Dudamel y nueve sinfonías: Crónica de un ciclo de conciertos
Por Gonzalo Tello desde Bogotá
Luego de un exitoso concierto Binacional, La Orquesta Sinfónica Simón Bolivar de Venezuela, dirigida por Gustavo Dudamel, inició un ambicioso Ciclo de cinco conciertos dedicados a las sinfonías de Beethoven este miércoles 8 de abril en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo de Bogotá. Hasta el domingo 12 de abril, la orquesta habrá interpretado en forma completa estas nueve sinfonías, las cuales hasta hoy son referenciales en la música universal.
La oportunidad que nos da el Teatro Mayor es única ya que escuchar estas obras de forma consecutiva nos permite apreciar el desarrollo compositivo de Beethoven, y como fue reflejando en su música estas ideas revolucionarias, que desenbocaron en un nuevo estilo musical, que marcó el siglo XIX: El Romanticismo.
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Dudamel y orquesta iniciaron el Ciclo con las sinfonías 1, Op. 21 y la no. 2 Op. 36, además de completar el concierto con las dos Romanzas para violín y orquesta, Op. 40 y 50. La solista fue la joven violinista americana Simone Porter. Ambas obras son en extremo pastorales, no se exhibe gran virtuosidad en ambas, pues son como amplios adagios o larghettos. Porter, en posiciones cuasi gimnásticas me hizo recordar al estilo de postura de Sarah Chang en su reciente concierto en Lima. Sin embargo, al igual que Chang, Porter mantuvo un codo y brazo relajado al momento de emitir nobles y bellas notas en los pasajes de estas obras, con una orquesta y director atentos.
En este primer día Dudamel y orquesta interpretaron las sinfonías no. 1 y 2, las mas neoclásicas, escritas entre 1799 y 1802. La distribución de la orquesta presentaba de izquierda a derecha a violines 1, chelos y contrabajos, violas y violines 2, así como dos filas de vientos y metales, con la percusión al fondo derecho. Dudamel dirigió sin partitura, de memoria, y así lo hizo durante todos los conciertos siguientes. En estas dos primeras sinfonías cortas y de carácter jocoso, se pudo percibir la precisión de los músicos para el estilo casi mozartiano, sin perder vigor ni fuerza en los movimientos rápidos. Beethoven hereda el estilo de Mozart y Haydn en estas obras, pero con armonías propias y muy modernas.
Hace años yo solía decir que Dudamel imitaba la técnica de su maestro Claudio Abbado (eso se puede comprobar viendo videos antiguos de el dirigiendo) pero hoy por hoy esa técnica quedó algo relegada y mas próxima a la de Simon Rattle. Esto no es de extrañar, ya que Dudamel ha trabajado con Rattle muchas veces y dirigido a su Filarmónica de Berlín, así como Rattle ha dirigido muchas veces a estos músicos. En uno de los intermedios, conversando con el director del teatro, Ramiro Osorio, le comenté que el estilo del director y el sonido que emana la orquesta me remitían a ser una “hija” o “ahijada” de la Berliner. Este es el sonido que de alguna manera han asimilado los venezolanos.
Otra de las cosas que fui descubriendo en el segundo concierto, en que escuchamos la Sinfonía no. 3 “Eroica”, Op. 55 y la Sinfonía no. 4, Op. 60, fue el respeto de Dudamel con el estilo de Beethoven. Se le pueden criticar muchos otros compositores menos este, ya que lo tiene muy bien asimilado y sabe sacarle provecho. En este segundo día la orquesta mantuvo la configuración pero creció en número de músicos. Dudamel mantuvo tiempos precisos y logrando siempre un buen balance. Cada músico interpretaba con energía, vitalidad y entusiasmo. Sin embargo vale notar el gran trabajo en equipo como están compenetrados. Cada grupo musical tocaba al unísono con la precisión de un ballet ruso. Los mínimos errores se deben a una interpretación humana. Una de las mejores obras que escuché hasta el momento fue la infrecuente sinfonía no. 4, la cual gozó de una fuerza especial y detalles gloriosos.
Otra de las geniales características de este ciclo fue ver como la orquesta lograba diferentes matices en los temas Da Capo. Si bien en todas las sinfonías de Beethoven los temas en cada movimiento se repiten mas de una vez, aqui rara vez se escuchaban igual, ya que siempre habían volúmenes u ornamentos particulares.
En el tercer concierto del viernes presentaron la famosa Sinfonía no. 5, Op. 67 que fue interpretada también con fiel estilo, pero con fuerza mastodóntica hacia el final, en que los metales y especialmente los cornos fueron de alta calidad. La sinfonía no. 6 “pastoral”, Op. 68 es un gran poema sinfónico, como el mismo Beethoven la llamó, y nos muestra una gráfica descripción, en cinco movimientos, de la naturaleza, excelente predecesora de los grandes compositores nórdicos como Sibelius o Grieg. La belleza y delicados volúmenes en la música fueron de destacar.
El sábado llegó el turno de la Sinfonía no. 7 Op. 92, “La apoteosis de la danza” como la describió Wagner. Esta famosa obra fue interpretada con peso y sentimiento. La manera como iniciaron la Marcha Fúnebre fue de sonido pianissimo cuasi barroco a un todo orquestal inmenso. La conclusión fue una verdadera fiesta de sonidos. La Sinfonía no. 8 Op. 93, similar en duración y estructura a la cuarta, trajo brillo y vertiginosidad con una orquesta mas grande que retumbaba con el sonido en el amplio espacio del teatro.
