Importancia y trayectoria de Judas Priest: la cultura viva del heavy metal
JUDAS PRIEST, CREADORES DEL METAL, TOCARÁN FINALMENTE EN PERÚ
Hace unos días que se confirmó oficialmente la venida de Judas Priest para su primer show en el Perú. Esta es en materia de conciertos la más grande noticia de la historia del metal en el país. Simplemente no hay forma de exagerar la absoluta importancia de esta banda para la noción misma del metal en todos los sentidos de la palabra.
Judas Priest es el más alto pilar del heavy metal clásico, y por ende de todo el metal, así como los configuradores definitivos de la cultura creada en torno de esta música. Esto no admite discusión razonable alguna. Si bien es cierto que el consenso actual remite a Black Sabbath como banda seminal del género y que antes de ellos no existió el heavy metal propiamente dicho, no es menos cierto que la mayor parte del metal posterior no siguió la mayor parte de los postulados de las huestes de Iommi. La oscuridad ominosa del metal comenzó con Sabbath, pero la banda que modeló el sonido del heavy metal como una máquina veloz (y no solo pesada) de riffs y solos potentes con una voz en registro cuasilírico fue otra agrupación de la sombría Birmingham. No hay que olvidar que la imagen misma y buena parte de la iconografía del género también se deben a ellos. Fueron los Judas Priest, por lo tanto, los que le dieron la autonomía suficiente al género y cuyo ejemplo a la postre permitió la detonación de la NWOBHM en el último tramo de los 70. Judas Priest, más allá de su admiración por Black Sabbath, son los padres fundadores de la nación headbanger.
La banda tuvo originalmente un precedente curioso; fue creada por Alan Atkins (voz), Bruno Stapenhill (guitarra) y John Partridge (batería) en 1968, y a sugerencia de este último tomó el nombre de una canción de Bob Dylan, The Ballad of Frankie Lee y Judas the Priest. Estuvieron trabajando brevemente en una forma de electric blues por algunos años con una formación inestable. Al romperse esa banda, Atkins se acerca a sus vecinos Ken Donwning (guitarra), Ian “The Skull” Hill (bajo) y John Ellis (batería) quienes lo aceptan como vocalista de la agrupación que venían formando y le piden usar el nombre de su antigua banda porque lo consideran extraordinario. Así nace nuestro Judas Priest. En 1973, Atkins, abandona la banda y los restantes miembros quienes por entonces ya incluyen a Tipton, con el que se terminaría formando el dúo de guitarristas más famoso de la historia del metal, deciden continuar; consiguen dar con un joven cantante que venía participando en algunas bandas de la zona, Robert Halford, así se forma el verdadero núcleo de los Judas Priest históricos: Glen Tipton, KK Downing, Ian Hill y Rob Halford. El puesto de batería será mucho más inestable, sucediéndose varios entre los que destacaron Les Binks y sobre todo Dave Holland, pero que solo alcanzó un ocupante permanente hasta un año tan tardío como 1989 con la entrada de Scott Travis.
El primer disco de los Priest, Rocka Rolla, no es todavía un disco de metal. Influenciado notablemente por Led Zeppelin y Uriah Heep, la agrupación se deja guiar por la producción de la disquera Gull Records, pequeño sello independiente, quienes les eligen hasta la portada, la famosa chapa, y el título del disco. Los resultados en ventas y repercusión son notablemente modestos, y el sonido bastante pobre pese a que los temas son buenos. Es recién con el segundo disco, el hoy emblemático Sad Wings of Destiny, que empiezan a configurar su sonido dentro de las coordenadas del metal. Este trabajo es muy importante en la génesis de la cultura metal. Su portada ya ilustra una recurrente temática en el género, un ángel caído que se lamenta ante las puertas del purgatorio. El logo gótico del nombre de la banda reemplaza la sosa tipografía del disco debut. La ominosidad iconográfica típica que luego adoptaría la totalidad del metal nace en este disco. Muchos de los temas que incluye son ya reconocible heavy metal como The Ripper, Tyrant, Genocide. Su conflictivo paso a la multinacional CBS con Sin After Sin (rescindieron el contrato) marca un segundo comienzo para la banda, (que nunca ha podido recuperar las derechos de sus dos trabajos iniciales en Gull). El primer tema Sinner, es extraordinario y Dissident Agressor, el último, no le va a la zaga. Con este trabajo dan sus primeros conciertos en los Estados Unidos.
