Erich Fromm, en su libro Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea, decía que el verdadero problema de la salud mental no es por qué enloquecen o se neurotizan algunas personas, sino por qué la mayor parte de las personas no enloquece ni se neurotiza.
Traigo esto a colación porque no estoy muy seguro de que actualmente pudiéramos decir lo mismo. Tampoco podríamos decir que la mayor parte de la gente está loca. Tampoco. Pero sí que la mayor parte está más alterada que la mayoría de mediados del siglo pasado. Por entonces los mecanismos de defensa y protección y lo que Adler llamaba “el arreglito”, todo ello era más funcional y en consecuencia había menos desequilibrio mental. Hoy el desequilibrio es mayor y naturalmente menor la sanidad y sin ella cualquier emparejamiento resulta disfuncional. Refiere a este propósito la hija de José Donoso, Pilar Donoso, que cuando sus padres estaban ennoviados, él le pidió a ella que antes del casamiento se psicoanalizara, porque para casarse hay que tener por lo menos limpio el desván, y ella obedeció y efectivamente se psicoanalizó.
La búsqueda, o como antes se decía, la busca de personas sanas es cada vez más difícil, porque la sanidad escasea considerablemente. Escasez que tiene por lo menos treinta o cuarenta años. Por eso Daniel Goleman, en su libro La Inteligencia Emocional, publicado en 1995, hace 20 años, dice en la página 18 lo siguiente:
“Tal vez el dato más perturbador de este libro sea que hay una tendencia mundial de la actual generación de niños a tener más conflictos emocionales que la generación anterior; a ser más solitarios y deprimidos, más airados e indisciplinados, más nerviosos y propensos a preocuparse, más impulsivos y agresivos.”
Esto corrobora, hablando en términos generales, que la gente de hoy está más enferma que la gente de hace dos o tres generaciones. Y como la estupidez corre a las parejas con la insanidad, hoy no solamente hay más enfermos, sino también más estúpidos.
El Premio Nobel de Medicina, Peter Medawar, dijo que la inteligencia estaba disminuyendo en el mundo desde 1940, aproximadamente. Muchos dudaron de su aserto, pero hoy todo el mundo reconoce que tenía razón.
Suele decirse, repitiendo a Séneca, que es propio del hombre equivocarse, y es cierto; sólo que siempre conviene agregar que es diabólico perseverar en el error. Como decía el fisiólogo Richet, estar dotado de razón y ser insensato, es algo mucho más grave que no estar dotado de razón.