La obra de Raúl Ferrero Costa ha aportado al debate público sobre las leyes y la Constitución del Perú a lo largo de cuatro décadas. Así consta en los seis volúmenes de libros que recogen sus escritos y su trabajo, comenzando con su etapa como decano del Colegio de Abogados de Lima (CAL) a fines de los años ochenta.
En ese camino destaca también su experiencia como senador en el Congreso disuelto por Alberto Fujimori, su testimonio de lo vivido en los años posteriores a su régimen y su análisis del devenir de la política peruana desde el retorno a la democracia, siempre desde el punto de vista del derecho constitucional y con un énfasis en rol que debe jugar el Parlamento como garante de la democracia y el orden constitucional.
¿Qué ha significado para usted esta labor de recopilar sus artículos de análisis constitucional?
La satisfacción de dar mi opinión lo más reflexivamente posible para que los hechos que ocurrieron se conocieran tal cuales. Después del golpe de estado [de 1992] era muy fácil hablar mal del Congreso, de la democracia, de la estructura política que rige nuestro país. Nosotros tratamos de encausar esto desde el punto de vista definitivamente constitucional, a defender la Constitución del Estado.
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Se pudo defenderla hasta que vino el golpe de estado del ingeniero Fujimori. Cuando vino, tratamos de dar nuestra opinión en cuanto se iba aprobando en la Constitución. Pero de la forma cómo gobernó el presidente Fujimori, no fue ajustándose necesariamente a la Constitución.
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Lo más injusto es que la Constitución anterior era buena [...] Lo más preocupante es que pasamos de un régimen bicameral, que estaba funcionando: desde el Senado veíamos los proyectos que venían de la Cámara de Diputados, dábamos nuestra opinión y así había una consulta entre la primera y la segunda cámara, y en el interín de la opinión pública, que permitía mejorar mucho la redacción de los artículos que era necesario cambiar o poner.
En algún momento se quiso instalar la idea de que ese Congreso era obstruccionista con el gobierno de Fujimori, como en un intento de justificar el golpe…
Eso no es cierto. Al contrario, había el mejor sentido de colaboración. Hay legislación delegada, eso lo hicimos. El Ejecutivo podía, con la autorización correspondiente, emitir dispositivos con categoría de ley. Eso lo permitía la Constitución y lo permite la actual también. Sí se dieron todas las facilidades en ciertos temas para adecuar la legislación más moderna, que sí podía, mediante delegación de facultades de Parlamento al Ejecutivo, emitir normas con categoría.
¿Qué perspectiva le ha dado recorrer estos artículos a lo largo de estas décadas?
Lo que es preocupante es que la situación política del país se viene deteriorando en una forma que no es aconsejable. No se entiende que el Congreso, donde están representadas todas las tendencias, tiene que ser escuchado y además es el que elabora las leyes. Por lo tanto, el que le da la base jurídica al sistema es el Congreso. Y se critica innecesariamente, en mi opinión, o se exagera la crisis o los defectos que puedan tener el Congreso, los cuales existen, evidentemente. No se entiende que la democracia se asienta, básicamente, en el Congreso. Si no dejamos que el Congreso trabaje como tal, estamos yendo contra el sistema constitucional. Más bien, exigirle al Congreso, con recomendaciones, con lo que sea necesario, las correcciones que sean necesarias a las disposiciones legales que quiera emitir o aprobar.
¿Y cómo apoyar, desde la ciudadanía, para que el Congreso produzca mejores leyes o trabaje de forma más adecuada?
Insistiendo con los congresistas en que haya el mayor esfuerzo de madurez para poder aprobar las normas jurídicas que son necesarias en el Congreso, después de ser ampliamente discutidas. Hay que ir contra la improvisación, contra las cosas hechas a las buenas y a las locas. Más bien, tratar de que, como no hay segunda cámara, el Congreso entienda la inmensa responsabilidad que tienen. Son quienes producen la legislación. La presidenta simplemente firma aquello que ha sido aprobado por el Congreso. Creo que las discusiones en el Parlamento son necesarias, son indispensables para corregir las normas que se piensan sacar y hacer que se entiende la responsabilidad que tiene un congresista es tratar de interpretar lo sus electores le pidieron cuando se produjo la elección en que ellos fueron elegidos.
