Datos extraídos de un reporte del Senamhi mostraron que la sequía registrada en el año 2005 había afectado a las regiones de San Martín, Pasco, Huánuco, Cusco, Ayacucho y Áncash. Este fenómeno, que se abre paso ante la deficiencia de lluvias tanto en regiones húmedas como secas, había perjudicado al 25% de sus superficies.
Con el fin de reducir este impacto negativo en las campañas agrícolas, en el 2009 se implementó el Seguro Agrícola Catastrófico (SAC), el cual permitiría proteger una cartera de cultivos –como hortalizas, frutales, pastos y forrajes– que estaban en manos de los agricultores que habitan en las regiones más vulnerables del país.
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Específicamente, en la campaña del 2018-2019, su alcance se produjo en ocho regiones del país. En la siguiente, se llegó hasta las 14. Ahora, para esta campaña (2020-2021) se realiza una cobertura que integra a todos los departamentos a nivel nacional, buscando beneficiar a 950.000 pequeños productores y asegurando más de 2,3 millones de hectáreas con S/ 57 millones.
“La actividad agrícola es de muy alto riesgo porque está fuertemente influenciada por factores exógenos como condiciones climatológicas, disponibilidad de agua, condiciones de suelo y presencia de plagas”, manifiesta a Día1 Jorge Ordóñez, director de Financiamiento y Seguro Agrícola del Ministerio de Agricultura (Minagri).
El experto precisa que, del total de emergencias a nivel nacional, alrededor del 72% está relacionado con fenómenos hidrometeorológicos, como sequías, lluvias, inundaciones y heladas. “En los últimos años se ha visto que esto va aumentando”, subraya.
Ante este panorama, el Estado asume el 100% del costo de la prima para proteger superficies agrícolas extensas –y homogéneas– de los agricultores de bajos recursos económicos. “La indemnización es una especie de compensación que le permite al pequeño productor familiar reinsertarse de una manera pronta a su actividad agrícola”, anota Ordóñez.
Renato Bedoya, gerente de Riesgo de la Asociación Peruana de Empresas de Seguros (Apeseg), especifica que dicha indemnización es de S/ 650 por hectárea. Aunque podría considerarse una cifra comparativamente baja, el especialista aclara que se trata de cubrir a la agricultura de subsistencia; es decir, aquella que se orienta en mayor proporción al autoconsumo.
“Para un agricultor que comercializa sus productos y pide un crédito a una institución financiera, S/ 650 sí es poco. Es más, los seguros agrícolas para un productor que comercializa sus productos [está] a otro nivel. Son otros los montos de indemnización que están más ligados al monto de crédito”, señala.
Contrariamente a lo que se podría pensar, una de las observaciones que realiza Lourdes del Carpio, gerenta adjunta de Seguro Agrario de La Positiva, es que el 2016 fue el año en el cual pagaron más indemnizaciones a diferencia de lo sucedido tras el impacto del Niño Costero en el 2017.
Al respecto, Bedoya afirma que ello respondió a que la cobertura de este seguro en ese año estaba delimitada para departamentos ubicados en la sierra del país, de acuerdo con una focalización basada en pobreza monetaria y vulnerabilidad agrícola realizada por el Minagri.
“Como estaba estructurado, y las zonas que estaban cubiertas en el 2017 cuando sucedió el Fenómeno El Niño, el SAC solamente cubría a ocho regiones en la sierra; no tenía alcance en la costa”, sostiene. “Luego de ello es que se añadieron las regiones de la costa como parte del alcance del SAC”.
EL PROCESO Y LOS CULTIVOS
Entre las aseguradoras seleccionadas, en el terreno ya participan La Positiva, que se encargará de atender a 17 regiones del país; y Rímac Seguros, que asegurará la campaña en Cusco, Huánuco y Puno, específicamente.
Del Carpio muestra, según su base de datos, que en la campaña del 2019-2020 se protegieron los cultivos de maca, papa, yuca y maíz choclo en el departamento de Pasco. Así sucedió tras registrarse sequías, inundaciones y granizo en medio de una siniestralidad del 92%.
Otro es el caso de la región Huánuco, en donde ese mismo indicador se elevó en similar periodo a 96%. En esta región, se aseguraron los cultivos de arveja, trigo y habas con una indemnización total de más de S/ 2 millones.
“[Para verificar los daños] no se va a cada una de las parcelas, sino que se selecciona de manera aleatoria algunos lotes y se establece el rendimiento a obtener en esas parcelas. Si ese rendimiento promedio es menor a lo asegurado, se paga a toda el área asegurada en esa zona”, explica Del Carpio.
Tras esta identificación, la Dirección Regional de Agricultura envía un padrón de beneficiarios –en el que se incluye el nombre de los agricultores y el número de hectárea– con el cual la aseguradora abre una cuenta de ahorros en el Banco de la Nación y realiza el depósito de la indemnización.
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