Macho que se respeta
A propósito de la muerte de Macho Man, un repaso a todo lo que significaron esos luchadores ochenteros que salían por TV. Algunos siguen hasta hoy (otros ya no)
Cuando me gradué en la universidad sonó “Pompa y Circunstancia” y sentía que la escena era repetida. Que ya había vivido eso antes. Hasta que recordé que esa melodía familiar e íntima era la canción de “Macho Man” Randy Savage. Tremendo luchador de la WWF (ahora WWE) que acaba de morirse. A ese hombre que solo fue superado por la fama de Hulk Hogan y que siempre estaba acompañado por su bella esposa Elizabeth le contaron hasta tres y ya no se pudo poner de pie. Nunca más su capa multicolor ni los lentes oscuros. Nunca más su cabello desordenado, su frente accidentada, su cara de tonto bueno. Su corazón besó la lona. Y al enterarme me ha dado una incontrolable pena de niño.
“Macho Man” no era solo una canción setentera de los Village People. Macho Man también era Randy Savage, o mejor dicho Randall Mario Poffo (nombre original de este actor-luchador). Recuerdo que aparecía en el ring con la canción de fondo más emblemática de la historia de los fabulosos del catch, esa composición repetida en ceremonias de colegio y universitarias que le regalaba más solemnidad al peleador sin ley. Macho Man, el luchador y no la canción, falleció el 20 de mayo pasado. Podrá juntarse con su ex esposa, Miss Elizabeth, podrá pelear otra vez con Andre The Giant y con Rick “Ravishing” Rude. Porque allí, en el ring infinito la lucha realmente es libre. Allí sí pueden volar, allí ningún golpe les va a doler.
Él era “Macho Man”, tú también eras “Macho Man” pero yo en realidad era “The Ultimate Warrior”. De grande siempre quería ser como él. Quizá esa afinidad comenzó por mis indiscutibles problemas de hiperactividad en los años de primaria. Era una pequeña bomba de tiempo y dosificaba mis excesivas energías corriendo como el Warrior y agitando los cordeles donde se colgaba la ropa mojada simulando ser aquel luchador de la WWF ochentera. Yo era “The Ultimate Warrior” pero mi madre llamaba asustada a sus amigas pensando que me había convertido en el Demonio de Tazmania.
No me pinté la cara como el Warrior porque no me dieron tiempo. Pero sí imaginaba a mis incómodos vecinos mellizos que vivían en el edificio de al frente. Eran gordos, bulliciosos y tontos. Para mí ellos eran los “Demolition”, esa pareja maligna y casi enmascarada que simulaba ser el guitarrista de Kiss, la lengua hiperexpuesta, cada vez que miraban a la cámara. Ellos eran los “Demolition” y yo me imaginaba aplicándoles las mejores técnicos del Warrior dejándolos caer en el ring para después celebrar el triunfo parándome en cada esquina del cuadrilátero, cual Leonardo di Caprio en Titanic, es decir sintiéndome el rey del universo.
Aún, ya siendo un irrecuperable treintañero, me refugio en los capítulos de RAW o espero con ardorosa fidelidad cada edición de Wrestlemania. He visto pasar a Stone Cold, La Roca, John Cena y a Batista. Pero mi etapa fue otra. Cuando aún creía que todo era de verdad, cuando mi burbuja de fantasía estaba intacta. Por ese universo paralelo de vértigo, músculos, piruetas, retos y enmascarados, pasaban Hulk Hogan, el fallecido Andre The Giant, Rick “Ravishing” Rude, Jake “The Snake” Roberts, El Hombre del Millón de dólares. Y yo les creía. Despertaba a mi padre, a mis hermanos mayores y les decía que miren conmigo la televisión. Ellos, algo mayores que yo, se sentaban escépticos, con la certeza de que todo era una coreografía donde los puños y patadas eran teledirigidos al aire.