¿Ha encontrado motivo o concepto recurrente a la largo de todas estas publicaciones a lo largo de estas décadas?
Es difícil determinarlo. Es muy fácil ser crítico de lo que ya ocurrió. Pero sí creo que debería haber de parte del Congreso un mayor esfuerzo para mejorar la legislación. En eso, recoger las opiniones de todos los miembros de las distintas bancadas que pueden traer proyectos de ley que pueden ser importantes para ser discutidos y convertirlos en ley. El Congreso es muy criticado porque, evidentemente, hay algunos congresistas que no son lo se quisiera o lo que esperaban sus mismos electores y no se han comportado bien. Pero el Congreso es donde se originan los actos más importantes dentro del sistema democrático. Porque es el que emite las leyes, el que las elabora, las aprueba.
¿Cuál es su valoración general de la Constitución de 1993?
Prefiero la de 1979. Primero, porque era bicameral. Segundo, porque se discutió, me parece, con un mejor nivel. Pero, por otro lado, hay congresistas que hacen denodados esfuerzos para producir proyectos de ley que sean discutidos en el Congreso y sean aprobados. Quizás lo que debería hacerse es tratar de que los congresistas elaboren proyectos de ley para ser discutidos en el Congreso, en el pleno, para que todos opinen y no andar con esas leyes ‘sorpresa’, que aprovechan una mayoría en un momento dado y nos sorprenden con una ley que ya tiene vigencia porque ha sido publicada en El Peruano. Pienso que lo que tiene que haber, por parte de los congresistas, [es] comprender que ellos no están por sí mismos, están representando a un electorado que los ha elegido para que produzcan las leyes indispensables para mejorar el sistema democrático. Lo que debemos defender es el sistema democrático y económico. Hay algunos puntos que son muy interesantes en la Constitución. Yo diría que la Constitución actual, y esto lo digo a pesar de que no quise participar en ella después de que nos destituyeron como nos destituyeron en el Congreso anterior, es buena. Una que otra modificación es conveniente, pero sustancialmente la Constitución es buena.
Los críticos de la actual Constitución suelen cuestionar su origen, precisamente luego del golpe de estado de Alberto Fujimori…
Ahí puede haber un poco de crítica innecesaria. La Constitución podía ser mejor, obviamente. La que tenemos no es mala, reúne todas las características fundamentales. Podrá haber algo en lo que uno no coincida, pero es democrática, a pesar de que cómo fue elegida. Sobre todo, de cómo fue destituida la anterior. Cerraron el Congreso, hicieron un nuevo proceso electoral e insistieron en que el Congreso fuera unicameral. Lo que pienso es que hoy, con el Congreso que tenemos, haciendo un esfuerzo responsable, sí se puede modificar ciertas cosas. Lo ideal sería tener una Constitución con la Cámara de Diputados y Senadores, pero eso es un tema ya más complicado.
¿La bicameralidad debe ser una prioridad?
Para muchos de nosotros es muy importante ir a la bicameralidad. El sistema bicameral tiene la ventaja de que el proyecto de Constitución es elaborado por el Congreso, el Congreso lo produce y esto va a una consulta. Pero entre que se hace una ley y la corrige el Congreso, eso demora mucho tiempo. Yo comprendo que si no hay una voluntad todavía para un sistema bicameral, debería sí considerarse, seriamente, que a pesar de los difícil que es, mucho mejor un sistema bicameral que uno unicameral.
En ese escenario, ¿debería bloquearse la posibilidad de que los actuales legisladores puedan ser elegidos en un futuro Senado?
Eso no me parece bien. Creo que la libertad de elección debe existir y que quienes deben decidir quiénes son los próximos miembros del Congreso, si es que se pudieran elegir nuevamente, y que sea el pueblo el que decida. Yo prefiero el sistema bicameral, pero si no prospera esa propuesta, siempre respetar lo que opine la mayoría congresal. Porque se entiende que quienes están en el Congreso, los congresistas, son representantes del pueblo, de todos nosotros.
¿La baja popularidad del Congreso le quita legitimidad para hacer grandes reformas?
Es muy raro que un Congreso sea popular. En general, en las democracias más puras también hay críticas a la bicameralidad. Sin embargo, el sistema bicameral ha demostrado, en los demás países, sobre todo en los más avanzados democráticamente, que es mucho mejor porque los mismos congresistas pueden corregir lo planteado. Mientras se presenta un proyecto de ley, no olvidemos que va a la segunda cámara, pero antes de eso, está en la opinión pública. Eso de que lo ven solo tres estamentos no es verdad, son tres. Es la Cámara de Diputados con los proyectos aprobados, la opinión pública durante varios meses recogiendo lo que opina y corrigiéndose así los proyecto, y finalmente la tercera cámara, que es la que aprueba las leyes.
¿Qué opina de la investigación en el Congreso a la JNJ? ¿Se le está garantizando un debido proceso?
Se discute mucho hasta donde la mayoría de edad de un miembro, que fue elegido con 74 años y cuando se puede ser miembro hasta los 75, no puede quedarse hasta los 77. Porque esto no estaría respetando la regla de los 75 años. Pero esa esa discusión que tiene que resolver el mismo Parlamento, asumir su responsabilidad. Lo peor es esta indecisión.
Se puede decir que esa una violación constitucional, que una persona que ingresó como miembro a los 74 años, una vez que cumplió 75 debería renunciar. Esa es la discusión en la que estamos. ¿Puede o no mantenerse más allá de esa edad? Creo que es una decisión compleja, que debería merecer un criterio jurídico ecuánime, justo, buscando una salida que no sea confrontacional.
Este tema ha merecido esta semana un pronunciamiento de la CIDH. Cada vez que hay un pronunciamiento de la CIDH sobre un tema como este suelen haber distintas reacciones a nivel político. ¿Cómo debe reaccionar el Estado, el Congreso en particular, a este tipo de mensajes de un ente supranacional?
Lo primero, ser sensatos. Como se están dando las cosas ahora, hay mucho nerviosismo. La opinión de un ente supranacional debe escucharse. Pero si los criterios aplicados en esa resolución de esa entidad internacional, no se ajustan a nuestra Constitución, creo que se debe imponer el criterio constitucional peruano. Eso es una decisión local
En el Congreso hay actualmente proyectos que apuntan a salir del Sistema Interamericano, del Pacto de San José. ¿Qué opinión tiene de este tipo de propuestas?
Esa es una decisión mayor. Hay que tener cuidado. En un momento dado nos puede desfavorecer y en otro nos puede favorecer ante un gobierno de facto. Hay que tener mucho cuidado para no tener una idea extrema y no analizar ya el caso particular cuando ocurra.
¿Qué opina de la ley que le permite a la presidenta Dina Boluarte viajar al extranjero y despachar de forma remota?
A mí no me convence mucho el sistema. Me parece que no se debe utilizar demasiado o exagerar. Que se pueda utilizar en algunos casos, creo que sí. Pero si se abusa, se estaría cometiendo un error porque se está desconociendo la voluntad del país y de las instituciones en el país que deben regir el sistema. Es bien discutible. Como principio no me gusta mucho. Como excepción lo aceptaría y lo acepto, pero solo como excepción en los contados donde sea necesario. Que no se abuse de eso porque entonces ya no sabemos dónde se gobierna.
¿Cómo ve que el actual Congreso ha trabajado el tema de la bicameralidad?
Creo que el sistema bicameral en sustancialmente mejor que el unicameral. El unicameral, y lo estamos viendo ahora, tiene una serie de deficiencias. La bicameralidad tiene la gran ventaja de que los que es aprobado por una cámara, pasa a la segunda cámara para ser visto. Pero en el interín, ese proyecto de ley que ha sido aprobado por la primera cámara, puede merecer la opinión de las personas que están al medio, de la opinión pública, para corregir esos proyectos y producir uno mejor. No es cierto que la bicameralidad no permita que haya participación del electorado, sí la hay. Al contario, esa especie de tercera cámara que es la opinión pública debe ser utilizada para corregir los proyectos de la cámara baja y mejorarlos para que vaya así a aprobación de la cámara alta, que es el Senado.
