
Cuando los astrónomos hablan de “visitantes interestelares” se refieren a objetos que vienen de fuera de nuestro sistema solar, algo que hasta hace pocos años parecía solo de ciencia ficción; sin embargo, en julio apareció un nuevo ejemplo que volvió a despertar la imaginación de científicos y curiosos: el 3I/ATLAS.
El 3I/ATLAS fue captado por la red de telescopios ATLAS y rápidamente se comprobó que no orbitaba al Sol como los cometas de siempre, sino que seguía una trayectoria que lo delata como un viajero proveniente de otras estrellas.
El hallazgo no solo entusiasmó a los investigadores, sino que también provocó un gran debate en las redes sociales. Un grupo encabezado por el reconocido astrofísico de Harvard Avi Loeb planteó en un artículo de arXiv una hipótesis llamativa: ¿y si no fuera un cometa, sino una nave extraterrestre?
Loeb argumenta que el objeto presenta “características anómalas”, desde un tamaño inusual hasta una órbita que parece alinearse con el plano en el que giran los planetas.

La propuesta generó respuestas inmediatas. Astrónomos como Chris Lintott, de la Universidad de Oxford, calificaron la idea de “especulación sin base”.
Otros, como Darryl Seligman, autor del primer estudio sobre Atlas, fueron más tajantes: “Se han realizado numerosas observaciones telescópicas que demuestran que muestra señales clásicas de actividad cometaria”.
Entre quienes responden con más firmeza está Héctor Socas, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). En su blog, explicó por qué la hipótesis de una nave espacial carece de fundamento y en conversación con La Razón resume su postura: “El 3I/Atlas hace todo lo que hace un cometa. Tiene coma, tiene cola y se comporta exactamente como cabría esperar. No hay nada que indique que sea un artefacto artificial”.
Por qué el 3I/ATLAS representa un descubrimiento único para la humanidad
Para entender la relevancia del descubrimiento es necesario recordar a sus predecesores. El primero fue ‘Oumuamua’, detectado en 2017, un objeto alargado y enigmático que no mostraba la típica cola de un cometa. “’Oumuamua era bastante peculiar también, Loeb también dijo en su momento que era una nave espacial”, comenta Socas
“Es el objeto interestelar más raro de los tres que hemos visto. No se le vio ninguna coma ni cola. Parecía rocoso y parecía más un asteroide que un cometa”, agregó.
Dos años más tarde llegó Borisov, mucho más convencional. Ahora, con 3I/ATLAS, se completa un trío de visitantes.
Su nombre lo explica: “3I” significa tercer objeto interestelar y “Atlas” honra a la red de telescopios que lo descubrió.

“Estamos hablando de objetos que deben de existir en número de trillones en la galaxia, pero hasta ahora no habíamos tenido la capacidad de detectarlos”, señala Socas.
El debate sobre su trayectoria es otro punto clave. Loeb sostiene que el cometa viaja demasiado cerca del plano donde orbitan los planetas, algo que interpreta como una posible maniobra de estudio.
Socas está en contra de esta idea: “La red ATLAS observa precisamente la eclíptica, porque es donde están los asteroides que podrían chocar contra la Tierra. Si miras solo en ese plano, lo normal es que los objetos que descubras estén allí. No es una coincidencia cósmica, es simplemente sesgo del observador”.
Tampoco convence a Socas la idea de que el cometa esté ejecutando una maniobra Oberth, una técnica usada por naves espaciales para ganar impulso cerca de una estrella.

“La maniobra Oberth es algo que hacemos nosotros con naves espaciales. Un cometa no tiene motores. Y aunque los tuviera, en este caso el perihelio es lejano y la velocidad es tan alta que la eficacia sería mínima. No tiene ningún sentido pensar que 3I/Atlas esté frenando de esa manera”, afirma.
Más allá de las especulaciones, el 3I/ATLAS aporta información valiosa. Sus mediciones indican menos agua y más dióxido de carbono que los cometas del sistema solar, quizá porque se formó alrededor de una estrella diferente hace miles de millones de años.
Socas destaca que estos datos “encajan perfectamente en lo que sabemos de los cometas interestelares” y que ya es asombroso poder estudiar fragmentos que pudieron nacer hace 7.000 millones de años en otra región de la galaxia.
Lo que debes saber sobre el 3I/ATLAS
El 3I/ATLAS debe su nombre a que es el tercer objeto interestelar descubierto, tras ‘Oumuamua y 2I/Borisov, reconociendo al observatorio que lo identificó.
Se trata de un viajero cósmico que no pertenece a nuestro sistema solar. Su órbita hiperbólica muestra que proviene del espacio interestelar, es decir, nació en otro sistema estelar y fue expulsado de allí antes de cruzar por nuestra región.
El origen de 3I/ATLAS sigue siendo un enigma. Los astrónomos creen que podría ser un fragmento de cometa o asteroide formado en torno a otra estrella, lo que lo convierte en una muestra natural de otros mundos lejanos.
Estudiarlo nos permite conocer la historia de sistemas solares ajenos. Analizar su composición y movimiento ayuda a comparar nuestro sistema solar con otros y a entender mejor cómo se forman y evolucionan los planetas en la galaxia.
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