
Anabel Brenner Schleicher, una joven estadounidense de 26 años, iniciaba el 2025 con muchos planes: estudiaba para convertirse en enfermera especializada junto a su prometido y, al mismo tiempo, preparaba su boda para septiembre. Todo parecía encaminado, hasta que a finales de marzo notó algo que cambiaría su vida: un ganglio inflamado en su cuello.
“No tenía ningún otro síntoma en ese momento además del ganglio”, dijo en conversación con People. “Lo más preocupante era que más ganglios inflamados seguían apareciendo a lo largo de mi cuello”.
Después de dos semanas sin mejoría, decidió acudir a su médico de cabecera. Las pruebas de laboratorio no mostraron anomalías, por lo que fue derivada a un especialista en oído, nariz y garganta.
El especialista observó los ganglios aumentados de tamaño, pero le indicó que no veía señales alarmantes. Le recomendó regresar en seis semanas si la inflamación continuaba.

“Volví después de cinco semanas porque noté aún más ganglios agrandados, y fue entonces cuando ordenó una ecografía y mi primera biopsia de ganglios”, recuerda. A pesar de ello, el médico insistió en que no pasaba nada grave.
“Me aseguró que el cáncer era muy poco probable y que solo lo ordenaba por precaución, ya que los ganglios estaban siendo muy persistentes”, recordó la joven.
La biopsia se realizó a finales de mayo, pero pasaron más de dos semanas sin resultados. Durante ese tiempo, comenzaron a aparecer ganglios también sobre la clavícula y en las axilas.
“Luego me informó que el laboratorio dejó expirar mi muestra; por lo tanto, no se podía usar”, revela. Esto llevó a programar una nueva biopsia para el 1 de julio.

El día del nuevo procedimiento, Anabel notó hematomas inusuales en sus piernas, lo que llevó al especialista a ordenar análisis de sangre. Al día siguiente, los resultados mostraron una caída significativa en sus plaquetas, por lo que fue remitida a un hematólogo-oncólogo.
Finalmente, el 28 de julio de 2025, recibió el diagnóstico oficial: leucemia linfoblástica aguda de células T.
Con la noticia de que sería hospitalizada el 31 de julio para comenzar un tratamiento agresivo, Anabel y su prometido tomaron una decisión difícil: adelantaron su boda. Cancelaron todos los planes originales y, con la ayuda de sus seres queridos, organizaron una ceremonia íntima en menos de 12 horas. El 30 de julio, se casaron oficialmente.
Actualmente, Anabel se encuentra en la fase de consolidación de la quimioterapia, que dura cerca de tres meses. Esta etapa sigue a la fase de inducción, que logró la remisión, y tiene como objetivo eliminar cualquier célula cancerosa residual.

“Después viene el mantenimiento intermedio de 56 días, luego la intensificación retrasada de 63 días y finalmente entro en mantenimiento, que dura aproximadamente 2 años”, explica. “Una vez que llegue al mantenimiento, la vida debería volver más a la normalidad”.
Con mucha fortaleza y el apoyo de su familia, Anabel enfrenta cada día con realismo, pero también con esperanza.
“Habrá días buenos y días malos, y está bien permitirte estar triste en los días malos y apoyarte en tu sistema de apoyo”, afirma. “Disfruta los días buenos y encuentra lo positivo cuando puedas; cada tratamiento de quimioterapia es uno menos y un paso más hacia la meta”.
“El cáncer va a estar avergonzado de haber decidido meterse conmigo”, concluyó.
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