Metropolitano, acosadores y más
Bueno, ocurre en todas partes. Los acosadores están a la orden del día. Y ya que el onanismo no alcanza para definirlos a cabalidad, imaginemos un escenario como aquel al que el que el extremo de la pasión nos puede llevar:
1. Castración química para el onanista recurrente, pero como nos gusta el sentido lato, doce años para el cirio impertinente, para el que mira demás y para el sujeto que en el bus repleto (subraye) no supo levitar.
2. Buses femeninos del Metropolitano. Eliminación del espejo retrovisor del chófer. No se olvide que quien conduce es un varón. 17 sátiros en dos años llama a cualquier sanción. SOS. Emergencia. Help! De los cientos de miles que vienen y van en este bus infernal, algún enfermo debe haber. Y como no se puede saber: “Tierra arrasada”. Claro, colocar un letrerito que sirva para avisar: “Se presume acosador hasta que se demuestre lo contrario”.
3. Secciones femeninas en las escuelas, en las universidades, en las bibliotecas, en las oficinas… Horas de circulación en las combis. Ley de segregación y decreto supremo para detallar.
4. Clases de Karate. Pueden servir para resguardarse del acosador más impertinente o del más peligroso hampón. Mala suerte si ambos coinciden en un solo infeliz. La violencia siempre es un buen consejo (y más si viene de autoridad), asegurese siempre que el filo de su chaira sea mayor que el de su contendor.
5. Se recomienda llevar zapatos de tacos y agujas, pistolitas de gas, balas de salva o lanzallamas para aleccionar al bribón. Asegurese que el pillo sea tal y que en el bus por lo menos quepa un alfiler. No vaya a ser que el tal no sea cual.
Bueno, ironía al fin ¿No hay cámaras y serenos que puedan viajar en el Metropolitano? o por lo menos ¿Algún caballero que la haga de tal?