? ¿Quieren conocer a mi Fito o darle ánimos?
TRES CANCIONES PARA MATIZAR ESTE POSTEO CANINO
["El amigo es" de Lorenzo Antonio. Canción nostálgica que se la dedico a los buenos cómplices como Fito. Aguante!!!]
["Como un perro" de Libido. Esta canción la aprendí en guitarra y Fito me quedaba mirando como monse cuando era un pequeño cachorro. Jaja]
[El infaltable "Baile del perrito" de Wilfredo Vargas. Tenía que estar en este post]
EL NOSTÁLGICO DE LA SEMANA
[La venezolana Karolina despechadísima cantando "Noches vacías? ¿Qué será de su vida? Principios de los años noventa]
LO MÁS CURSI
[Versión noventera de Menudo y "Me sigue pareciendo frío". Supercursi pero tuvo su cuarto de hora esta canción. Yo sigo pensando que este vocalista estaba constipado, pero igual funcionó la baladita. Tu corazóoooon.]
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