¿Cómplices o idiotas?, por Rossana Echeandía
¿Cómplices o idiotas?, por Rossana Echeandía
Rossana Echeandía

Ni lo uno ni lo otro, dirá la mayoría. ¡Si lo que soy es una víctima de estos políticos! Un post en Facebook lo ponía así: “Los ciudadanos que eligen a políticos corruptos no son víctimas, sino cómplices o idiotas”. Lo pongo entre comillas porque la frase no es mía, aunque no sé de quién es. Líbreme Dios del plagio.

A pocos meses de terminar un gobierno realmente mediocre, reflejo de sus autoridades, lo que más se escucha hoy son críticas y acusaciones contra la pareja presidencial que tan mal ha hecho su trabajo.

Lo curioso es que muchos de quienes hoy critican y se rasgan las vestiduras son los mismos que hace cinco años, más o menos por estas fechas, se desgañitaban en loas y parabienes hacia los Ollanta-Heredia. Y eso a pesar de que hubo otros que se rompieron la garganta con igual intensidad alertando acerca de sus escasas posibilidades de hacerlo bien. Hasta nuestro célebre premio Nobel se animó a dirigir el coro que les cantó alabanzas que debían garantizar que esto no se fuera al garete.

¿Qué son quienes apoyaron a los actuales gobernantes, cómplices o idiotas?

A punto de volverlo a hacer; es decir, de volver a elegir a nuestras principales autoridades, vale la pena hacer el ejercicio de proyectarse de acá a cinco años y preguntarse qué seremos si votamos por tal o cual candidato.

Culminado el período de gobierno, todos quieren hacerse las víctimas de las desgracias producidas por la administración saliente, pero la verdad es que quienes votaron por ellos no tienen derecho a quejarse.

Los prontuarios, perdón, los perfiles de algunos candidatos están a la vista. En cierto caso que no se necesita precisar, que un porcentaje relativamente importante de la población siga expresándose a su favor revela un criterio preocupante para elegir autoridades. 

Esta vez sí hay planes de gobierno a la vista. Sí se han expuesto, con mayor o menor claridad, las posiciones que cada uno sostendrá respecto a temas vitales como el respeto a la democracia, el sistema económico, la defensa de la vida y de la familia, y las estrategias para la seguridad ciudadana, por ejemplo.

Estar al tanto de lo que cada uno propone respecto a los temas que más nos interesan es un deber del electorado para no convertirse en el ‘electarado’ que Aldo Mariátegui critica siempre con harto ají. Pensar por cuenta propia, esquivar lo políticamente correcto cuando eso solo significa seguir la corriente, analizar y proyectar es lo que toca ahora. Después, a llorar al río.

Cinco años es demasiado tiempo para echarlo a los dados y elegir a quien no está preparado para gobernar un país tan complicado como el nuestro: grandes riquezas naturales frente a una explotación irresponsable o la explotación cero por motivaciones políticas; maravillas arqueológicas, paisajes espectaculares, gastronomía reconocida mundialmente, junto a un mundo delictivo que se hace cada vez más peligroso y más poderoso, y a una burocracia ineficiente que demora el desarrollo.

En fin, diría que lo que el Perú necesita es un superhéroe, un santo o un mago, pero eso no existe, basta que sea un hombre o una mujer íntegra, honesta y capaz. Si acertamos al elegir, no seremos ni cómplices ni idiotas ni víctimas.