A primera vista QAnon parece un fenómeno eminentemente estadounidense: una teoría de la conspiración según la cual el principal adversario del presidente Donald Trump es un “Estado profundo” controlado en secreto por una élite que practica la pedofilia y el satanismo.
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El nombre se está convirtiendo además en sinónimo de todas esas “advertencias sobre eventos terribles que no se están produciendo y conspiraciones malignas que realmente no existen” que, según el columnista del New York Times Paul Krugman, serán parte importante de la campaña electoral estadounidense.
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Y QAnon volvió a ser noticia en Estados Unidos la semana pasada después de que Facebook anunciara el cierre de más de 790 grupos, 100 páginas y 1.500 anuncios vinculados a la teoría conspirativa.
La red social -que dijo haber tomado esa medida como parte de sus esfuerzos por combatir “a organizaciones y movimientos vinculados a la violencia” - también impuso “restricciones” a otros 1.950 de esos grupos, 440 de sus páginas y 10.000 cuentas de Instagram.
Pero QAnon -que antes ya había sido objeto de purgas en Twitter- sigue más que presente en Facebook, incluyendo en páginas o grupos que operan en y desde América Latina.
El diario costarricense La Nación, por ejemplo, publicó esta semana una investigación sobre la página “QAnon Costa Rica”, creada el 28 de junio pasado y con más de 6.700 seguidores en el país centroamericano.
Y ahí también está el grupo “Q Anon en Argentina”, creado un par de semanas después que la página costarricense, el 14 de julio de 2020, y con 4.183 miembros al momento de la redacción de este artículo.
Más viejo, pero con menos seguidores, es el grupo “Qanon Colombia”, que opera desde el nueve de noviembre del año pasado y tiene unos 1.700 “Anons”, como se llaman a sí mismos los seguidores de esta teoría conspirativa.
Pero, entre otras opciones, los “Anons” colombianos también pueden recurrir a “Qanon en Colombia y el mundo”, que ha superado las mil adhesiones desde su fundación el pasado 16 de junio.
Y una rápida búsqueda en Facebook también revela “grupos QAnon” en México, Guatemala, Panamá, Brasil y Uruguay, con diferentes fechas de nacimiento y fortunas, así como la existencia de un grupo “Qanon Latinoamérica”, creado en mayo y con más de 4.000 miembros.
¿De qué se habla en todos esos grupos y qué impulsa a sus participantes?
“Información alternativa”
Las referencias a Trump y su supuesta lucha contra el “Estado profundo” abundan en los grupos de QAnon latinoamericanos, pero al igual que muchos de sus similares en EE.UU., estos no se limitan a esta particular teoría conspirativa.
Los mismos dan además regular cabida a argumentos en contra de las vacunas, el cambio climático y la gravedad de la pandemia de coronavirus, entre otros posicionamientos polémicos a menudo basados en datos e informaciones cuestionables.
Y, entre los objetos de sus críticas, además de los rivales del presidente estadounidense, también figuran políticos locales.
Desde “QAnon Costa Rica”, por ejemplo, “se difunden noticias falsas, se organizan protestas para ‘quitar’ al gobierno (de Carlos Alvarado) y se promueve el consumo de dióxido de cloro”, es el resumen que de esta página hace el diario La Nación.
Aunque para Milthon Agüero, un peruano miembro del grupo “Qanon Latinoamérica”, lo que se comparte en ese tipo de grupos no son noticias falsas ni teorías de la conspiración, sino “información alternativa” a la de los “medios oficiales”, a los que este publicista de 32 años dice no creerles.
“Yo practico la alimentación naturista y la medicina natural y hace años que no confío en la medicina tradicional, farmacológica. Entonces, buscando información alternativa me topé con este grupo a finales de marzo, principios de abril”, le cuenta Agüero a BBC Mundo.
Y para Javier Babino, quien es miembro de “Q Anon en Argentina”, el surgimiento de grupos similares en varias partes del continente es precisamente la prueba de que cada vez más gente está “despertando”.
