“Caleidoscopio” se estrenó el 1 de enero en Netflix. La serie sigue a un grupo de bandidos a lo largo de 25 años, centrándose en un plan elaborado y peligroso para entrar en una bóveda que contiene US$ 7 mil millones en bonos. Llamativa por su historia no lineal, la trama puede verse en diferente orden, con el fin de que todos los espectadores tengan experiencias inmersivas distintas, según promete la plataforma de streaming en su sinopsis.
Más allá de esta libertad para ver en orden o desorden la serie, hay otro tema que comienza a llamar la atención y esa es la historia real en la que está basada la ficción de 8 episodios.
El huracán Sandy y la serie
Ha pasado más de una década desde que el huracán Sandy arrasó el Caribe y la costa este de los Estados Unidos, causando daños estimados en US$ 81,900 millones y convirtiéndola en una de las tormentas más costosas de ese país. No fue solo la destrucción física sino el costo económico que significó. Wall Street fue víctima de la ira de la tormenta, y esto eventualmente inspiraría al showrunner Eric García a crear “Caleidoscopio”.
“Caleidoscopio” se basa libremente en algo que podría haber sucedido”, declaró García a Tudum en setiembre pasado. “Ese es un encubrimiento perfecto para un atraco. Si estoy haciendo un atraco, usaré el huracán Sandy como excusa”, explicó.
Retrocedamos un poco en el tiempo. Cuando el huracán Sandy azotó la ciudad de Nueva York a fines de octubre de 2012, las aguas de la inundación se abrieron paso hacia un gran depósito ubicado debajo del centro de Nueva York, operado por DTCC (Depository Trust & Clearing Corporation). Vinculada a algunas de las firmas más grandes de Wall Street, la bóveda albergaba más de 1,7 millones de bonos y certificados de acciones que estaban empapados de agua. Entre sus contenidos había un valor informado de US$ 70 mil millones en bonos al portador.
¿Qué son los bonos al portador?
A diferencia de los bonos registrados, que incluyen el nombre del titular y la información de contacto en los archivos de la empresa emisora, los bonos al portador no lo hacen. En su lugar, contienen un certificado físico con cupones que se utilizan para canjear un pago de intereses. Debido a que los bonos al portador no están registrados a nombre de un propietario, son más susceptibles al robo. En este caso, fue el huracán Sandy quien se hizo con los valores empapados.
“Se pueden usar como efectivo para comprar cualquier cosa, desde joyas robadas hasta arte robado. Si no están marcados, no se pueden rastrear. Si los tienes en tu poder, son tuyos”, explicó el actor Giancarlo Esposito, quien interpreta al autor intelectual del atraco.
¿Se recuperaron alguna vez los bonos al portador?
En lo que quizás se convirtió en la recuperación de bóveda más grande jamás realizada, el 99,9% de los certificados finalmente se recuperaron en el transcurso de seis meses. Dos semanas después del huracán Sandy, los equipos de recuperación descendieron a la bóveda de DTCC, 60 pies por debajo del nivel de la calle, para recolectar los más de 1.7 millones de certificados amenazados por las inundaciones.
Con alta seguridad y supervisión de auditoría, los certificados recuperados se empaquetaron en cajas, se colocaron en camiones congeladores en el lugar y luego se transportaron a Texas para liofilizarlos y evitar que el papel se deteriorara. Una vez secas y esterilizadas, las cajas se enviaron a DTCC Jersey City, donde cada certificado y hoja de papel se limpiaron y aspiraron individualmente.
El agotador proceso continuó con el personal de DTCC comparando, clasificando y archivando cada certificado contra un inventario completo de la bóveda.
En conclusión,cuando Eric García leyó sobre la pérdida de US$70 mil millones en bonos al portador durante el huracán Sandy, supo que la historia sería un atraco convincente. Pero también se inspiró en otras películas de atracos para la serie de antología de ocho episodios. “Robo, crimen, mafia: ese mundo es mi material favorito”, dijo el creador a Tudum.
Una de las mayores inspiraciones de García fue la película policiaca francesa Rififi de 1955. A la mitad de la película hay 30 minutos de silencio mientras los ladrones intentan abrir una bóveda. “¿Cómo podemos hacer eso y dividirlo en estos ocho episodios?” se preguntó.
La influencia de Rififi se puede ver en la secuencia de apertura del episodio “Blanco”: no hay diálogo en los primeros 11 minutos mientras los ladrones piratean astutamente los sistemas de seguridad y entran al depósito.
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