El sonido del gol
Nunca aprendí a bailar vallenato pero jamás olvidaré a esos once jugadores que sudaron la gota fría. El 5 de septiembre de 1993, Colombia humilló por 5-0 a Argentina. Asprilla, Rincón y el Tren Valencia armaron la pista para el más memorable de los bailes. Todos queríamos movernos a ese ritmo: quimboso, festivo y coqueto. Carlos Valderrama era el compositor y director de orquesta pero el hombre de la voz no estaba vestido de corto. Mientras los hombres de Maturana creaban danzas incansables en el césped, un muchacho llamado Carlos Vives cruzaba fronteras recuperando la historia de un sonido regional. Hay partidos que tienen banda sonora, memorias de estadio que se encienden junto a la rockola personal de tu mente.
Cada vez que escucho “La Gota Fría” recuerdo todo lo pasó ese 5 de septiembre en el Monumental de River Plate. Puedo estar en un taxi, en una fiesta de graduación o en la más congestionada de las discotecas. Suena el primer estribillo de Vives y pongo mi cara del Chavo del Ocho con la “garrotera”. Me despido del mundo presente para navegar en el mar abierto de mis evocaciones futboleras.
Recuerdo, por ejemplo, que esa tarde de 1993 regresaba de un paseo escolar en el Country Club El Bosque. Esa vez viajamos los tres salones de secundaria en una caravana desordenada y bulliciosa. El Perú estaba fuera del Mundial Estados Unidos 94 y eso disminuía a gran escala mi interés por seguir los últimos partidos de esas Eliminatorias. Llegué tarde a casa, cuando ya había comenzado el encuentro entre la selección peruana y Paraguay. Ellos estaban en sala de emergencias, obligados a sumar y nosotros, como tantas veces, solo salíamos a la cancha para reparar el honor dañado.
No me emocioné con el gol de Jorge Soto ni tampoco con el empate 2-2 sellado por el correlón Darío Muchotrigo. No me importaba el guaraní Roberto Cabañas, tampoco el arquero José Luis Chilavert. Recién me senté frente al televisor Samsung (sin control remoto) cuando escuché que Colombia le ganaba de visita a Argentina. Como diría ese vallenato dedicado a los infieles: no fueron uno, ni fueron dos, fueron tres. Era goleada colombiana, un festín del exceso, una lluvia de gambetas. Un abuso total.
Primero Rincón, después Asprilla y Rincón de nuevo. Los narradores argentinos pedían misericordia al cielo albiceleste para que no lleguen más goles. Nadie les hizo caso. Asprilla escribió una parábola con los pies para el cuarto y Valencia fue el Tren que llevó a todo un país por las rutas de la desilusión. Cinco a cero.
“Vergüenza” tituló “El Gráfico” al día siguiente.
Hay partidos o momentos futbolísticos históricos que vienen con una canción como fiel acompañante. Me pasa con “La Gota Fría” y el 5-0 del 93. También con “La Mayonesa” y el regreso de Uruguay a los Mundiales en el 2002 (el grupo oriental “Chocolate 2000” me suena también a Recoba, Darío Silva y el Chengue Morales). Y si no te gusta la música popular y pachanguera no importa. Siempre te quedarán los himnos mundialistas que mantienen intacto su dulce efecto de memorex.
[El mejor himno de la historia mundial]
Aquel año 1993, el Pibe Valderrama me devolvió la alegría por el fútbol. La selección de Popovic perdió casi todos su partidos y eso apagaba cualquier fugo pasional de un hincha del balompié. Si suena Carlos Vives y pienso en otra cosa, no te asustes, siempre se me pasa. Quizá desvaríe en que junto al Obelisco de la avenida 9 de julio podría estar un monumento gigante al danzarín Muchotrigo y al correlón Soto. Sin sus goles, Argentina se hubiera quedado sin Mundial 94. Mientras suena “La Gota Fría” en alguna radio local, nunca podré olvidarlo.
¿Y cuáles son las canciones que te recuerdan momentos futbolísticos que pasaron a la historia?
Traten de mirar las imágenes de esta goleada colombiana con el fondo musical de Carlos Vives. Hasta diría que Asprilla jugó al compás de vallenato ese día.