Dua Lipa en Lima: hechizo colectivo en el Estadio San Marcos | CRÓNICA

Se hizo un breve silencio en el Estadio San Marcos. Los acordes, las luces intermitentes, fueron señales que los miles de seguidores habían estado esperando. Pero también las olas del mar, símbolo de esta gira. Olas que, proyectadas en las pantallas gigantes, fueron de la calma a la tempestad y que terminaron revelando una figura. Dua Lipa (30), británica de origen kosovar, apareció en el escenario para bañarse con los gritos de una audiencia que esperó durante años para verla en vivo. Para la gira “Future Nostalgia” se saltó el país; recién llegó aquí para la gira “Radical Optimism”.

El primer tema de la noche fue “Training Season”, himno sobre estar listo para amar en serio y declaración de intenciones para el resto de la noche; las olas, ahora de color rojo, auguran intensidad. De inmediato llega el contraste con la estética blanca de “End of an Era”; aquí Dua, rodeada de bailarines que la acarician con abanicos de plumas, evoca todo lo que es regio.

De allí podríamos enumerar más temas: “Break My Heart”, donde la cantante demuestra su resistencia física al subir y bajar escaleras enérgicamente con su elenco; “One Kiss”, que es una invitación a la fiesta junto a un grupo de amigos; “Whatcha Doing”, donde la silla se convierte en un elemento erotizante; y “Levitating”, donde Dua demuestra tener la seguridad de quien sabe lo que quiere y que además puede entregarlo a la audiencia. Ella se cree su propia narrativa y por ello convence. Evangeliza.

La felicidad de Dua Lipa fue palpable en el escenario. Por momentos cómplice y en otros, imponente, la artista se entregó al completo. La prueba estuvo en su rostro, en el impulso de las caderas con cada movimiento calculado, sea con el atuendo plateado del inicio, el negro del intermedio, el escarlata o incluso el dorado, con el cual remató la noche. Hay un movimiento en particular que podría describirla mejor: ese arqueo de la espalda hacia atrás, imposible para el común de los mortales que no quieren desarrollar una lesión lumbar, pero que ella ejecuta oficiosa. Una flexión de entrega absoluta y confianza en el otro.

Para este momento Dua bajó del escenario un rato. Hizo lo típico de cuanto cantante pisa el país: saludar a su público, tomarse unos selfies, repartir abrazos. Y hablar un español esforzado. Su sintaxis en el idioma de Cervantes es mejor que la de muchos que nos han visitado, pero aún tiene cosas que aprender. Sin más preámbulo pasa a “These Walls”, una baladita melancólica.

Y entonces el momento más esperado de la noche, el cover peruano. La canción elegida fue “Cariñito” del compositor nacional Ángel Aníbal Rosado y la cantó junto a Mauricio Mesones (en el mejor momento de su carrera), quien entró aclamado por la audiencia y, vale decirlo, fue quien sostuvo el peso del tema. Cómo no, Dua hace su mejor esfuerzo al interpretar una canción distinta y local en cada ciudad que visita, pero también tiene sus límites. Con sus bemoles, la estrategia funcionó. A estas alturas Dua se ha metido a los peruanos al bolsillo; el resto del concierto será un permanente acto de confirmación.

Más temas: “Electricity”, una favorita de los asistentes que dio pase inmediato a “Hallucinate” y luego “Illusion”, colección de temas que representan sus tres únicos álbumes de estudio. Luego le toca a “Falling Forever” donde, acompañada de dos cantantes de apoyo, le saca brillo a su voz. Le siguieron “Maria” y “Happy for You”. Y entonces le tocó subir al escenario elevado, donde Dua se acercó más a su público. Con “Love Again” cantó entre llamas y con pasión; pasó a un registro suave, pero intenso con “Anything for Love”. A estas alturas la plataforma es un altar y el concierto, un sacramento. Las manos del público se elevan hacia Dua en gesto de alabanza; ella bien podría estar bendiciéndolos. “¡Madre!”, le grita un entusiasta. “Estoy absolutamente impresionada por su amabilidad y generosidad”, responde a la audiencia.

¿De dónde saca tanta energía Dua Lipa? Energía que, dicho sea de paso, mantiene en el que fue su concierto número 78 de esta gira que ya se acaba. La recta final fue como un destilado de lo mejor del show. “New Rules” fue el último tema, mientras que el encore llegó raudo con “Dance the Night” de la película de la muñeca Barbie, “Don’t Start Now” y “Houdini”. Fuegos artificiales, confeti y la sensación de que se ha vivido algo inaudito. Y que encima de todo el público limeño respondió como correspondía. Por una vez al menos, el público peruano se puso la camiseta.

Puede que otras divas del pop no hayan tenido un recibimiento absoluto en Lima, pero eso no ha pasado con Dua. Este ya es su territorio. Y ella ha prometido volver. Le tomaremos la palabra.

Extra: sobrevivir al infierno

Salir del Estadio San Marcos es un infierno. El mar humano tiene que enfrentarse a la congestión vehicular que ralentiza el paso, pero también ante la imposibilidad de conseguir de manera segura una movilidad. ¿Quieres un taxi? Buena suerte yendo hacia calles alejadas donde tal vez (y solo tal vez) puedas embarcarte. El asistente peruano a conciertos merece un mejor trato que este.

Más sobre la artista

Nacida en Londres en 1995, Dua Lipa supo que quería ser artista desde joven. Cuando solo era una adolescente pidió vivir sola en la capital británica, lejos de sus padres que habían vuelto a Kosovo. Progresivamente se forjó una carrera en el mundo del espectáculo. Luego de rechazar una primera oferta con una disquera (las condiciones no le convenían), fichó para Warner en 2017, año en que lanzó su primer álbum de estudio. Ya por entonces su nombre comenzó a sonar entre las divas del pop.

Pero fue recién en marzo del 2020, con el lanzamiento del álbum “Future Nostalgia”, que Dua se convirtió en un fenómeno de masas en parte por lo pegajoso de las canciones (como es común en el pop), pero también por el momento en que se lanzó, en el mes que se declaró la cuarentena por Covid-19 y hubo confinamientos por todo el mundo. Las ganas contenidas por bailar podrían haber impulsado la popularidad del álbum.

Sea como fuere, Dua pasó a ser un ícono global que al día de hoy continúa moviendo masas, sea con su música o sus actividades culturales, como lo que hace con la plataforma Service95.