Ramón Castilla descansa bajo una iglesia
¿Sabías que los restos del gran Mariscal Ramón Castilla reposan en los sótanos de una iglesia, en el Centro de Lima? El traslado desde la Cripta de los Héroes del Cementerio Presbítero Maestro al llamado Panteón de los Próceres sucedió el 30 de mayo de 1980, cuando se conmemoraba el 113 aniversario de la muerte del caudillo. Conozca los detalles de ese inusual cortejo que recorrió las calles de Lima hace solo 30 años.
Cayó viernes. El 30 de mayo era un día de invierno habitual. El Cementerio Presbítero Maestro estaba atestado de gente. Antes de la partida del cortejo, a las diez de la mañana, el Vicario General Castrense, Monseñor Alcides Mendoza Castro, dio una misa; y por el Centro de Estudios Históricos-Militares tomó la palabra el doctor Fernando Gamio Palacio. Todos fueron sacros y eruditos elogios a la figura del prócer peruano.
En medio de un silencio sepulcral, oficiales de las Fuerzas Policiales y Militares cargaron el féretro con los restos de Ramón Castilla hasta la salida del camposanto, donde esperaba la carroza fúnebre. El ataúd de madera reforzada en pana negra y bordado con hilos de oro, estaba recubierta con insignias del ejército.
Camino al panteón definitivo
Se había hecho un plan de ruta. El cortejo tomó las angostas vías del jirón Ancash, en Barrios Altos, para luego dirigirse a la popular avenida Grau y, desde allí, enfilarse a la tradicional avenida Nicolás de Piérola (ex Colmena), hasta el Parque Universitario, al Panteón de los Próceres, ubicado en el sótano de la Iglesia de San Carlos, al costado de la Casona de San Marcos.
Se trata de una construcción subterránea, que fue inaugurada el 10 de diciembre de 1924, en plenas celebraciones por el centenario de la batalla de Ayacucho, durante el “oncenio” de Augusto B. Leguía. (Ver PDF Panteon inauguracion.pdf)
En el trayecto se apreció a muchas personas alborotadas, con un sentido verdaderamente patriótico, incluso el propio Parque Universitario lucía repleto de ciudadanos que vivieron este traslado como lo que era, un acontecimiento nacional.
A la llegada de los restos del prócer, asumieron el honor de cargarlo -por breve trecho- hasta el mismísimo Jefe de Estado, general Francisco Morales Bermúdez; las cintas que colgaban de los costados del féretro fueron sostenidas por autoridades de entonces, como el Primer Ministro Richter Prada, el ministro de Marina, Vicealmirante AP Juan Egúsquiza Babilonia, el canciller Arturo García y García, entre otros.
Con el ataúd del caudillo ubicado en el mismo panteón, el General Marcial Rubio Escudero leyó el discurso de orden, en el que dijo que la vida de Castilla “es un eterno mensaje que las generaciones deben mirar con profundo respeto y emulación”. Desde ese momento los restos del prócer se ubican en un catafalco, dentro del altar de la antigua Iglesia de San Carlos.
Morales Bermúdez invocó en la ceremonia “la unión de todos para un mejor destino del Perú”. El Jefe de Estado había llegado a las once de la mañana, junto con una comitiva cívico-militar, y colocó la ofrenda floral en el Escudo Nacional sobre el féretro.
Cobertura periodística
El Comercio recogió los detalles del momento más conmovedor del acto. Tras el reconocimiento a través de los familiares descendientes directos, y el homenaje del Regimiento Escolta del Presidente de la República “Mariscal Nieto”, el corneta Sargento Ricardo Corrales Maldonado ejecutó el “toque del silencio”. Esa mañana, al son de la tradicional pieza militar, un temblor en los duros rostros militares se llevó la noticia.
El diario decano publicó ese mismo día, aparte de la nota en la portada, un editorial alusivo al histórico evento y un informe especial. El editorial “La vigencia del Gran Mariscal don Ramón Castilla” resume los valores y el ejemplo del caudillo peruano, quien desde el comienzo de su carrera militar demostró valor, inteligencia y patriotismo, asumiendo el gobierno nacional en 1845 y, por segunda vez, en 1855.
El editorial recordaba especialmente el gesto visionario de Castilla al firmar, el 3 de diciembre de 1854, en Huancayo, el decreto de la abolición de la esclavitud. Con ello, decía el diario más antiguo del Perú, “se sientan las bases de una autentica integración de la nación peruana y el disfrute universal de los derechos y las libertades”.
El título de “Libertador de los esclavos” es totalmente justo. Y además, reconoce el más importante aporte de su labor como estadista. Conocido también como “Soldado de la Ley” -frase acuñada por nuestro tradicionalista Ricardo Palma- supo responder a la campaña de El Comercio, que por esos días de 1854 indicaba que “Dios ha hecho libres a todos los hombres, libres ante Él, todos somos iguales ante el mundo”.
Asimismo, el informe especial -una página completa- incluía el artículo “A la gloria del Mariscal Ramón Castilla. Castilla y la justicia social” de Manuel Mujica Gallo; “Castilla” de Raul Ferrero R.; “Castilla y el poder naval” de Teodosio Cabada; “Castilla y la política exterior peruana” de Enrique Gonzales Diltoni; y un poema de Palma, “Al Mariscal Castilla”.
El sábado 31, la edición del diario decano exhibió una amplia cobertura. En su portada, el titular de “Castilla ya reposa en el Panteón de los Próceres” encabezaba los detalles de esa jornada especial. (Ver PDF 31 05 1980 portada.pdf) Ahora podemos ver sus restos mortales en el Panteón de los Próceres, donde seguramente reposará para siempre.
(Carlos Batalla)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio