La familia feliz
Los cocineros solemos cargar dos canastas que dan vida a nuestra cocina. En una llevamos ingredientes de la naturaleza: vegetales, frutas, aves, carnes, especias. En la otra cargamos sentimientos y emociones: recuerdos vividos, nostalgias y melancolías, pasiones, anhelos, sueños.
Es en la alquimia de ambas en donde una cocina logra adquirir dimensiones superiores al mero acto de alimentarse. Es en el abrazo de los tesoros de la naturaleza exterior con los sentimientos de la naturaleza interior de cada cocinero en donde los sabores adquieren esa capacidad de conmover que todos conocemos.
Los Nolivos es una hermosa familia que representa mejor que nadie esta manera de ejecutar y sentir la cocina.
Viven y cocinan al borde de las orillas de la hermosa Santa Rosa en Lambayeque. Rodeados de embarcaciones de madera, caballitos de totora y mar siempre alborotado, don Víctor, el padre, compra el pescado diariamente en el terminal ubicado a pocas cuadras de su restaurante.
Ana Leonor, la esposa, siempre con una sonrisa, lo espera lista para convertir cabrillas, toyos, meros y todo lo que el generoso mar norteño ofrece cada día en suculentos sudados, arroces, guisos, chicharrones y pescaditos fritos impregnados de ese saborcito que solo se logra cuando el ingrediente y el sentimiento se convierten en la olla en uno solo.
Pues es precisamente este el aroma que impregna todos los rincones de Brisas del Mar. Aromas de guiso honesto, claro que sí, pero sobre todo, los aromas de una familia unida por un amor y bondad a flor de piel, que convierten un simple almuerzo en una experiencia que toca el alma.
Sus hijas, Gladys y Alejandra, no solo son guapas y dinámicas. Son, además, las primeras de su clase desde siempre: en el colegio y ahora en la universidad. También atienden el restaurante con la misma devoción con que su padres cocinan. Pero, sobre todo, ellas están llenas de sueños y retos siempre asociados al sueño de una familia que vive unida y llena de amor, trabajando diariamente por hacer realidad sus objetivos de vida con dignidad y alegría.
Sueñan con que su restaurante sea cada día mas reconocido, con que sus padres un día puedan descansar y ellas tomar la posta, con hacer algún día un hotel para que el mundo venga a disfrutar de su Santa Rosa querida y así ayudar a que su tierra progrese.
Sueñan y sueñan mientras atienden al publico con cariño sincero, mientras siguen siendo primeras de su clase, mientras ayudan felices a sus padres en las tareas diarias porque eso es lo que hace toda familia unida por el amor.
Mientras tanto, nosotros, los comensales, disfrutamos del espectáculo de una cabrilla sudada en segundos con los sabores más profundos que hayamos probado en años, con un pescado frito con ajo simplemente perfecto, con un cebichito hecho a la santa rosina al cual no le faltaba nada, pero sobre todo, con las palabras dulces de mamá Ana Leonor, con la mirada noble de Víctor y con la vitalidad y optimismo de Gladys y Alejandra.
No hay duda, Brisas del Mar en Santa Rosa es un hermoso restaurante lambayecano. Pero la familia Nolivos es mucho más que eso, es una hermosa, noble y enternecedora familia feliz.