Luego las cosas se van poniendo frenéticas. Se suceden trabajos claves, Stained Class (1978), con temas como Exciter y la poderosa Beyond The Realms of Death, y sobre todo el Killing Machine (1978) cuyo nombre tiene que ser cambiado para el mercado norteamericano por Hell Bent for Leather que porta los hoy clásicos Delivering the Gods, Hell Bent for Leather y Running Wild, y que además marca el inicio del uso de los trajes de cuero, púas metálicas y el látigo. Se sigue configurando a la cultura aún próxima a nacer. El abandono de las prendas hippies, que hasta ese momento usaban, el endurecimiento paralelo a la aceleración del sonido y el uso de la parafernalia de cuero, que no proviene tanto de la cultura gay, algo que se ha dicho hasta el cansancio, como del mundo del bondage y el sadismo, empieza a anunciar que un nuevo estilo ha nacido. Estos discos, junto con el disco en vivo Unleashed in the East (1979), son las influencias determinantes en el surgimiento de un nuevo grupo de bandas, que aceptan la rabia del rock pero que rechazan la simpleza del punk, y que terminaría eclosionando en la NWOBHM. Saxon, Samson, Iron Maiden y un prolongado etcétera reivindicarían este sonido heavy como algo autónomo dentro del rock. Había nacido el movimiento metal.
Priest creció cada vez más. Era el punto de inflexión. Desde ese momento Priest supo que capitaneaba un movimiento con conciencia de sí mismo. British Steel (1980) se convierte en un gigante y su portada en un clásico. La gillette que no corta la mano que la lleva. El punk ya es historia y el metal se expande por el resto de Europa, los Estados Unidos y América Latina. Point of Entry (1981) es quizás un paso en falso, pero se resarcen y es seguido por dos de los álbumes más importantes de los 80: Screaming for Vengeance (1982) y Defenders of the Faith (1984). Si el metal fuera una religión, estos dos trabajos serían los evangelios o mejor aún, las tablas de la ley. Entre ambos han dado temas absolutos al movimiento, Devil’s Child, Electric Eye, You’ve got Another Thing Comming, Freewheel Burning, Jawbreaker, Rapid Fire, Rock Hard Ride Free, The Sentinel. Y además el título del segundo, Defenders of the Faith. ¿Qué fe? La del metal. Una verdadera declaración de principios. En pocos años, el metal pasó de ser un sonido agresivo del rock a ser una identidad, una esperanza trascendente para millones de jóvenes que se sintieron tocados en su yo más profundo creyendo que la vida podía adoptar la forma del sonido y que el poder emanaba de unos parlantes atronadores que proferían los acerados y acelerados ritmos de los metal gods.
Turbo (1986) fue un trabajo ambivalente. Muy pop, incluso uno de sus temas fue propuesto para ser un corte de la cinta Top Gun, un bodrío juvenil muy rentable de la época con el fantoche Tom Cruise. No se dio porque el estudio deseaba que el tema saliese solo en el disco de la película y no en el álbum. Las ropas se estilizaron a lago medio cienciaficcionístico, el sonido se sofistico, aparecieron teclados. Aun hoy se desatan polémicas con este trabajo que algunos no desean ni oír. Yo he aprendido a apreciarlo. Se editaron los video clips más caros de la banda hasta entonces y también un trabajo en vivo, el Priest Live, que recoge temas de un par de conciertos, de la gira Turbo Fuel for Life, grabados en Dallas y Atlanta. Llegó el Ram it Down (1988). Un trabajo habitualmente subvalorado y del que incluso Halford declaró que si pudiera lo volvería a grabar. En mi opinión es muy superior a Turbo, aunque algo apresurado quizás. Por los demás resulta un producto bastante bueno que ya presagia lo que vendrá.