El domingo fue el día final de este gran Ciclo. A teatro lleno y con largas colas afuera de melómanos esperando algún espacio libre, la OSSBV en pleno, acompañada del Coro Filarmónico Juvenil de Colombia, Coro de la Ópera de Colombia y la Sociedad Coral Santa Cecilia, entonaron la Sinfonía no. 9, Op. 125 “Coral”. Esta obra, escrita entre 1822 y 1824, muestra la madurez del genio de Bonn y su completa lejanía del estilo neoclásico. La modernidad con que esta sinfonía se presenta desde los primeros acordes, incluso nos remiten a lo que será la música muy avanzado el siglo XIX, con Wagner y otros grandes sinfonistas a la cabeza. Dudamel, antes de iniciar este concierto, dió unas breves palabras dedicando esta sinfonía al fundador de El Sistema, José Antonio Abreu (quien no estuvo presente), creador y hacedor de todos estos musicos, quienes son lo que son gracias a el, acotó. El teatro se llenó de prolongados aplausos.
Dudamel se dió el lujo de entremezclar tiempos audaces, matices diversos en una obra que ocupa todo un programa, por su hora y veinte minutos de duración. El último movimiento, que de por si es una sinfonía entera, presenta los pasajes vocales de cuatro solistas y coro. El barítono austriaco Günter Haumer inició esta parte con una intensa interpretación. El fue acompañado por cantantes colombianos de nivel como el tenor César Augusto Gutiérrez (reconocido a nivel internacional), la soprano Mariana Ortiz y la mezzosoprano Adriana Bastidas Gamboa. Los solistas estuvieron detrás de los metales de la orquesta, y frente al coro, lo que no ayudó a que sus voces se escucharan plenamente. Es difícil cantar sobre una orquesta de sonido potente de mas de 100 músicos. El Coro lució jóvenes voces, grandes y con mucha musicalidad. Pudimos disfrutar del famoso “Himno a la alegría” interpretado nada menos que por 250 artistas sobre escena. Hacia el final de la obra, Dudamel, en tiempo prestissimo, acelera a toda la orquesta en un efecto que ocasionó un estruendo de aplausos.
Cada sinfonía fue efusivamente recibida por el público, que las aplaudió todas de pie. Algunos de estos conciertos además fueron transmitidos en vivo por el Canal Capital de Colombia a nivel nacional y por internet en la plataforma Teatro Digital, la cual ya tiene una audiencia respetable y cumple los objetivos de formación de públicos, algo que en Colombia se viene desarrollando hace varios años con amplio apoyo del gobierno y empresas privadas.
La experiencia fue satisfactoria además pues el Teatro tiene mucha acogida, el público bogotano atiende estos conciertos y no solo los disfruta, sino que los comparte. El público es muy entendido y sabe de música, orquestas, directores y acontecer internacional. Los exteriores del Teatro son muy amplios y cómodos, con terraza, cafetería y amplia gama de bebidas. El público no opta por irse pronto, a pesar de que el Teatro está alejado al norte, sino que se toma el tiempo de conversar en el foyer y departir.
Sandra Meluk, directora de programación del Teatro Mayor, me adelantó los futuros espectáculos que recibirá este escenario. En estos días el English National Ballet presenta en una producción completa “El lago de los Cisnes” dirigida por Tamara Rojo, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, dirigida por Gavin Sutherland. También llega desde Oviedo una producción de la zarzuela “La del manojo de rosas” del famoso director Emilio Sagi. Es decir, obras de calidad internacional.
En el 2016 Meluk adelantó que ya tienen confirmada la visita de la Orquesta Filarmónica de Viena en marzo (esperemos que lleguen también a Lima en esta gira); Además, el Teatro Mayor presentará su primera producción propia de ópera: Será “Salome” de Richard Strauss. El plato fuerte llega en setiembre, cuando traigan toda una producción de la Ópera de Hamburgo de “Tristan und Isolde” de Wagner, nada menos que con la orquesta de ese teatro, dirigida por Kent Nagano.
Un Teatro con autonomía económica privada y pública, en un país donde las leyes benefician a los auspiciadores que invierten en cultura, se puede permitir tamañas empresas en propuestas que benefician y hacen crecer y desarrollar de verdad a su pueblo. Ojalá algún día en Perú salgamos de la mentalidad infradesarrollada en que vivimos, sobretodo la de nuestros politiqueros, y podamos dar pasos concretos para lograr tener eventos de esta magnitud. Personas capacitadas y con muchas ganas ya tenemos, pero nos falta el visto bueno estatal, el cual como siempre es el único freno a nuestro propio desarrollo.
Grandiosa novena sinfonía de #Beethoven acaba de ser interpretada por 250 músicos. Tres Coros, solistas y la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar dirigida por Gustavo Dudamel.Así termina el Ciclo Beethoven de nueve sinfonías consecutivas en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo de Bogotá.
Posted by Ópera Perú: Todo sobre la ópera y música clásica en el Perú on Sunday, July 12, 2015