Justamente en este Congreso hemos visto proyectos, como el de la Ley Mordaza, en el que el Congreso retrocedió luego de recibir las críticas de la opinión pública…
La opinión pública es importantísima. La democracia es conocer la opinión pública de verdad, cómo piensa la mayoría de ciudadanos para tomar una decisión. Creo, en lo personal, que el sistema bicameral no es mejor, es bastante mejor que el unicameral. Porque permite que la opinión pública pueda dar sus criterios, los haga conocer. No tendríamos tanto problema si es que se aprueba porque tendríamos mejor legislación.
Mencionaba la necesidad de que el congresista escuche siempre al elector. ¿Siente que el modelo actual se ha perdido esa conexión?
No sabría decirle, pero no veo mucha conexión entre el votante y el parlamentario. No la encuentro. No conozco de proyectos que haya recibido el Congreso, haya analizado y haya permitido la opinión de terceras personas, técnicos o especialistas. Al contrario, hay una tendencia a que se mantenga el proyecto originario. No se conoce la opinión pública. Es importantísimo ir a la bicameralidad si queremos mejor legislación: se corrige mucho no solo por la segunda cámara, sino se corrige mucho por el interregno que hay entre la aprobación de la primera instancia y la segunda, que es la participación de la opinión pública, que es muy valiosa y hay que escucharla para perfeccionar nuestra legislación.
¿Y debería volver a la reelección de congresistas en un futuro sistema de bicameralidad?
Sería un error garrafal no permitir la reelección de los congresistas. Los congresistas tienen perfecto derecho a ser reelegidos si han hecho una buena gestión. Y quien decide es el pueblo, la opinión pública. Ahora: hay algunos congresistas que hay que mantenerlos porque tienen calidad, porque saben mucho. Yo no prohibiría la reelección, pero no la promovería.
Con su recorrido en el campo del Derecho y en el campo parlamentario, ¿qué consejo le daría a los congresistas actuales, que no tienen esa experiencia??
Primero, que se traten de documentar, de informar, de cómo funciona un Parlamento. Y en segundo lugar, el sentido de responsabilidad una vez que se ejerce el cargo, el verdadero sentido de responsabilidad. Se habla de cosas raras que ocurren, y puede ser que ocurran, pero cuanto más transparencia es mejor.
¿Y qué le diría al ciudadano que no entiende, no valora o no está satisfecho con la función del Congreso?
Bueno, el ciudadano tiene derecho a ser crítico. Y cuando ha visto el comportamiento del actual Congreso, que no ha sido muy halagüeño, tiene razón para criticarlos. Las críticas, bienvenidas; pero hay que rebatirlas para probar dónde está la verdad. Creo que en el Congreso sí podía caber la reelección porque no hay razón para impedir que alguien que ha hecho un buen trabajo pueda ser elegido nuevamente.
Uno de los volúmenes de su obra está dedicado justamente a su etapa como decano del Colegio de Abogados de Lima. ¿Cómo ve el rol actual que juega este colegio en Lima y regiones?
Creo que va a tener una participación importante. El que orienta el criterio jurídico de la legalidad son los colegios de abogados, que en Lima tiene una mayor cantidad de miembros. El Colegio de Abogados es el primer que debe dar opinión si hay o no legalidad de las leyes. Cuando tuve la oportunidad de ser decanos dos veces, el presidente García sí hacía casos a las recomendaciones del CAL para recoger las piezas de legislación que querían aprobarse. Nunca tuvimos un conflicto con el presidente mientras estuvo gobernando, con las cosas que le proponía el CAL con técnica y sustento. Al contrario, García siempre recogía las opiniones del CAL. Él era abogado, respetaba la profesión naturalmente, pero además en cuanto a la conducta con relación al tema de la legislación, el trabajo que hizo García en su mandato fue muy respetuoso en la parte legal.
¿Los políticos hoy han perdido eso, el no buscar el apoyo de voces autorizadas?
EL CAL es interesante porque tiene voces muy especializadas, conoce el análisis que tiene que realizarse antes de aprobar o no un proyecto de modificación constitucional o un simple proyecto de ley. Deberían darle el trabajo de consultas al mismo CAL y después ver si lo toman o no; pero siempre ilustra la opinión de gente especializada en ciertos temas jurídicas que puede servir de mucha utilidad a los legisladores. En los dos años que ejercí el decanato, la relación era buena porque nos decíamos la verdad, que tenga cuidado con eso porque no es constitucional. Y nos respetaban.