Universitario: un grito, un desahogo
El grito interminable recorre el Monumental. Viene acompañado de abrazos, puños que se levantan, corazones que se agitan. Es un grito celebratorio, pero también catártico. Un desahogo después de tantas frustraciones acumuladas.
Vásquez corre hacia la banca con el gol desfigurándole el rostro, con la garganta en ebullición. El año pasado defendía la camiseta que acaba de doblegar. Su grito no es una falta de respeto, es una descarga. Faltaban 10′ aún para que se terminara todo, pero no importaba. Era un gol liberador. Un zurdazo implacable. Un golazo para gritarlo hasta quedarse sin voz.
Jugó un poquito mejor la ‘U’ ante Muni, aunque sigue dejando dudas. Volvió al libreto del año pasado (abrir la cancha, buscar asociarse, tocarla al ras). Tito y Siucho deben pesar 40 kilos cada uno, pero aportan gambeta y desenfado, pese a que siguen equivocándose demasiado en el pase. Guastavino va y viene, se hace dueño de los 3/4, se recoge para pedirla. La ansiedad lo carcome y se equivoca en el servicio. Su mejor socio es Tejada, un tipo sabio y solidario, que sabe cuidar la pelota con el cuerpo y descargarla con tino. En la única jugada que se encontró con Guastavino, en el segundo tiempo, trocaron roles: el panameño la aguantó y se la dejo servida. El yorugua hizo una media vuelta de 9 y la mandó a media altura, a un costado. El notable manotazo de Delgado evitó el golazo del torneo.
LAS DUDAS
Presión alta para recuperar la pelota rápido, laterales con proyección, centrales atentos… esa imagen que dejó la ‘U’ en los primeros 15′ se fue diluyendo poco a poco. La dinámica no se agota en el traslado de la pelota con rapidez, exige también desplazamientos sin ella, que la crema no los tiene. Por eso a Guastavino le cuesta tanto encontrar colaboración y el Pana sufre y baja hasta campo propio para quitar, levantar la mirada y tocar.
Por momentos, parecía un partido de inicio de temporada. En cada movimiento, Universitario dejaba huellas de que no es un equipo trabajado, que necesita más de algunos hurras para empezar a cuajar.
Los pases inofensivos de Vargas a los costados, sus imprecisiones en el pelotazo largo, la pesadez de sus desplazamientos hicieron que el sábado extrañara como nunca a Rainer Torres. Porque Figuera ni el Loco son jugadores rompelíneas, que permitan un paso sorpresivo y eficaz de la defensa al ataque. Por eso los balonazos sin sentido o los servicios hacia atrás después de correr 30 metros con la pelota en los pies.
La U va a ganar más partidos en el torneo. Tiene una plantilla con al menos seis jugadores de selección que en otros equipos fácilmente harían la diferencia. Va a ganar porque la irregularidad de nuestro torneo lo permite. ¿Qué sería lo ideal? Que lo hiciera por la autoridad de su juego. Y eso, con el actual cuerpo técnico, no lo va a conseguir.