Javier Díaz-Albertini

Me puse a pensar, después de ver el corto producido y dirigido por con el título , en el que una persona mayor (con la interpretación del director boricua Jacobo Morales) expresa cómo las encienden la memoria y cómo deberíamos tomar más fotografías para así recordar y vivir con mayor plenitud.

Las fotos son registros que nos permiten regresar a un tiempo en los que las cosas tenían más sentido, a un mundo sin tanta gentrificación, ‘tecno-spanglish’ huachafo, redes sociales desprovistas de un lugar o barrio, y donde prestábamos mayor atención y tiempo en el trato hacia los demás. Antes tomábamos fotos para captar un momento y reservarlo para el futuro. Es decir, la foto era para mañana y el mismo hecho de que existiese un período de espera entre la toma de la foto y su revelado hacía que la foto siempre fuera historia y nunca presente.

La foto, en la actualidad, es más un impulso y busca resultados inmediatos. Sirve para comunicar y compartir el momento y muchas veces no resiste la prueba del tiempo (la foto del lomo soltado que me sirvieron ayer y compartí en WhatsApp, por ejemplo). Antes queríamos que fueran inolvidables. Por ejemplo, la primera vez que viajé a Europa en los años 70, llevé mi cámara (mi querida Olympus OM1 y tres rollos de 12 exposiciones a colores, 36 fotos para 30 días). Es lo que permitía mi economía de universitario. Cada foto era esencial, el montaje era cosa seria y no podíamos conocer el resultado final sino hasta meses después de terminado el viaje.

Ahora, jubilado y recientemente enviudado, me he puesto a revisarlas. Decenas de fotos guardadas en cajas. Y me di cuenta de que eran demasiados recuerdos y que de seguro no tendré tiempo de compartirlos como para que cobren sentido para los demás. Le enseñé unas cuantas fotos a mi hijo mayor y no conocía a nadie, no entendía la moda o el momento en ellas. Son recuerdos muy personales que no podrán ser inmediatamente comprendidos. Tendré que explicar cada foto, lugar y persona, y cruzar los dedos para que cuente con una audiencia con mucha paciencia. Mejor me apuro.




*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Javier Díaz-Albertini es Ph. D. en Sociología

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