Painkiller (1990) es el disco definitivo del heavy metal, el trabajo perfecto, la verdadera obra maestra sin rival hasta el día de hoy. Cada uno de los temas del disco es en sí un clásico, cada uno de ellos habría bastado para darle la fama a una sola banda. Pero la pericia técnica, la agresividad metálica y la ambiciosa composición dieron a esta colección de temas su lugar impostergable en la historia. Painkiller, Hell Patrol, All Guns Blazing, Leather Rebel, Metal Meltdown, Night Crawler, Between the Hammer & the Anvil, A Touch of Evil, Battle Hymn – One Shot at Glory son cada uno y juntos tracks absolutos del metal. Priest había llegado a lo más alto. La banda de chicos de la clase trabajadora industrial de la polucionada Birmingham se había encaramado en la cumbre del movimiento más vital de la historia de la música popular del siglo XX. ¿Solo restaba caer?
Los 90 fueron un andar en el desierto para la mayor parte del metal mundial. Solo el death metal y el naciente black nórdico se desarrollaron en los primeros años de la década. Judas Priest realizó la gira del Painkiller con la sensación del momento Pantera y los canadienses Annihilator. El mundo se decantó por Pantera. Tocaron en el Rock en Rio de 1991 en el cartel más metálico de la historia de ese festival que incluso incluyó a Sepultura. Pero pese a todo este aparente éxito que quienes vivimos en esa época sentimos, la realidad era que el metal clásico y sus derivados más cercanos culturalmente contaban ya los últimos meses de su periodo clásico. El invierno venía.
Nació el grunge, se desplomaron el glam y el thrash (que curioso destino común de los grandes enemigos de los 80). Nirvana y el rock sin glamour ni potencia se adueñaron de las radios y la MTV. Halford se fue de Priest y formó una agrupación de corte noventero, Fight, buena pero sin la repercusión de Priest. Los demás entraron en receso hasta 1997. Buscaban un reemplazo y la tenían difícil. Halford era un vocalista maravilloso y carismático, sobre todo en estudio. Varios pasaron a probar suerte. Uno fue Ralph Scheepers, posteriormente en Primal Fear. Al parecer su condición de alemán gravitó en contra de su elección, una pena porque es un frontman notable y la habría hecho excelente como sucesor de Rob. Un muchacho de Ohio, Tim Owens, anterior vocalista de la buena pero underground banda Winters Bane, se hizo con el puesto y adopto el pseudónimo “The Ripper”. Se grabó Jugulator (1997) un trabajo que aún divide fans debido a su clara vena noventera y la impronta groove que maneja. Hay que rescatar que pese a no ser un disco de sonido clásico tiene buenos temas, quizás uno de los mejores de la carrera de la banda, el himno Cathedral Spires lo cierra. El disco influyó mucho en las corrientes de la segunda mitad de la década del 90.
Sin embargo todos queríamos que regrese Halford. Queríamos the Priest is back completo. Ripper canta excelente, quizás mejor que Halford en cuestiones técnicas. Pero no es Halford, no es el metal god. El desastre que representó Demolition (2001), el peor disco de la historia de Priest, en contraste con la emergente carrera de Rob con su nueva agrupación Halford y su disco Resurrection, convenció a la banda de acercarse a su antiguo frontman, quien estaba cosechando un gran éxito con su nuevo proyecto, que vampirizaba los sonidos más clásicos de Judas Priest pero con producción moderna.
