El rey Gesar en escena
Cuenta el “Cantar del Rey Gesar” que en tiempos de catástrofes naturales y desastres provocados por el ser humano, Tuiba Gewafa, hijo de un dios, vino a la Tierra para someter a los demonios, reprimir la violencia, ayudar a los débiles y rescatar al pueblo tibetano sumido en un abismo de sufrimiento. Desde el siglo XII las gestas del rey Gesar se recitan o se cantan en las zonas habitadas por la etnia tibetana, mongola y el grupo etnico Tu. En el poblado de Jiegu, la zona más devastada por el terremoto, una gigantesca estatua negra del rey Gesar ocupa la plaza. Nunca antes pareció estar más viva.
Después de un viaje de 15 horas en auto, de las cuales yo pasé las últimas 5 en calidad de bulto, llegamos finalmente al poblado con la primera luz del día. En Jiegu, la oscuridad se rompe a las 5 de la madrugada, los lamparines se prenden y los sobrevivientes despiertan con las oraciones de los monjes budistas.
Hasta hace una semana, poca gente en China conocía Jiegu, o Gyegu en tibetano. Era apenas un poblado remoto de 100.000 habitantes, la mayoría pastores y de la etnia tibetana, perdido a 3.700 metros de altura, en la prefectura tibetana de Yushu. Precisamente aquí, en la provincia de Qinghai nació el actual Dalai Lama.
Sin saberlo, ingresamos a esta ciudad de carpas apenas unas horas antes de la llegada del presidente chino Hu Jintao. A nosotros nos tomó más de 15 horas en auto desde Xining, capital de Qinghai, pero el mandatario demoró apenas 3 horas desde Beijing en su avión privado Made in China.
La visita de Hu el domingo, causó –detrás de cámaras- un verdadero Estado de Sitio en Jiegu. La plaza y el circuito que recorrería el mandatario fueron cerrados desde las 10 de la mañana hasta las 8 de la noche. Hasta los camiones que transportaban ayuda humanitaria y ambulancias con material médico tuvieron que esperar afuera por medidas de seguridad, argumentó la policía.
Más de un centenar de efectivos especiales, además de escuadrones de la policía y el ejército, protegían el recorrido presidencial en un pequeño pueblo devastado. Sí, pequeño y remoto pero de la etnia tibetana y con varios monasterios budistas a la redonda que acusan al gobierno chino de represión.
Todo lo que pasó aquel día durante la visita presidencial puedes verlo AQUÍ en la edición impresa.
Esta visita, como la del premier Wen Jiabao a la zona en días anteriores, fue cuidadosamente planeada, tan igual como hacen otros líderes del mundo en situaciones parecidas. No se pone en duda el franco interés de los líderes chinos en la zona devastada, pero el libreto que se utiliza para lograr impacto en la población a través de los medios de comunicación, suele ser el mismo:
- - Ingresa el líder a la escena acompañado por dirigentes locales.
- - El líder es ovacionado por una multitud agradecida cuidadosamente seleccionada.
- - El líder observa detenidamente las ruinas y escucha a los expertos.
- - El líder visita a las víctimas en los hospitales, y les entrega “hongbao” (sobres con dinero), especialmente a madres gestantes y ancianos.
- - El líder aparece con un niño o una niña que llora sobre su hombro y él le pide que lo llame “abuelo”.
- - El líder estrecha la mano de un poblador local, en este caso de un monje budista. Hu y Wen lo hicieron.
- - El líder agradece al Ejército Popular de Liberación (EPL) por su participación vital en las operaciones de rescate.
- - El líder pronuncia un discurso muy emotivo donde llama a la unión de todas las etnias “bajo las directrices del Partido”.
- - Se marcha el líder y aparecen imágenes de camiones con ayuda humanitaria en la zona.
Posdata: Al día siguiente casi todos los periódicos publican las mismas fotos, el mismo contenido y a veces, el mismo titular.
Pero esta vez, algo falló… ADIVINEN QUÉ.