#listavergüenza (2): El "desequilibro energético" del Colegio Médico del Perú
Si tienes un bloqueo emocional o una deficiencia nutricional o desórdenes hormonales y metabólicos o una afección por un agente externo (o sea, una infección) o una intoxicación por metales pesados o, simplemente, una gran predisposición a ciertas patologías… o todo a la vez. ¡No te preocupes! Basta con ponerte unos electrodos en las muñecas, pancita, cabeza y tobillos, luego aplicarte unos pequeños pulsos electromagnéticos por una hora durante cuatro sesiones y listo… ¡Problema solucionado!.. O, al menos, eso es lo que esperas —claro, es mejor sentirse curado que estafado.
Pero ¿cómo es eso que unos pulsos electromagnéticos pueden curar muchos males? Resulta que para un grupo de personas, las enfermedades no son más que “desórdenes de la energía vital” o “desequilibrios energéticos” que pueden ser restaurados a través de la aplicación ondas electromagnéticas, a frecuencias específicas (que dependen de cada patología), para estimular la propia curación del cuerpo. A esto le llaman biorresonancia.
Todo se origina en una idea propuesta por un físico ruso llamado Georges Lakhovsky en el año 1926. Según él, nuestras células se comunican a través de la emisión de ondas electromagnéticas de una determinada frecuencia (número de oscilaciones por segundo), como si fueran radiodifusores. Sin embargo, los agentes infecciosos, las sustancias alérgicas, las toxinas, el estrés, etc., pueden alterar y distorsionar esta frecuencia; algo así como la interferencia de las emisoras de radio que provocan ruidos molestos. Esta es la causa del famoso “desequilibrio energético” que es la raíz de todas las enfermedades que conocemos. Además indican que cada patología presenta una frecuencia específica que es utilizada para su “diagnóstico” y “tratamiento”.
¿Cómo se generan estas ondas electromagnéticas? Según los entusiastas de la biorresonancia, se producen a través de “fenómenos cuánticos a nivel molecular”. Otros dicen que son producto de “las vibraciones cuánticas de las partículas subatómicas de las moléculas presentes en las células”. Lo cierto es que los charlatanes siempre meten la palabra “cuántico” cuando no tienen ni idea de lo que hablan. Esto lo hacen con el fin de confundir y sorprender a los pacientes, aprovechándose de su desconocimiento y sus esperanzas por encontrar una solución a sus problemas que no sean invasivas o tengan efectos secundarios.
Si bien es cierto, todas las partículas atómicas y subatómicas vibran y pueden emitir ondas electromagnéticas (luz, rayos X, rayos gama, etc.) como respuesta a ciertos estímulos, estas tienen diferentes longitudes de onda y, por lo tanto, distintas frecuencias, que pueden iteractuar unas con otras. Esto quiere decir que no existe una frecuencia sana o una enferma que requiera ser equilibrada.
La biorresonancia es una de las charlatanerías más sofisticadas que encontramos hoy en día. Incluso se venden costosos equipos electrónicos (MORA, SCIO o Rayonex) como para redondear bien el negocio. Dicen que estos aparatos sirven para detectar las frecuencias que emiten los pacientes y, a través de un “poderoso software”, pueden diagnosticar la patología que padece. Es parecido a los aparatos que usan los parasicólogos para detectar a los fantasmas. Una ves identificado el problema, se aplican pulsos de ondas electromagnéticas terapéuticas para equilibrar las frecuencias alteradas.
Lo cierto es que a la fecha no hay ningún estudio serio que demuestre su funcionalidad. A lo mucho es un placebo más. Sin embargo, los que creen en la biorresonancia afirman que tienen estudios sólidos que demuestran su utilidad y te citan artículos publicados en revistas rusas, chinas o alemanas de dudosa reputación, o en revistas que se especializan en publicar artículos relacionados con la medicina integrativa o alternativa, o en revistas que cobran por publicar cualquier cosa sin pasar por una revisión por pares. Por ello, es un error frecuente asumir que si algo está publicado en una revista científica se constituye automáticamente en una evidencia sólida.
Lo más alarmante de esto es que el Colegio Médico del Perú (CMP) está avalando estas pseudociencias, estas “prácticas médicas” que carecen de evidencias científicas que demuestren que son mejor que un placebo, estas pseudoterapias que sólo sirven para enriquecer a ciertas personas que lo consideran un negocio muy rentable. La semana pasada, el CMP ha organizado una conferencia titulada “Biorresonancia a la luz de la sintergética” [El link ya no funciona, tal vez lo sacaron por vergüenza].
Como podemos ver, ahora estas personas no sólo se conforman con arreglar los chacras con esos costosos equipos electrónicos; sino que “a la luz de la sintergética“, prescinden de ellos y solo utilizan sus manos para curar. Aquí pueden ver un video de cómo se hace este procedimiento de sanación. Basta con poner una mano en la zona frontal y la otra en la zona occipital de la cabeza para “crear una polaridad, un eje norte sur” y hacer una conexión con la mente del paciente. O utilizar el dedo para hacer toquecitos en la cabeza para estimular la epífisis y liberar la melatonina. Estas personas creen que tiene poderes en las manos, seguro pueden hacer un Kame-Hame-Ha.
A los que practican estas pseudoterapias no les importa si la biorresonancia, la sintergética o la homeopatía no funcionan. Ellos creen ciegamente en que sí lo hace aunque solo sea la manifestación del efecto placebo. Es una cuestión de fe y contra eso es muy difícil de lidiar por más argumentos sólidos que tengas. Es por eso que instituciones serias como el Colegio Médico del Perú no deberían avalar este tipo de prácticas.
La biorresonancia ignora todo lo que se ha avanzado y se conoce sobre la etiología (las causas) de las enfermedades. No sólo eso, esta práctica puede resultar peligrosa si un paciente que está llevando un tratamiento con una medicina convencional (que sí ha demostrado que funciona) lo abandona por abrazar esta pseudoterapia con la esperanza de que le irá mejor.