Elaborar este reportaje fue como haber estado en tres conciertos a todo volumen, cerca de cuatro excavadoras, un avión despegando o varios taladros a poca distancia. Pero finalmente es lo que todo limeño vive a diario: las arterias viales principales de la capital son epicentros críticos de contaminación sonora.
Primero accedimos al registro mensual de contaminación sonora que realiza la Autoridad del Transporte Urbano (ATU) a través de 50 módulos equipados con sonómetros en 22 distritos de Lima y Callao, la red de monitoreo de ruido más grande del país. Los resultados de enero del 2024 muestran que los cuatro primeros lugares con mayor impacto auditivo son la estación Angamos del Metropolitano -con un promedio mensual de 70,52 decibeles-, el óvalo Higuereta (Surco) con un promedio mensual de 70,32 decibeles-, la estación Canaval y Morerya -con 69,28 de promedio- y la estación Matellini del mismo sistema de transporte, con 69,22 decibeles. En el ránking de los 20 lugares con mayor exposición al ruido hay tres centros del salud: Hospital del Niño, Hospital Dos de Mayo y el Hospital Santa Rosa.
Lo interesante vino después: un equipo de El Comercio recorrió los mismos lugares para hacer un registro insitu con la ayuda de un aplicativo móvil capaz de medir del nivel de ruido el tiempo real. Este descubrimiento reveló picos de ruido extremadamente altos y nos plantea preguntas importantes sobre cómo esta cacofonía diaria afecta nuestra calidad de vida y salud. Para tener una idea del impacto en nuestra salud, a partir de los 75 decibelios el ruido comienza a causar daños auditivos: equivale a estar expuesto a electrodomésticos muy ruidosos, una moto ruidosa a poca distancia.
Según mediciones de la app especializada en la medición de niveles de ruido, se constató que los niveles de decibeles superan los 80, 90 y hasta 100 en diversos momentos del día y de manera casi constante, equivalentes a estar cerca del estallido de petardos, en un concierto a todo volumen o próximo a un avión despegando.
Los picos de ruido se registraban principalmente durante las horas pico, cuando el tráfico alcanzaba su punto álgido y el estruendo de motores y bocinas llenaba el aire.
EN DETALLE
El experimento comenzó en el óvalo Higuereta, que en el 2023 fue el escenario de Lima con mayor nivel de ruido y este año solo ha sido superado por las inmediaciones de la estación Angamos del Metropolitano. En el óvalo Higuereta hubo momentos prolongados con niveles mayores a 90 decibeles e incluso con picos de hasta 103 decibeles que obligaban a cualquiera a taparse los oídos.
Se identificaron áreas específicas a lo largo de las avenidas donde los niveles de ruido eran particularmente elevados, como las zonas posteriores a los taxis y colectivos que estacionaban en plena pista. Esta conducta hacía que los choferes que permanecían estancados detrás usen la bocina de forma prolongada, sumado a peleas y gritos entre pasajeros, peatones y choferes; el ruido de motores emitidos por vehículos antiguos; cláxones de vehículos pesados que superan ampliamente los límites permitidos y otros elementos.
Todo ello podría indicar la necesidad de implementar medidas de mitigación en esos puntos críticos. Esto podría incluir la instalación de barreras acústicas, la promoción del transporte público eficiente y el fomento de políticas que incentiven el uso de vehículos eléctricos y menos ruidosos.
En la estación Angamos del Metropolitano hubo picos muy prolongados con niveles mayores de 90 decibeles. En la estación Matellini llegó a 85 decibeles.
La razón por la cual los registros in situ son mayores que los registrados por la ATU es que esta entidad obtiene sus promedios midiendo también las noches y madrugadas donde hay menos ruido, reduciendo el promedio. Pero cuando uno recorre esos lugares en horas punta es altamente.
"De acuerdo con la Organización Mundial de Salud (OMS), más del 5% de la población mundial (430 millones de personas) padece una pérdida de audición discapacitante y requiere rehabilitación (entre ellos 34 millones de niños). Se estima que para 2050 esa cifra podría superar los 700 millones (una de cada diez personas)"
Julia Chau, Otorrinolaringóloga de Clínica Internacional
“El ruido ambiental de 55 a 60 decibeles aproximadamente es normal. La exposición prolongada a niveles de ruido elevados por encima de 80, 90 o 100 decibeles puede causar daño en los oídos, como la pérdida de audición temporal o permanente, tinnitus (zumbido en los oídos) e incluso otros problemas de salud como estrés, ansiedad y trastornos del sueño”, afirma Julia Chau, Otorrinolaringóloga de Clínica Internacional.
Marco Aurelio Lozano Fernandez, director de la Dirección de Asuntos Ambientales y Sociales de la ATU, sostiene que las mediciones sonoras que realiza esta entidad permiten que los municipios involucrados sepan qué zonas son las de mayor impacto de ruido y así ejecutar medidas en favor de la calidad de vida de sus vecinos, sumadas a las campañas que también realiza la ATU.