Mesura, esto recién empieza
Los periodistas somos magos para hacer apreciaciones apresuradas. Y cuando erramos, solemos mirar para un costado, hacer la de Michael Jackson y salir de cuadro mientras silbamos bajito.
¿No debemos elogiar a la U, entonces, por el triunfo sobre Cienciano?
¿Hay que aplaudir con timidez a Fossati?
¿Hacemos mal en abrumar con adjetivos a Quispe?
¿La clasificación en la Sudamericana no sirve de nada?
Apliquemos la mesura: La U ganó un partido que debía ganar. Punto. Tuvo el campo a su favor -¿y si hubiera jugado en Cusco?- y más de 40 mil almas alentando sin tregua. ¿Por qué había tanta duda? El poco convincente triunfo sobre Melgar y el abrupto inicio de la era Fossati. Me temo que la frasecita “técnico que debuta, gana” se derrumbaría si hiciéramos un análisis serio que comparara resultados (como esa otra gran mentira “el 2-0 es el resultado más difícil…”). Lo cierto es que la U jugó bien, fue muy superior a un Cienciano desdibujado e inofensivo y tuvo lo que siempre se extrañó con Compagnucci: peso en las dos áreas.
No sorprendió que el uruguayo se jugara todas sus cartas en un partido que era decisivo por lo deportivo y lo económico (un premio de US$900 mil por clasificar a la fase de grupos). Sí llamó la atención que aplicara un nuevo sistema -el 3-5-2-, al que los jugadores se adaptaron con rapidez, más allá de algunos desajustes sobre todo en el retroceso.
El gran cambio estuvo en la actitud tanto n el banco como en la cancha. Fossati entendió lo que se jugaba, sentó a Calcaterra, puso a Quispe más cerca del área rival y los jugadores salieron a matar. En los primeros minutos, Cienciano se vio abrumado y tardó mucho en encontrar la pelota. Corzo, con la cinta de capitán, estuvo aplicado en la línea de 3. Riveros se sintió comodísimo como cuevero y Di Benedetto no desentonó.
La posición de Polo como carrilero le permitió tener más campo para moverse. En el primer gol fue el Polito del 2016, superando a velocidad a su marcador y metiendo un centro demoledor. El otro costado fue propiedad de Cabanillas, más técnico que veloz; Ureña se apoderó del centro del campo y Pérez Guedes volvió a ponerse el overol.
Dejar a Piero libre, verticalizando, moviéndose en los últimos tres cuartos, permitió que la crema tenga inventiva y variantes, algo vedado por los esquematismos de Compagnucci. Desde que se puso la crema por primera vez, Quispe ha jugado como interior, al lado del 6 o como extremo, cuando quienes lo conocen desde pequeño saben que su mejor producción siempre ha estado cerca del área. La chamba de enganche no le pesa. Es más, se lo ve feliz.
Por experiencia y aptitudes técnicas, Herrera ofrece más alternativas para el juego que Valera. Sabe aguantar a los defensas rivales, devuelve y habilita bien (como en el gol de Quispe). Su problema era el gol. Y no porque errara en el disparo final, sino por falta de habilitación. Esta vez, tuvo varias claras y acertó una. Juego tiene y físicamente parece estar bien. Resta ahora que a Valera se le abra el arco. Que Emanuel vuelva a la competencia puede ser el acicate que necesitaba
Paciencia. Esto recién empieza.