En el relato que abre el libro Ficciones continuas, un grupo de botánicos y zoólogos, seguidores de Carl Linneo, pierden la vida en el siglo del siglo XVIII en su intento por compendiar en lugares inhóspitos la flora y fauna de la Tierra. En paralelo, una hija evoca a su madre fallecida, una conservacionista y admiradora del Systema Naturae de Linneo, que en el incendiado Perú de los años 80 intentó materializar un proyecto a favor de los camélidos americanos. La hija lee la novela que le dedican a su madre y la ficción le permite reencontrarse con ella. En otro relato, un guardián de la memoria de Ricardo Palma no puede vivir su vida más allá de la ficción que él mismo se ha creado como un atildado y respetable académico. De esta manera, Jorge Valenzuela ingresa en el terreno de la vida como una expresión y extensión de la ficción y nos entrega un conjunto de relatos en los que explora las posibilidades de la metaliteratura.
¿Cómo ha sido la gestación de este libro, de qué manera empiezas a trabajar lo metaliterario?
A mí, lo metaliterario me interesa en la medida en que una ficción (un libro, una novela, etc.) permite hacer una reflexión sobre la propia vida, no como algo orientado a evidenciar las relaciones entre la ficción y la realidad como un juego de espejos, no voy por ahí. En mi libro, las ficciones y las vidas de ficción que las producen, constituyen la vida de mis personajes. Y la constituyen no porque “reflejen” la realidad, sino porque las ficciones se han convertido en la “realidad” en la que ellos viven. Ellos viven la experiencia de la lectura de ficciones como un sufrimiento que los ha terminado por constituir como sujetos. De este modo, son el resultado de ficciones cuya función ha sido alimentarlos de esperanza o de conducirlos por los caminos de la tragedia.
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Por eso en el primer cuento la hija evoca la historia de la madre ecologista a partir de dos relatos: de los escritos de los seguidores de Linneo y de una novela. Además, la historia es un homenaje a Barbara D’Achille.
Así es. Ahí lo que me interesó ver era de qué manera la representación de la ecologista en la novela afectó el proceso de duelo de la hija, quien es la que cuenta la historia. Con esto se intersecta el hecho de que la madre, en tanto bióloga y conservacionista, era una gran lectora de libros científicos que construían también una imagen del mundo como el Systema Naturae de Linneo. Me interesa, como digo, el modo en que nos construimos nosotros mismos y construimos lo que nos rodea a partir de las ficciones que los otros elaboran. Entonces, esta hija dolida encuentra en las ficciones sobre su madre, una puerta que le permite dialogar con ella.
Vidas de ficción
En el segundo relato aludes a la figura canónica de Palma, el tradicionista que nos contó una historia ficcional de Lima, que reaparece en este académico e interpela su vida, al punto que el personaje del cuento no puede salir de esa ficción creada por él mismo.
Para mí, la figura de Palma y sus tradiciones son ficciones. Son ficciones creadas por la crítica literaria, son ficciones creadas por los lectores a través de su aproximación a la obra de Palma. Entonces, en el cuento “El espejo de Palma”, lo que me interesaba era ver cómo una vida y una obra afectada por la ficción podía influir en un hombre que es el guardián del legado del tradicionista. La presencia del fantasma de Palma dentro de la casa museo es la prueba de que esas vidas ficticias son muy activas y tienen influencia en los seres humanos reales. Este académico, en su contacto permanente con Palma y su obra, tiene problemas para relacionarse con la realidad, con esa realidad representada por esta joven visitante que irrumpe en la casa museo y lo quiere arrancar de ese mundo de ficción en el que vive. Es decir, cuando aparece el fantasma de Palma no es un juego, este hombre siente a Palma como una presencia y puede escuchar su voz que le habla. En el fondo es la voz de su conciencia. Es una presencia que se vuelve conciencia en él. La ficción para estos personajes es una cosa seria, los atraviesa totalmente.
Otro de los grandes temas del libro es la figura del padre en escritores como Arguedas, Valdelomar, Vargas Llosa, Kafka, ¿es difícil siempre para un creador la relación con el padre?
No, necesariamente, pero el hecho que haya elegido a escritores cuya relación con el padre fue problemática algo quiere indicar. Al final, las vidas de ficción que podemos conocer a través de la biografía de estos escritores pueden también ser muy decisivas al momento de relacionarnos con nosotros mismos. Cuando este critico literario empieza a investigar en la vida de estos escritores peruanos con respecto a sus padres, va descubriendo la relación que él tenia con su propio padre por una serie de coincidencias y llega a entenderse finalmente a si mismo a través de esas vidas. Lo que quiero mostrar, al final, es el poder de la ficción. Las ficciones ejercen sobre nuestras vidas un poder absolutamente real. Lo que llamamos ficción, al final, constituye nuestra propia vida.
Arguedas, Kafka, Cortázar
El libro es también un homenaje a grandes escritores que han sido significativos para ti.
De alguna manera, sí. Cortázar, Kafka, Arguedas han tenido una influencia muy importante en mi formación como escritor, entonces acercarme a sus vidas o tratar de comprender sus vidas a través de la ficción es algo que me parece digno de ser escrito. En el caso de Cortázar lo que hago, a través de un cuento, es tratar de comprender cómo Cortázar —estoy lanzando una hipótesis desde luego— vivió el tema de la infidelidad como ser humano. En este caso, utilizo la ficción para devolver al lector al escritor que produjo esa ficción. No me interesa lo metaliterario como un juego de espejos en el sentido que hace Cortázar en “Continuidad de los parques”, que es desorientar al lector respecto de cuál es la realidad y cuál es la ficción, ese juego no me interesa. Lo que me interesa es la manera cómo una ficción o una vida ficcionalizada genera en los propios personajes y en el lector una reflexión sobre su propia vida, eso es lo central.
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Citas en el libro una carta de Cortázar a Jean Bernabé, en la que el argentino dice que está buscando reinventarse como escritor, salir de la famosa estructura del cuento como nudo y desenlace, ¿estabas pensando hacer eso también cuando escribiste estos relatos?
De alguna forma, sí. Un poco, salir del esquema consabido del cuento como artefacto e ingresar dentro de una problemática más existencial, si quieres. Creo que de eso se trata. Salirme de los esquemas tradicionales del cuento y convertir al cuento en un espacio de búsqueda, de indagación, de pregunta, antes de un juego que supone un planteamiento, un clímax y una resolución. Los cuentos del libro no van por el lado de resolver un problema que se ha generado a partir de una situación inicial que llega a su máxima contradicción, más bien son exploraciones que tienen que ver con un aspecto de la vida de los personajes en los que las ficciones influyen decisivamente en ellos. Todos son textos vinculados a otros textos.
O a fotografías como en el caso del cuento sobre Kafka
Las fotografías de Kafka… Son una exploración en ese aspecto de la vida de Kafka como coleccionista de fotografías pornográficas y eso forma parte de la ficción que se ha creado sobre el propio Kafka. Es la vida ficcionalizada lo que ahí me interesa, en un aspecto muy oscuro, pero posible.
Más información
El libro “Ficciones continuas” contiene los relatos: ‘Los apóstoles de Linneo’, ‘El espejo de Palma’, ‘Los otros’, ‘Cortázar’, ‘Las fotos de Franz Kafka’ y ‘La carta de Kafka’. Ha sido editado por Garamond y tiene 118 páginas.
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