Los Supercampeones: Messi también es un dibujo
Ahora sí vamos con el post de los Supercampeones. Porque Lionel Messi nos cumplió el sueño de ver el dibujo animado hecho realidad. Con su nacimiento y aparición podríamos decir que quizá llegó el final de uno de los dibujos animados más incomprendidos de nuestros tiempos: el anime de Oliver Atom y compañía
Lionel Messi juega como Oliver Atom pero más se parece a Tom Misaki. No tiene los ojos redondos de anime japonés pero sí la plasticidad de un dibujo que se mueve. Cuando hace unos quince años veía los Supercampeones me preguntaba si tanto exceso creativo, si tanta alucinación era una travesura para ilusos. Después de ver a Lionel ante el Arsenal aprendí (una vez más) que nada es suficiente. Que nunca es demasiado. Messi, señores, no es un extraterrestre. Enciendan el VHS personal, busquen los partidos del Niupi frente al Francocanadiense y se enterarán que ese pitufo argentino fue confeccionado como un perfecto dibujo animado.
Yo nunca quise ser Oliver, mucho menos Benji. Mis únicos momentos de Supercampeón los viví a finales de los años ochenta e inicios de los noventa en el mítico y monumental complejo deportivo ‘Matamula’ del distrito de Lince (o Jesús María, está en el límite). Allí, cuando los niños del barrio no pagaban un puto cobre por jugar fulbito como se debe, se organizaban los más bizarros duelos en la cancha. Nunca pude ser del Niupi, ni Furano, mucho menos del San Francis. Pero como buen alumno de inglés, muy temprano aprendí a ser un Anglosajón.
Esos duelos en el Matamula se jugaban bajo la modalidad de dobles. Dos contra dos. Salgan las parejas a bailar. No fui un hermano Koryoto pero sí un primo Koryoto. Mazao era yo y Kazuo mi primo Reynaldo. En realidad, cuando ambos estábamos en equipos distintos éramos poco menos que malísimos pero por alguna extraña razón esos partidos de dúos casi siempre los ganábamos con clase y jerarquía. Por esos tiempos, enfrentamos a peloteros consumados, a pirañas con esquina, a todas las razas, a todos tipo de talentos. A pesar de ello, siempre los primos de la Canevaro anotaban el último gol así sea utilizando la mano de Dios o en posición adelantada.
Nunca he tenido la mejor técnica ni la mayor velocidad, pero como buen admirador del fútbol paraguayo creo en eso de que las cosas se ganan a veces a la fuerza. Esa tarde de 1992, salimos a la cancha con nuestras camisetas azules de Yugoslavia que habíamos canjeado con nuestras envolturas de Molicrocks -no se pierdan el próximo post de los bocaditos de tu vida- y entonces sucedió. El ‘gringo’ Tavo había derribado a mi primo en su área y lo dejó en el suelo. Eran dos contra uno y yo solo en mi arco. Así fue que llegó mi momento de Supercampeón. La jugada duró solo 2 minutos Me la jugué y me convertí en Víctor de los Supercampeones, en soberbia barrida evité el gol en contra pero con el ‘Gringo’ nos quedamos peleando la pelota sobre el campo de cemento. El compañero de Tavo llegó y eran mis dos resistentes piernas contra cuatro. Era mi lucha contra una suerte de Alien. Pura patada, sin pudor. Hasta que el balón quedó elevado en el aire y apoyándome de una mano salté un poco para patear el balón hacia el otro lado donde (aún caído por el foul) permanecía Rey. Mi primo se conmovió con mi acto, se puso de pie y solo tuvo que desviar un poco la pelota para que entre en el arco de ladrillos (donde no vale gol sobre la rodilla) y ganar. Porque metegol gana. Los Koryoto una vez más.
La primera vez que supe de los Supercampeones fue cuando en una pichanga Jorge, el arquero del equipo de mi cuadra, dijo: “Me he puesto mi gorro de Benji”. Averigüé y supe que ese Benji era Wakabayashu Genzo, rival del Capitán Tsubasa (léase Oliver). Me dio curiosidad y comencé a verlos todos los días a las 5:30 de la tarde por América Televisión. Nací en el Perú y tengo 30 años, ergo: no tengo recuerdos mundialistas con mi país. Eso fue lo primero que me enganchó con ese dibujo japonés, la necesidad y urgencia de una nación que se muere por el fútbol pero que en la realidad siempre mira a los otros festejar. Eso eran para mí los Supercampeones: la fantasía necesaria de una pelota que solo viaja feliz en los desvaríos de tu mente.
Lionel Messi nunca hubiera podido ser un Supercampeón. Juega como Oliver, se parece a Tom pero su velocidad excede los encuadres pasivos de aquel anime japonés donde cada gol duraba un Mundial de Fútbol. Messi no hubiera esperado al productor de la serie ni habría resistido la paciencia para mantener sus disparos al arco en insoportables salones de espera. Messi, con su naturaleza imposible, logró que la fantasía del pibe tenga un sabor real, honesto y humano.
Messi juega en el Barcelona y Oliver Atom también. Messi tiene la gambeta y la poca vergüenza frente a camisetas brasileñas o alemanas. Oliver también ¿No nos habremos equivocado? Dice la leyenda que Atom fue una adaptación animada a la vida del ex jugador japonés Kazu Miura pero siento que más que eso fue la proyección hacia un momento real y maravilloso: el día en el cual lo humano se hizo insuficiente para un cuarto de hora de fútbol genial. No Kazú, pero sí Messi. Los Supercampeones debieron terminar hace 22 años, cuando nació Messi.
Para que el mejor jugador del mundo en la vida real sea más que Oliver Atom necesita mucho más que un tiro de remate o un huracán en el cielo o un tiro de navaja o un disparo de halcón. Lionel Messi necesita ganar un Mundial como en algún momento lo hizo el muchacho estrella del Niupi. No tiene a Steve Hyuga, tampoco a Armand, menos a Ralph pero tiene que arreglárselas para tener la vida y juventud eterna de un dibujo animado. Messi esta vez tendrá que demorarse un poco, como Oliver o Tom. Tendrá que rebajar el vértigo de sus regates, calmar el incendio de sus ganas, demorar los minutos de los Supercampeones. Mientras corra hacia cada arco en Sudáfrica, Messi deberá repasar sus mejores días, pensar en su novia, en su madre, en cuando era un niño con problemas de hormonas de crecimiento, pensar que es Argentina no debe llorar por él. Todo eso en milésimas de segundo. Como Oliver y como Steve. Quizá solo así, Messi supere al imparable del Play Station y al predecible anime japonés. Quienes fuimos niños con los Supercampeones le agradeceremos a Lío escribir el mejor de todos los finales: el episodio en el que Oliver fue dibujado como Tom para hacerse humano con la 10 del Barcelona.
¿Tú también veías Los Supercampeones? ¿Quién era tu jugador favorito de ese anime japonés? ¿Messi es mejor que Oliver Atom? ¿Messi ha superado lo que puede pasar con un dibujo animado o al Play Station? ¿Algún episodio de los Supercampeones que valga la pena recordar?
ALGUNOS VIDEOS, ESTOS SON, AQUÍ ESTÁN
[El intro en español de los Supercampeones. Capitan Tsubasa para los más otakus. Mediados de los años noventa]
[Oliver Atom, al igual que Lionel Messi, llegó al Barcelona y este video lo demuestra. Son los capítulos más originales de la serie]
[El clásico enfrentamiento entre Oliver Atom y Steve Hyuga. A veces quería que gane Steve]
[Una prueba de que Lionel Messi juega como Oliver pero se parece a Tom]
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