Ni loba, ni loca, ni rabiosa
Comparto mi columna publicada en la versión impresa del diario “El Comercio”. Un pedido para que vuelva la Shakira de cabello negro. Al natural. Sin De la Rúa y sin Piqué. Salimos todos los jueves en la contraportada con más textos nostálgicos. Todavía no nos vamos
Para amarte no necesité una razón. Tenías los rizos tan largos como hada real dentro de un cuento de fantasía. No eras ni loba ni loca, mucho menos rabiosa. Eras inolvidable y tenías los ojos así. Tu cuerpo de antología me dejaba ciego, sordo y mudo. Era 1996 cuando aún había moscas en la casa y tú, inevitable Shakira, aún no habías enviado tu infinito cabello azabache a un estadounidense servicio de lavandería.
Shakira al comienzo fue un collar. Un collar de piedras multicolor, un collar playero. Shakira sonaba a chaquira, a collar de chaquira. A mediados de los años noventa, en las puertas de los colegios se vendían esas cadenas artesanales que hoy solo suenan a cantante pop. Primero chaquira o chakira. Hoy en Google casi ni existen dentro del sistema de búsqueda. Shakira las condenó a la extinción con sus movimientos, y libras, de caderas (siempre en plural porque como decía “El General”: una libra de cadera no es cadera).
Han pasado más de quince años desde la aparición en las radios de “Estoy aquí”, el primer gran éxito de una Shakira que aún no se convertía en la rubia Rapunzel. Han pasada más de quince años y puedo cometer la majadería de escribir que no me gustó su transformación. “Ya pasó de moda”, tituló esta semana un diario español burlándose de la ahora casi ‘albina’ colombiana, quien se habría quedado sin defensas (mejor dicho, sin su gran defensa, el catalán Piqué). Otra vez Shakira se quedó esperando en la esquina de siempre. El joven zaguero del Barcelona la habría dejado por una preciosa modelo israelí de muchos años menos. Shakira perdió por pertenecer a una raza antigua de pies descalzos y de sueños largos.
Sin ser el ‘Pibe’ Valderrama (y sin conocer a Piqué), Shakira fue protagonista de dos mundiales de fútbol. Sus canciones fueron soundtrack en el 2006 y 2010. Pegó en las radios de Estados Unidos y ganó su primer millón. Rubia y con look anglosajón. Nunca más al natural, nunca más la joven trovadora con guitarra bamboléandose sobre el columpio. Nunca más la mujer con aroma de café. Antes del año 2000 la perdimos. Se la robaron los productores del pop ¿Dónde están los ladrones?
Aún tengo mi cassette de “Pies descalzos” que escuché durante todo mi viaje de promoción. En algún cuaderno escolar debe descansar mi entrada de la Feria del Hogar del 96, cuando te morías de miedo por subir al escenario y Raúl Romero te convenció a salir para uno de las últimas versiones del Gran Estelar. A esa chica de cabello negro, a lo Sarita Colonia, me gustaría volver a ver. Sin tinte, sin De la Rúa y sin Piqué. Vuelve Shakira. Mil años no alcanzarán para borrarte y olvidar ¿Dónde estás corazón?
¿Y ustedes quieren que vuelva la Shakira de los noventas?
Aquí dos canciones de la mejor versión de esta cantante colombiana
(“Moscas en la casa”. Una de las mejores para el discutible guste de este humilde servidor)
(“Estoy aquí”. La primera vez que escuché esta canción fue en Radio América. Esa voz extraña anunciaba una larga carrera. Esos falsetes llegaron para quedarse. Aunque luego, me parece, que equivocaron el camino)
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