Luego de varias conversaciones, acuerdos, acercamientos y perdones, 2005 vio la gira de reunión y el lanzamiento de Angel of Retribution, un buen regreso al sonido clásico de los 80. Un disco como el que los fans querían. Sin embargo en las giras se veía que Rob ya no tenía la capacidad de antes. Demoraron varios años en darnos el siguiente trabajo, Nostradamus (2008), un disco doble y ambicioso donde los haya, pero no redondo. Buenos temas, y otros no tan buenos o al menos no memorables. Luego viene Redeemer of Souls (2014), un disco flojo, flojo, y los fans empezabamos a temer que la luz creativa de los Priest se había ya apagado. Pasa en todas las artes. Algunos se mantienen, Iron Maiden y Saxon dan hasta ahora trabajos de interés; Manowar no, Megadeth ni hablar. ¿Sería ese el destino de Judas Priest?
Y de repente un nuevo testamento. Sale Firepower (2018), un disco que, es verdad, apuesta a los seguro, pero que nos ofrece la mejor colección de temas de Priest desde Painkiller 28 años atrás. Es más es el Painkiller 2. Y luego uno ve los videos de la gira actual y queda fascinado por el buen estado recuperado de Rob, cantando tan bien, tan cómodo de nuevo. Es cierto, la dupla de guitarristas está ausente. Downing se fue hace algunos años debido a razones personales, Tipton declaró a inicios de año tener parkinson, y que por ello no podría hacer la gira del Firepower más allá de apariciones esporádicas y puntuales en algunos shows. Pero está el joven Faulkner, quien ha demostrado talento para componer y ejecutar, y ahora está de reemplazo de Tipton un grande de la guitarra, Andy Sneap a quien todo metalero conoce por haber tocado en el clásico del thrash británico Sabbat en los 80 y luego en Hell en años recientes, además de ser uno de los más notables productores del metal contemporáneo. No es cualquiera señores, no es un guitarrista de sesión más y ya. ¡¡¡Es Andy Sneap!!!! Yo al menos estoy ansioso de oír cómo es su interpretación personal de los clásicos definitorios del metal que creó Judas Priest.
El concierto será en el Jockey el 30 de octubre y hasta donde sabemos la venta de entradas comenzada hace unos días va viento en popa. Tiene que ser lleno total. Al momento de escribir este artículo no se sabe con seguridad qué banda acompañará. Los metaleros queremos más bandas de metal en el show, así somos. Ojalá así sea. Lo importante es que por fin Judas Priest defenderá la fe del metal en nuestro país al lado de los headbangers peruanos.
Long live the Priest.
A pocas semanas de conocerse la noticia de la llegada de Judas Priest a nuestra capital, la productora encargada del evento; “Work Shows”, anunció el éxito en venta de tickets para la esperada y única presentación de la mega banda en Lima.
Cabe destacar que la gira “Firepower” es la vigésima séptima gira mundial de conciertos de la banda británica de heavy metal Judas Priest, en promoción al álbum Firepower de 2018. Comenzó el 13 de marzo de 2018 en el recinto Mohegan Sun Arena at Casey Plaza de Wilkes-Barreen los Estados Unidos y contempla fechas, por el momento, hasta finales de 2018 incluyendo países como Canadá, Bélgica, Alemania, Eslovenia, Polonia, Japón, Brasil, Argentina, Chile, Ecuador y más.
Estas son las zonas y los precios que incluyen descuento del 20% usando tarjeta Cencosud hasta el 5 de Septiembre, las entradas están a la venta en Teleticket de Wong y Metro .
ZONA:
WORK SHOWS
20% Descuento con tarjeta Cencosud : 328 soles PRECIO FULL: 399 soles
VIP
20% Descuento con tarjeta Cencosud : 235 soles PRECIO FULL: 285 soles
GENERAL
20% Descuento con tarjeta Cencosud : 141 soles PRECIO FULL: 171 soles