No sé si la lucha libre de los actores-fisicoculturistas de Estados Unidos (y balnearios) sea digna de aparecer en páginas deportivas. Tampoco sé si forman parte de las agendas de los periodistas de espectáculos. Solo sé que esos viejos inacabables eran mis ídolos cuando era niño. Quizá sea cierto que el noventa por ciento se haga dependiente a fármacos ilegales para el dolor, o a los esteroides y sus efectos rebotes. Lo más probable es que todo eso cierto y que también sea verdad aquella leyenda urbana que condena a casi todos los peleadores en el eslabón de los drogadictos insalvables. Tantos murieron temprano, tantos por lo mismo. Ataques al corazón fulminantes, sobredosis de cocaínas e insuficiencias de todo tipo. Muchos se fueron temprano y lo más triste es que en algunos casos, la pobre globalización de esos años, nos condenó a la más severa ignorancia. Andre The Giant murió en 1993. Yo lo supe muchos años después.
Durante casi cinco años, mi mejor registro de infancia fueron los programas, a veces repetidos, de “Los Fabulosos del Catch”. Admiraba mucho a “Macho Man”, le festejaba cada victoria a Hulk Hogan, pero yo quería ser “The Ultimate Warrior”. Verlo era sumergirse en las profundidades del más fulminante de los vértigos, era encontrarse con la pasión y con la sangre hervida de los auténticos gallos de pelea. Fueron tres años maravillosos aplaudiéndolo en jornadas inolvidables, como cuando venció en solo diez segundos a “The Honky Tonk Man”, ese Elvis rechoncho que sufrió la arremetida del Warrior en su mejor momento. Cuando “The Ultimate” se enloda de fama, se abruma de millones, su imperio comenzó a derrumbarse. Hasta que desapareció. Hasta que decidió no volver. Tenía solo 12 años cuando miré desencantado hacia el vacío buscando explicación por la ausencia del ídolo. Tenía solo 12 años cuando apagué el televisor.
Dicen que “Macho Man” Randy Savage se estrelló con el auto porque un ataque al corazón lo sorprendió manejando. Ya lucía canas, ya parecía un pirata loco que solo rescataba algunos bíceps de cera. Murió en el acto. Dicen también que quizá en el paraíso de los guerreros podrá perdonar a Miss Elizabeth que lo dejó para estar con otro (la encontraron muerta en la casa de otro luchador, Lex Luger). No importa si eso pase. No importa si los inmortales de los ochentas esperaron veinte años para despedirse juntos. Lo que importa es que Macho Man es un amigo de colegio que se fue. Perderlo me da mucha pena. Una pena de niño.
¿Cuáles eran tus luchadores favoritos de la WWF? ¿Con quiénes te quedas? ¿Macho Man o Hulk Hogan? ¿The Ultimate Warrior o Andre the Giant? Yo era The Ultimate Warrior ¿Y tú?
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LA PALABRA ES DE USTEDES
Aquí algunas fotos y videos de los grandes luchadores que sobreviven, de los que se fueron, de los que no debieron volver. Miren cómo son algunos hoy.
[Jake The Snake Roberts. Actualmente tiene 56 años y ha sido internado varias veces para rehabilitarse del consumo de drogas]
[Mi gran ídolo: "The Ultimate Warrior". Ahora ya es un casi cincuentón. Así luce con los años encima y sin maquillaje. Debería volver]
[Andre The Giant. No ha fotos recientes de él porque nos dejó en 1993 al fallecer por un ataque al corazón]
[Rick Rude, el hombre de los besos después de ganar en las peleas. Falleció en 1999 después de sufrir un paro cardiaco. Los excesivos medicamente y drogas lo fueron matando]
[La última versión de Randy Savage. Ya era un abuelo coqueto. Muy diferente a lo que recuerdas de él]
[¿Se acuerdan de The British Bulldog? Falleció hace más de ocho años]
[Hulk Hogan después de casi superar los 60 años. Ya los años comenzaron a cobrarle las facturas]
[El musculoso de Hawai hoy solo es un gordo bueno: Don "La Roca" Muraco]
Encontré este video con un homenaje a los luchadores caídos a temprana edad. Un minuto de silencio.
Aquí el homenaje que le hicieron en RAW y que fue transmitido el pasado lunes. Muy emocionante: