
No importa quién seas o a qué te dediques, todos hemos pasado por despedidas. Algunas son esperadas, otras llegan de golpe. Pueden ser el fin de una relación, la salida de un equipo deportivo, un cambio de ciudad o, como en el caso del mundo laboral, la desvinculación de un trabajo. Y aunque nadie disfruta decir adiós, la manera en que nos despedimos deja una marca duradera, tanto en quienes se van como en quienes se quedan.
Hace unas semanas, Mark Zuckerberg, CEO de Meta, anunció que la empresa despediría a empleados de “bajo desempeño”. Más allá de la decisión en sí, lo realmente impactante fue la manera en que se comunicó la noticia, etiquetando muy negativamente a quienes pronto dejarían la empresa. Así, esas personas no solo pierden sus trabajos –lo cual es siempre muy duro para cualquiera–, sino que salen marcados públicamente con la etiqueta de “bajo desempeño” dañando su marca personal, en muchos casos, irremediablemente.
¿Qué empresa querrá contratar a alguien así etiquetado? Para estas personas, el reto no será solo encontrar un nuevo empleo, sino superar el daño a su marca personal, su reputación y especialmente, su autoestima. Y esa carga además puede ser injusta, porque muchas veces el “bajo desempeño” no se debe a falta de talento, sino a temas externos como cambios en las prioridades, en los procesos por el impacto de la inteligencia artificial en los perfiles, etc.
Tratar muy bien a las personas que salen de una organización es fundamentalmente un tema de respeto y habla mucho de la humanidad de los líderes. Y especialmente de sus valores. Podemos haber tenido años de compromiso y esfuerzo, pero si la manera como se maneja el proceso de salida es improvisado, abrupto o irrespetuoso, eso es lo que más recordaremos.
Y no solo los que salen: las salidas sin respeto impactan mucho a quienes quedan en la organización. Tanto así que uno de cada cuatro personas que ven dejar ir a sus compañeros así considera renunciar también, especialmente los más talentosos, quienes saben que tienen oportunidades fuera. Por otro lado, quienes tienen una experiencia de salida positiva tienen tres veces más probabilidades de recomendar su antigua empresa y de ser incluso sus mejores embajadores de marca.
Días después del primer anuncio de Meta, un grupo de empleados de Google firmó un pliego solicitando que les ofrecieran programas de retiro voluntario antes que hacer procesos de despidos. Saben que así protegen su marca personal y salen en programas que se manejan con tiempos de cese acordes a las necesidades de cada área. Bien diseñados, esos programas funcionan muy bien y no son más caros como muchos creen.
Decir adiós es parte de la vida, pero ningún final tiene que ser doloroso, torpe o injusto. Ya sea en el trabajo, en la familia o en la amistad, la forma en que manejamos las despedidas dice mucho sobre quiénes somos en verdad. En un mundo donde la reputación y la confianza son más valiosas que nunca, dejar ir con respeto y humanidad no es solo lo más inteligente, es lo correcto.