“El despertar”
“Despertar es saber cómo funciona realmente el mundo, quién lo hace funcionar y de qué manera. Y en ese despertar entendés que muchas cosas que nos han inculcado no son la verdad”, le dice Babino a BBC Mundo.
“Yo escribí un libro que se llama ‘Emprendedor fuera de serie’, que habla de cómo trabaja el dinero y de cómo los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres, y si vos estudiás eso te das cuenta que los que tienen el poder del dinero son los mismos de siempre y son los que gobiernan a todo el mundo”, explica el consultor de negocios de 31 años.
“Despertar es quitarse el velo y descubrir que ¡ah, el que yo votaba no era el que en realidad me estaba gobernando a mí!”, resume.
Desde esta visión conspirativa, que parece ser el principal factor común entre los anons, no son sólo los políticos los que carecen de credibilidad: a la camarilla secreta que mueve los hilos -o cabal, como la llaman los “Anons”- también pertenecen artistas, científicos y todo tipo de figuras prominentes o en posiciones de autoridad y de tendencia “liberal”.
“Los cuatro pilares en los que está sostenido este sistema, creado por unas pocas familias, están cayendo. Estos pilares son ciencia, economía, política y religión; de ahí vienen las cuatro creencias limitantes más grandes: la ciencia es el no puedo, la religión trae el no creo, la política trae el no debo y la economía el no tengo”, elabora Babino.
Y esta explicación ayuda a entender lo amplio del menú de teorías conspirativas que encuentran cabida en los foros de QAnon, así como el poco éxito que tienen los contraargumentos basados en datos científicos, las investigaciones judiciales o las de medios ampliamente aceptados como creíbles.
De hecho, acusaciones sin ninguna evidencia y ampliamente desmentidas como los famosos casos “Wayfair” y “Pizzagate”, siguen siendo mencionadas y defendidas por los “Anons”.
Mientras que un rápido recorrido por los grupos de QAnon en América Latina inmediatamente remite a un extenso catálogo catálogo de noticias falsas, como una portada manipulada de Time que da cuenta del supuesto arresto del papa Francisco por sacrificar niños, una inexistente manifestación contra la pedofilia en frente del Palacio de Buckingham o la supuesta ejecución de la cantante Celine Dion por satánica.
Medidas insuficientes
Al igual que para el presidente Trump, sin embargo, para los “Anons” las noticias falsas son las que propagan los grandes medios y no las que ellos comparten a través de sus redes sociales.
Y, desde esta lógica, los esfuerzos por combatir la diseminación de sus acusaciones y teorías -como el anunciado recientemente por Facebook- no son sino una prueba del esfuerzo de las élites por evitar que se conozca la verdad.
Así las cosas, el ser sujeto de restricciones por parte de Facebook parece ser motivo de orgullo para grupos como “Qanon en Colombia y el mundo”, que actualmente presume en su foto de perfil de una reciente notificación de la empresa de Mark Zuckerberg.
“La distribución de tu grupo es limitada porque contiene información falsa. Las publicaciones de tu grupo parecen más abajo en la sección de noticias de los miembros, y hemos dejado sugerir a las personas que se unan a él”, se lee en la misma.
“Para solucionarlo, elimina la información falsa del grupo”, sugiere Facebook, que por el momento ha optado por seguir permitiendo la presencia de contenido falso o engañoso, siempre que este no viole alguna de sus políticas “incluyendo la de cuentas falsas, acoso, discurso de odio y/o incitación a la violencia”.
“La información errónea que no pone a las personas en riesgo de sufrir violencia o daño físico inminente, pero que es identificada como falsa por verificadores de datos independientes, se reducirá en el News Feed para que menos personas la vean”, es, de hecho, la actual política de la red social, criticada por muchos como insuficiente.
Después de todo, las redes sociales han desplazado a los medios tradicionales como la principal fuente de información de muchas personas.
Y muchos, como Milthon Agüero, no se topan con grupos como “Qanon Latinoamérica” por casualidad, sino porque buscan esa “información alternativa” activamente.
