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‘Nomenklaturas’ a la peruana
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‘Nomenklaturas’ a la peruana

‘Nomenklaturas’ a la peruana

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La expresión ‘nomenklatura’ fue una forma de referirse a la élite de funcionarios y candidatos oficiales a determinados cargos políticos en la antigua Unión Soviética y sus países satélites. Describía a una casta dirigencial de los partidos comunistas –en la práctica, partidos únicos– de todas esas naciones, que tenía asegurada la conservación del poder a través de reglas de juego que ataban de manos a quienes debían elegir a sus integrantes.

De manera semejante, en partidos de muchos países que, en líneas generales, sí practican la democracia, existen mecanismos internos que tienden a reforzar el poder de sus cúpulas. Es decir, cuando deben renovar sus dirigencias o elegir a sus postulantes a la presidencia o al Parlamento, lejos de tratar de recoger la opinión de todos sus miembros otorgándoles a cada uno un voto, intermedian esa voluntad a través de delegados, cuya inclinación en los cónclaves electorales partidarios es más previsible y orientable. Eso es lo que muy probablemente va a suceder en los comicios internos de la mayoría de organizaciones políticas locales, que en noviembre y diciembre próximos deberán elegir a sus aspirantes al Ejecutivo y Legislativo, pues son poquísimas las que van a optar por primarias bajo la premisa de ‘un militante, un voto’.

De hecho, ese será el caso de Acción Popular, Avanza País, Podemos Perú, Renovación Popular y Somos Perú, así como el de las alianzas Unidad Nacional (Unidad y Paz, PPC y Peruanos Unidos) y Venceremos (Nuevo Perú y Voces del Pueblo). Y, aunque todavía no ha sido formalmente definido, todo indica que es lo que sucederá también en Fuerza Popular. Mientras tanto, Alianza para el Progreso no determina aún cuál será la modalidad de elección interna por la que se regirá y el Partido Aprista Peruano (en el que se distinguen desde ya varios precandidatos presidenciales) daría la impresión de ser el único que les entregará directamente el poder de decisión a sus militantes.

En todos los otros casos, las justificaciones para no hacerlo van desde lo costoso que son los procesos del tipo ‘un militante, un voto’, hasta la dificultad de conseguir que asista a votar el 10% de sus padrones de partidarios poniendo en riesgo la validez del acto electoral en general. Lo cierto, sin embargo, es que el mecanismo por el que los partidos y alianzas ya mencionados optarán es, en esencia, la vía segura para que los “candidatos naturales” de todos ellos obtengan su postulación a la presidencia y al Congreso. Una lástima, pues lo que tendremos –o, más bien, seguiremos teniendo– son ‘nomenklaturas’ a la peruana.

Editorial de El Comercio

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