X-Men
El editor me apremia con la lista completa de destinatarios de mi nuevo libro “Retratos de mi padre”. Es una tarea primordial, dada mi esperanza de su difusión. Es la obra literaria de mi creación en la que más dolor y fe he depositado. Pese al apuro, Marianita, Lucianita, Miguelito y una collerita en pleno me insisten en que los lleve al cine. Los niños sabe poco de prisas ajenas, es sábado y quieren el reflejo de la pantalla frente a sus caras, el pop corn y la magia de aquel espectáculo que a los míos les enseñé a amar desde muy niños.
Creí que elegirían algún filme de caricaturas, la malvada bruja en trazos animados o alguna de esas películas que fácil me llevan al sueño. “Queremos X-Men” dice Marianita, secundada por los demás. Debo ceder por más que los mutantes no me quiten el sueño. De eso trata X-Men, de mutantes.
Confieso que, sorpresivamente, la película me capturó. Recordé que en el taller de historias alguien mencionó la historia de estos mutantes superpoderosos, cuyas tramas me eran irrelevantes. Pero hoy me convertí en fan. Las imágenes eran espectáculo y algunos diálogos esenciales. Al llegar a casa traté de recordar las frases sueltas que más me llamaron la atención y encontré más de cinco. Eran verdades al hilo, elaboraciones propias de un filósofo o de un físico cuántico.
Aquí un par de frases. La primera constituye una teoría del tiempo. La segunda también, pero parece una corrección de la primera. En lo particular me gusta más:
1. “-Hay una teoría en física cuántica que dice que el tiempo es inmutable. Igual que un río, si lanzas una piedra en él, creas ondas pero la corriente siempre se autocorrige. No importa lo que hagas, el río fluye en la misma dirección.
-¿Qué intentas decir?
-Sólo digo que la guerra es inevitable. Tal vez debe asesinar a Trask. Tal vez simplemente ella es así.
-Sólo porque alguien tropieza o pierde el camino no implica que se pierde para siempre. No me convence esa teoría, Hank. Y no puedo creer que ella sea así”.
2. “Incontables decisiones definen nuestro destino. Cada decisión, cada momento, es una onda en el río del tiempo. Con suficientes ondas se cambia la corriente. Porque el futuro, en realidad, jamás esta marcado”.
X-Men me dejó con ese resabio de inquietud en los labios. Adoro las películas que dejan algo, aunque sea una sentencia o una duda. ¿El destino está marcado o somos nosotros los que con un cúmulo de decisiones lo definimos? Yo apuesto por lo segundo, pero no son las decisiones nimias aisladas las que determinan el futuro sino el conjunto y, en especial, aquellas que son fundamentales. Sin embargo, sobre ellas siempre opera el azar.
Mientras los niños juegan y ya olvidan la película, me dispongo a buscar las ediciones previas del film (entre los DVDs que casi boté a los desperdicios) con la convicción de que, definitivamente, de algo me perdí.