La vergüenza de todos
Leer que no pasará nada con la partida de la San Martín porque era un club sin hinchas o que simplemente se va porque el negocio del fútbol no le resultó rentable causa risa e indignación. Parece que las desgracias que ocurren en el fútbol peruano no fueran suficientes para mirar un poco más allá de nuestras narices y asumir que para terminar con este caos, se requieren soluciones de raíz, algunas muy dolorosas pero urgentemente necesarias.Leí en Depor que Universitario estaría cerca de recibir cuatro millones de dólares como cuota inicial de un convenio por ceder sus derechos de televisación por diez años, el cual le significará ingresos por doce millones de dólares. Con ese dinero, afirman, pagará la deuda con la agremiación y sumará caja para afrontar la temporada actual. Julio Pacheco ya le habría dado la “buena nueva” a los jugadores.
¿Cuántas veces hemos leído una información como esta? ¿cuántas promesas incumplidas suma el inefable don Julio en su corta carrera dirigencial? ¿10, 20, 35? Si fuera real, perfecto, se pagan las deudas inmediatas, pero…¿y qué ocurrirá el próximo año o el siguiente? ¿Con qué ingresos contará el plantel el 2015 o el 2018? ¿Y los pagos a la Sunat, AFP y otros acreedores?
Por situaciones como esta es que Universitario vive una situación terminal. Este modelo de ‘vivir al día’ no es patrimonio del ‘pachequismo’. Es muy popular entre dirigentes irresponsables, no conoce de colores de camiseta (en Alianza y Boys lo manejan al dedillo), y es lo que ha llevado a que el fútbol peruano se encuentre en estos momentos en la peor crisis de su historia.
ES DE TODOS
Las culpas son compartidas. Sin embargo, echarle la mayor responsabilidad a la agremiación es un absurdo. En su cuota puede contarse que negociaron mal, no fueron flexibles, apañaron irregularidades -la firma de planillas sin cobrar- y convocaron a una huelga justa, pero sin cumplir los requisitos legales, razón por la cual los jugadores de San Martín, Vallejo y Unión Comercio están cerca de ser despedidos sin derecho a reclamo alguno.
Los principales culpables son los dirigentes, empezando con Manuel Burga, en este momento en Zúrich y no en la Videna, donde debería estar poniendo el pecho ante los problemas.
A él se suman los irresponsables que pese a dirigir clubes con obligaciones imposibles de cumplir o tener planillas impagas, siguen contratando jugadores. Han hecho del perro muerto un estilo de gerencia.
¿Manejarán así sus empresas o la economía de sus familias? Lo dudo mucho.
Tampoco se salvan algunos dirigentes que bajo la carátula de una supuesta seriedad han hecho poco por institucionalizar sus clubes (no basta con pagar sueldos al día), aprueban bases con puntos de conflicto o integran juntas directivas encabezadas por personajes de probada incapacidad.
No faltan en esta lista los jugadores que exigen sueldos millonarios sin base, dejan que pisoteen sus derechos y cuyo concepto de solidaridad solo aflora al momento de realizarse una huelga.
También un sector del periodismo deportivo, afín a los escandaletes y a una prédica inmediatista, farandulizado al extremo, al que más le interesa con quien se acuesta el Loco Vargas que reportear -y opinar- sobre los asuntos de fondo del balompié nacional.
Tienen su porción los socios de los clubes, vergonzosamente incapaces para organizarse y acabar con los malos manejos en sus instituciones y, finalmente, los hinchas, cuyo exclusivo interés en ver a su equipo campeón a toda costa ha impregnado de violencia lo que debería ser una fiesta deportiva, alejando al público de los estadios, así como a potenciales inversores.
SE LES FUE DE LAS MANOS
Es evidente que tanto la agremiación como los clubes no midieron las consecuencias de sus actos y en este momento no solo el torneo corre peligro de frustrarse, sino también el trabajo que se realiza con la selección mayor y otras categorías.
Señalaba ayer en twitter que lo peor que podría pasarle al fútbol peruano es que después de esta crisis todo continúe igual. El sistema debe ser cambiado de raíz. Muchos periodistas se desgañitan diciendo: ¡la solución es convertir a los clubes en sociedades anónimas! Perfecto, ¿pero basta con eso? ¿Qué empresario serio va invertir en un medio corrupto, con una justicia deportiva tardona e irresponsable y, sobre todo, en un negocio que no resulta rentable. ¿O alguien cree que Cristal o Vallejo ganan plata con el fútbol? “Su ganancia está en la imagen, en el posicionamiento de marca”, dirán algunos. Pregunto, ¿y a qué marca le gusta estar asociada con la informalidad y la corrupción? Revisen las camisetas de los equipos y vean cuántas carecen de anuncios. La gente no se ha ido sola de los estadios, detrás se fueron los anunciantes.
¿Y si CMD decide dejar de transmitir los partidos?
Tal como está, el negocio del fútbol no da para más. Es necesario hacerlo serio, imponer reglas claras, duras, que premien al que las cumpla y castiguen a quien no. Duela a quien le duela.
Si no se ejecutan estos cambios, la sangría no se detendrá y del fútbol peruano no quedará ni huella.
Antes de terminar, ¿Alguien sigue creyendo que, con este panorama, tenemos opción de clasificar al Mundial?
Espero sus comentarios. Un abrazo para todos