En el 2020 el Perú se coronó como el primer exportador de arándanos del mundo. Un producto que no es oriundo de nuestras tierras -a diferencia del aguaymanto, por ejemplo- pero que supimos hacer nuestro gracias a la riqueza de nuestros suelos y las condiciones climatológicas de buena parte del país. Casi toda la exportación se va para fuera, como ocurre con tantos otros frutos, pero cada vez hay mayor cantidad de berries o bayas que se quedan dentro del mercado local para el consumo de los peruanos. La gastronomía y el boom de lo saludable han sido de gran ayuda para conseguirlo.
Los berries son un súperalimento. Son ricos en antioxidantes, bajos en calorías, y abundantes en vitaminas como la C y la K. Además, son un producto muy versátil que va más allá de los batidos o los postres. Los últimos años han visto aparecer una enorme variedad de derivados que incluyen desde mermeladas, mieles o yogures, hasta jabones y aceites.
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Desde el 2018 se produce también vino en el Perú, usándolos como materia prima. Lo hace una marca bautizada como Morandina, con sede en Caraz, y su línea de cinco variedades (arándanos, zarzamora, frambuesa, aguaymanto y un mix) despegó durante la pandemia gracias al delivery. ¿En qué consisten exactamente esta clase de vinos, y con qué podemos acompañarlos?
El agrónomo Manuel Bobadilla apostó en 2014 por un nicho que empezaba a despegar: el cultivo de berries o bayas en el Perú. Bobadilla ya conocía de las posibilidades de estos frutos a raíz de un trabajo previo en una compañía agroexportadora, pero esta sería su primera aventura en solitario. Agronesi (empresa que vende bayas en su estado natural) empezó a dar frutos, en el sentido literal y figurado: poco a poco, logró posicionarse dentro de supermercados y las ventas empezaron a aumentar.
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“Nuestros campos están en Caraz. Son cultivos al pie de los nevados porque es el clima perfecto para este tipo de frutos: no es exactamente frío en la Cordilla Blanca, sino caluroso durante el día, y refrescante durante la noche. Esa diferencia de temperatura entre el día y la noche, la alta luminosidad y el agua cristalina le confieren un sabor y una calidad a nuestras bayas que no es igual en otros lados”, indica sobre sus frambuesas, aguaymantos, zarzamoras y arándanos. Tres años después de consolidarse en este rubro, una nueva línea de negocio se presentó casi sin haberlo planeado.
“En un momento llegamos a producir muchísimo y lamentablemente no había tanto mercado para algunos de estos berries. El arándano sí, pero las zarzamoras, frambuesas y aguaymanto tenían un mercado más pequeño como frutos frescos. Empezamos a vender fruta congelada y a hacer macerados con pisco. Hasta que se nos ocurrió hacer vino”, continúa Bobadilla.
Para el sommelier Jonathan Serrano las interpretaciones están abiertas. “Hay una rama de la industria que solo califica como vino al producto que se obtiene del mosto de las uvas. Pero también existe otro sector que señala que podría fabricarse con el mostro de otras frutas. En este caso, los berries”, explica. El resultado aquí es una línea de vinos naturales (no orgánicos, ya que no cuentan con la certificación), que no se intervienen químicamente.
Después de un año de experimentación, el primer lote de vinos de berries bautizados como Morandina se lanzó al mercado en 2018. En el primer año se vendieron tres mil botellas; al segundo diez mil. A partir de ahí el crecimiento ha sido exponencial. “La mayoría de gente llega por curiosidad, pero comprobamos que los clientes empiezan a repetir. Hoy las redes sociales son la base de nuestro marketing y la pandemia ha ayudado mucho. Tenemos delivery propio y trabajamos con distribuidoras pequeñas”, añade Manuel Bobadilla.
En la línea de Morandina hay cinco variedades de semi seco (ligeramente dulce) y dos de vinos secos. “No pasan por barrica. Esto podría verse más adelante, a manera de experimento. El arándano tiene un conjunto de taninos que podría ir muy bien con un proceso de barrica, pero son capacidades y características muy distintas según cada variedad de vinos de berries”, sostiene Jonathan Serrano.
¿Cómo maridan estos vinos con nuestra comida criolla? Pusimos a prueba al sommelier y estas son sus sugerencias.
- Frambuesa (semi seco): Comida oriental, como el chifa o lo nikkei. Siempre bien helado, incluso se podría poner un hielo sólido en la copa.
- Aguaymanto (semi seco): Este fruto tiene un grado de acidez alto. Va muy bien con postres y sabores cítricos, como un mousse de maracuyá o un buen cebiche.
- Arándano: En la variedad seco iría muy bien con guisos criollos con carne, como un cabrito a la norteña, un ossobuco, chicharrón de cerdo o alguna carne a la caja china. El semi seco, por el dulce, va bien con un cheesecake cremoso de moras o sauco.
- Zarzamora: Este vino tiene un toque de acidez más presente. La estructura en boca es parecida al arándano, pero lo que lo distingue es esa acidez que resulta más bien refrescante. Va bien con postres, piqueos con frituras (como unas croquetas), salsas agridulces o incluso un pollo a la brasa. Lo mismo va por el blend de zarzamora, arándanos y frambuesa (semi seco).
Más información:
Web: www.morandina.pe
Contacto: info@morandina.pe
Instagram: @morandinaperu
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