El factor Trump
“En los grupos de QAnon yo entro más que nada a buscar información. Y si me preguntas si estoy 100% seguro de que todo es verdad, no te lo podría decir. Hay cosas que todavía no creo 100%, como esos temas de satanismo y canibalismo”, le dice el peruano a BBC Mundo.
Pero Agüero, por ejemplo, sí cree en los argumentos antivacunas, que no ponen a nadie en riesgo de daño físico “inminente” pero han sido vinculados a la reaparición de enfermedades que ya se creían erradicadas, como el sarampión.
Mientras, en “Q Anon en Argentina” Javier Babino a menudo comparte posts de otro grupo llamado “Médicos por la verdad”, que minimizan la gravedad de la pandemia de covid-19, lo que puede hacer que cierta gente tome menos precauciones.
Y a la poderosa plataforma que las redes sociales le dan dado a ese tipo de argumentos hay que sumar también su validación por parte de alguien de la talla del presidente de Estados Unidos, quien se ha rehusado a criticar o desmentir a QAnon.
“Lo que más me llamó la atención es que hubiera un presidente de un país, de una potencia mundial, que no estuviera a favor de la información oficial, me refiero a Donald Trump”, destaca Agüero.
“Yo no sigo a grupos o personas sino a propósitos: el propósito de despertar, de compartir la verdad, de cuestionarla. Y hay que entender que tanto la izquierda como la derecha toda la vida anteriormente fueron siempre de los mismos”, dice por su parte Babino.
“Pero, al menos hasta ahora, Trump está en propósito. Y está jugando una pulseada contra los traviesos estos que no les conviene que siga en el poder”, agrega el argentino, para quien casos como el de Jeffrey Epstein o las millonarias contribuciones de la Fundación y Melinda Gates a la OMS son evidencia de la conspiración elitista denunciada por QAnon.
Impacto político
Para Paul Krugman, sin embargo, lo que el mandatario estadounidense en realidad está haciendo es atizando teorías de la conspiración porque es lo que le conviene.
“Trump (…) no puede diseñar políticas que respondan a las necesidades reales de la nación, ni está dispuesto a escuchar a quienes pueden. Ni siquiera lo intentará”, afirma el columnista en el artículo “QAnon es la última y mejor opción de Trump”, publicado a inicios de la semana.
Y en ese contexto, concluye, lo único que puede hacer el actual presidente estadounidense “es evocar amenazas imaginarias que juegan con los prejuicios de sus seguidores, junto con teorías de conspiración que resuenan con su miedo y envidia de esas ‘élites’ sabelotodo”.
“QAnon es solo el ejemplo más ridículo de este género, que retrata a Trump como el héroe que nos defiende del mal invisible”, resume Krugman.
Sin embargo, aunque Trump es sin duda su protagonista más importante y su mayor beneficiario, esta forma de hacer política también está presente en América Latina, como parece evidenciar el auge de políticos populistas.
¿Es este auge un resultado de la proliferación de grupos como los de QAnon, o son más bien estos los que se han multiplicado al amparo de políticos que niegan hechos y evidencias a conveniencia?
Difícil establecerlo. Pero, para muchos, esta es otra prueba de que estos foros no son inofensivos, ni inocentes.
En EE.UU., por ejemplo, el FBI ya ha advertido que los teóricos de la conspiración representan una creciente amenaza de violencia.
Y para Ethan Zuckerman, director del Centro para Medios Cívicos del MIT, QAnon es una teoría de la conspiración especialmente corrosiva porque lleva a la gente a asumir que casi toda figura de autoridad “es parte de una camarilla secreta que trabaja contra la libertad”.
“La corrosión que se deriva de eso es el peligro de que no confiemos en ninguna institución”, dice Zuckerman en una reciente edición del programa de la BBC The Inquiry dedicado a QAnon.
“Y esa desconfianza, si es explotada por un líder autoritario, es increíblemente peligrosa”, concluye.
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