
Para quienes decían que Donald Trump no pensaba en su patio trasero latino, un hecho y un nombre cambiarán drásticamente -para bien o para mal, vaya uno a saber- esa percepción lastimera de nuestra condición geopolítica. Marco Rubio García, senador por Florida e hijo de migrantes cubanos, fue designado por Trump como su secretario de Estado (canciller).
Eso pasó el 13 de noviembre, así que ya lo tenemos masticado. Pero esta semana, el miércoles 15, Rubio lo machacó e hizo noticia en su acto de confirmación en el Senado cuando le preguntaron por Venezuela.
“No es un gobierno, es una organización criminal dedicada al narcotráfico, la que se ha apropiado del Estado”, espetó Rubio sobre el poder de Maduro y enfiló contra Joe Biden, criticándolo por haber relajado las limitaciones para que empresas estadounidenses como la petrolera Chevron operen allí.
“Empresas como Chevron en realidad están aportando miles de millones de dólares a las arcas del régimen”, dijo, subrayando que Biden fue engañado por las promesas de Maduro respecto a sus migrantes y así anticipó que bregará por restablecer y endurecer las sanciones contra Venezuela. Y léase, por extensión, contra Cuba y Nicaragua.
“Debemos considerar seriamente las oportunidades de colaboración que se presentan en países como Ecuador, El Salvador, Argentina, Paraguay, República Dominicana, Perú, Guyana y Costa Rica”.
Marco Rubio en la revista “The National Interest” de abril del 2024
¿Para Rubio, cuánto trecho hay del dicho al hecho? Aún no lo sabemos pues no es político que haya hecho gestión sino parlamentarismo. No se ha formado en el cuerpo diplomático ni en otras áreas del gobierno federal donde la política exterior se negocia sentándose en mesas y llegando a acuerdos; sino en conversaciones y visitas parlamentarias donde se viaja, se pregunta y se escucha mucho, pero no se resuelve. Fue miembro de la Foreign Relations Committee (comisión de relaciones exteriores) del senado y de la comisión de inteligencia.
Rubio es una incógnita que se nos empezará a revelar en inglés y en el español que habla de cuna. Su anticastrismo no viene de trauma de infancia con los rojos. Sus padres migraron a Florida en 1956, tres años antes de que Fidel tomara el poder. Abraza el anticomunismo más allá de haberlo respirado en el aire de Miami; es su convicción personal al punto de creer que contra valen lanzar contra él todas las herramientas ejecutivas (sanciones al comercio exterior, congelar cuentas de extranjeros, quitar visas, etc.) aquí, en Europa, en Asia y más allá.
Indagué con fuentes diplomáticas y me contaron que ni el canciller Elmer Schialer ni su equipo han conversado con él desde que se supo que era el elegido. Sucede que los designados no pueden hacer su chamba mientras el gobierno saliente esté en funciones. En Torre Tagle saben, eso sí, que Carlos Trujillo y Mauricio Claver-Carone, serán fundamentales para América Latina cuando Rubio se absorba en la política mundial.
Han leído el artículo de Rubio en la edición de abril del 2024 de la revista “National Interest” en el que dice: “Debemos considerar seriamente las oportunidades de colaboración que se presentan en países como Ecuador, El Salvador, Argentina, Paraguay, República Dominicana, Perú, Guyana y Costa Rica”.
No hay más referencias específicas ni especiales sobre el Perú en su discurso o en sus escritos. En el artículo citado habla de viajes recientes a Ecuador, Argentina y Paraguay, pero no retrocede al 2018 cuando estuvo en Lima en la VIII Cumbre de las Américas. Aquella vez su despacho hizo una breve nota sobre un ‘briefing’ que recibió en su embajada sobre la minería ilegal. Falta saber cómo ha procesado, desde que fue designado, la polvareda que hemos levantado con los chinos desde que se inauguró Chancay ¿Nos habrá sacado de su lista de 8 confiables?
La China alucina a Rubio, tanto o más que a Trump. Miren este dato: Santiago Peña, el presidente de Paraguay, es de los poquísimos presidentes invitados a la toma de mando de Trump ¿Saben por qué lo invitan? La clave está en 4 encuentros que ha tenido Rubio con Peña, a quien apoya -lo dice en el artículo citado- porque es el único país de la región con una relación intensa con Taiwan, el enemigo íntimo de Xi Jinping. Si pretende lanzar sus herramientas ejecutivas contra el comercio con la China, ¿qué puede ofrecer a cambio? Todos los cancilleres de la región quieren oírlo.
Los analistas no creen que Rubio haya sido designado solo por cuota latina, sino porque Trump quería un genérico soplo de diversidad en su visión del mundo.
El ímpetu de Marco chocará ahora no solo con la realidad que lo obligará a moderar todo lo prometido y concentrarse en conflictos lejanos de América, sino con el pragmatismo empresarial que a Trump le viene de magnate avezado en la jungla de asfalto de Manhattan. Su canciller, 25 años menor (tiene 53, él 78), se ha formado en la política de Miami y Washington y allí curtió ambiciones presidenciales. Marco compitió con Donald en las primarias republicanas del 2016, ahora es el aprendiz del aprendiz.
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