Lo ocurrido el fin de semana pasado en Lobitos (Piura) no puede ser soslayado. Como se sabe, un derrame de petróleo originado en la Refinería de Talara operada por Petro-Perú ha dejado afectados 10 mil m2 de mar y seis playas, con un impacto severo en la pesca y el turismo del lugar. Y, sin embargo, la empresa estatal ha intentado minimizar el episodio valiéndose de retaceos de información y eufemismos vergonzantes.
Originalmente, Petro-Perú solo señaló a través de un comunicado que se había detectado “la presencia de hidrocarburos mientras se realizaba el desplazamiento de la línea submarina” (durante las maniobras previas al embarque del combustible en el buque Polyaigos), pero que la situación había sido “controlada de inmediato”. Adicionalmente, el gerente general de la empresa, Óscar Vera, declaró que lo sucedido no había sido un derrame, sino una fuga… Fotos y videos que pescadores y bañistas enviaron en los días siguientes a los medios revelaron, no obstante, que el cuadro era bastante más dramático del que esos reportes pretendían pintar. De hecho, la Municipalidad Distrital de Lobitos y el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) hicieron sonar voces de alarma que apuntaban más bien a una situación de emergencia.
Una mesa de diálogo celebrada este lunes entre los vecinos del mencionado distrito y la petrolera estatal, por otra parte, contribuyó a generar la sensación de que esta última estaba tratando de evadir sus responsabilidades en la generación de la crisis y sus consecuencias. Preguntas específicas sobre cuánto tiempo tomaría la limpieza de las playas afectadas y sobre las empresas que supuestamente estarían encargándose de realizar la labor solo recibieron respuestas imprecisas y excusas de falta de información “técnica” de parte del vocero de Petro-Perú presente en la reunión.
Ayer, finalmente, la petrolera emitió un nuevo comunicado según el cual la limpieza ya habría culminado, por lo que las aguas del mar de Lobitos y las playas adyacentes ya estarían “cristalinas”. Una aseveración que hará falta contrastar con los registros fotográficos que los vecinos harán circular en estos días. Pero aun si eso fuera cierto, restaría todavía reparar a los pescadores y dueños de negocios que se han visto perjudicados por lo acontecido. Es obvio que se le tiene que exigir a Petro-Perú lo mismo que se le exigió en su momento a Repsol por un hecho similar. La única “fuga” verificable aquí es la que los responsables de este derrame quieren hacer por la tangente.